ROMA, martes 23 de diciembre de 2008 (ZENIT.org).- Durante siglos los villancicos han ambientado el espíritu de la Navidad. Las tradicionales melodías con múltiples adaptaciones, de acuerdo a cada país, recuerdan año tras año el nacimiento de Jesús.
Según ha explicado a ZENIT José Sole integrante del coro Capilla Musical Liberiana de la basílica Santa María de la Mayor, en Roma, entre los cristianos, antiguamente eran más populares los cantos que hacían alusión a la Pascua.
La tradición popular llevó después a que el género musical navideño, no sólo a nivel litúrgico, alcanzara una enorme producción y creatividad.
En castellano la palabra villancicos deriva del término «canción de villa». En inglés en cambio, se les denomina «carols», que viene del francés caroler, que significa bailar haciendo ronda.
En España, especialmente en Castilla, los villancicos surgieron en el siglo XV. Se le daba este nombre a cantos compuestos por estribillos o coplas cuyo contenido no necesariamente era de carácter religioso. Tres siglos más tarde, comenzó a usarse este género para que el pueblo pudiera meditar sobre algunos episodios de la vida de Jesús.
«Primero los villancicos tenían un ritmo musical muy llano. Luego comenzó a introducirse diversas melodías y comenzaron a agregarse instrumentos», dijo José Sole en diálogo con ZENIT.
Villancicos tradicionales
El villancico más antiguo, que registra la historia de la música es «Iesus Refulsit Omnium», (Jesús, luz de todas las naciones) data del siglo IV, y su letra se le atribuye a san Hilario de Poitiers.
El más conocido, en cambio es «Noche de paz». Su título original es «Stille nacht, heilige yach» y fue escrito, podría decirse «accidentalmente» por el sacerdote austriaco Joseph Mohr quien al ver que se había malogrado el órgano de su parroquia, la capilla de San Nicolás, ubicada en la pequeña población de Oberndorf, decidió escribir un canto que pudiera interpretarse con guitarra en la misa de gallo. Fue así como la navidad de 1818 se cantó por primera vez «Noche de Paz», actualmente traducido a 330 idiomas.
Otro de los cantos más conocidos en los países de habla inglesa es «Joy to the World» escrito por Isaac Wats, inspirado en el salmo 98 («Cantad al Señor un cántico nuevo porque ha hecho maravillas») y cuya música se le atribuye a Federico Hendel, debido a que las partituras coinciden en varias partes del canto con su célebre obra «El Mesías».
Por su parte, en Italia el villancico más conocido es «Tu scendi dalle stelle» (Tu bajas de las estrellas), escrito por San Alfonso María de Ligorio. Mientras que en Francia está «Il est ne le divin enfat», «Ha nacido el divino niño», traducido al inglés en varias versiones.
Según José Sole en España los más conocidos son «Campanas de Belén», mientras que en la región meridional está «Los Peces en el Río».
En Latinoamérica cada país tiene sus propios villancicos y diversas maneras de interpretar los cantos de navidad universales. En Argentina está «Vamos Pastorcitos» y el «Huachito Torito», en Venezuela «Mi burrito sabanero», en Perú «Llegaron ya», un canto a los reyes magos, en Panamá «Dime niño de quién eres». En Colombia, por su parte está «Tutaina tuturumaina» y en Honduras,»Caminando por Tegucigalpa». Son típicas de Ecuador las tradicionales posadas, un canto que cuenta cómo María y José buscan un lugar donde el Niño Jesús pueda nacer.
Los villancicos originarios de cada país no necesariamente fueron escritos allí, muchos son adaptaciones de cantos españoles como el caso de «Antón tiruriru», muy conocido en Colombia, que es en realidad la adaptación del villancico catalán «La pastora Caterina»
Según José Solé hay algunos villancicos que tienen disputas de sus orígenes. Por ejemplo el «Noel 10 dacquine», se dice que es francés. mientras que los catalanes se lo atribuyen a ellos con el nombre «El Desembre Congelat».
Popularmente se conocen más los cantos que hacen alusión a la Navidad que aquellos que se refieren al Adviento, a veces por ello durante este tiempo se cantan canciones que hablan del nacimiento y no de la espera del niño Jesús como litúrgicamente debería ser.
Según Sole esto se da debido a que los cantos de Adviento son poco conocidos. El cuarto domingo de Adviento, explica, se acostumbra cantar el «Magníficat», dentro de las diversas interpretaciones musicales del himno.
Aunque el sentido de los villancicos es el de «elevar el espíritu de la Navidad», como lo afirma José Sole, muchos de ellos hablan de elementos culturales de esta época del año y dejan de lado el nacimiento de Jesús: «Una cosa seria un villancico y otra es la canción de Navidad. Cuando se habla de Navidad es la natividad de Jesús, no de otra cosa. Evidentemente todas estas cosas son sólo el acompañamiento y han hecho que muchas veces se pierda el sentido, incluso del mismo Papá Noel o del árbol, que tienen una razón de ser».
«La verdadera música de Navidad en cambio, te acerca más a Dios y hace que tengas un corazón más elevado», concluye José.
Por Carmen Elena Villa