"Viva preocupación" del Papa ante la eutanasia en Luxemburgo

Ha sido aprobado este jueves en el Parlamento

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 18 diciembre 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI manifestó este jueves su viva preocupación por el proyecto de ley que busca introducir la eutanasia en Luxemburgo.

En ese día los diputados del Gran Ducado se pronunciaron a favor de la introducción de esta práctica, a la que se opone el soberano, el gran duque Enrique I, por 31 votos a favor, 26 en contra y 3 abstenciones.

Al recibir al nuevo embajador de Luxemburgo ante la Santa Sede, Paul Dühr, secretario general del Ministerio de Asuntos Exteriores, el Papa aprovechó la oportunidad «para expresar su más viva preocupación sobre el texto de ley sobre la eutanasia y suicidio asistido» que en esos momentos se estaba debatiendo en el Parlamento.

«Este texto –constató el Santo Padre–, acompañado de manera contradictoria por un proyecto que contiene felices disposiciones legislativas para desarrollar los cuidados paliativos para hacer el sufrimiento más soportable en la fase final de la enfermedad y favorecer un acompañamiento humano apropiado del paciente, legitima concretamente la posibilidad de acabar con la vida».

«Los responsables políticos, cuyo deber es el de servir al bien del hombre, así como los médicos y las familias, tienen que recordar que la decisión deliberada de privar a un ser humano inocente de su vida es siempre mala desde el punto de vista moral y nunca puede ser lícita».

En realidad, aseguró, «el amor y la verdadera compasión emprenden otro camino. La petición que surge del corazón del hombre en su suprema confrontación con el sufrimiento y la muerte, especialmente cuando siente la tentación de dejarse llevar por la desesperación, y que se siente perdido hasta el punto de desear desaparecer, es sobre todo una petición de acompañamiento y un llamamiento a una mayor solidaridad y apoyo en la prueba».

«Este llamamiento puede parecer exigente, pero es el único digno del ser humano y abre a solidaridades nuevas y más profundas, que enriquecen y fortifican los lazos familiares y sociales».

En este camino de humanización, dijo el obispo de Roma, «todos los hombres de buena voluntad están invitados a cooperar y la Iglesia, por su parte, quiere decididamente dedicar todos sus recursos de atención y servicio».

Dirigiéndose al pueblo de Luxemburgo, y a «sus raíces cristianas y humanistas», el Papa le pidió que refirme «la grandeza y el carácter inviolable de la vida humana».

Tras el voto de este jueves, el Consejo de Estado de Luxemburgo deberá decidir si es necesaria una segunda lectura. Según observadores, esto es posible porque primero debe ser modificada la Constitución.

Este cambio se debe, en parte, al hecho de que el gran duque de Luxemburgo, Enrique, ha anunciado que por motivos de conciencia no puede aprobar esta ley.

Por este motivo, se ha propuesto que el papel del Jefe de Estado se limite en el futuro al simple «anuncio» de leyes y no a su aprobación.

Si la ley votada este jueves entrara en vigor, Luxemburgo se convertiría en el tercer país de la Unión Europea en legalizar la eutanasia, junto a Holanda y Bélgica.

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ZENIT Staff

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