ROMA, jueves 2 de abril de 2009 (ZENIT.org) La educación no consiste en la “búsqueda de nuevos métodos”, más bien, “debe ser repensada a partir de la detección de las causas profundas de su crisis para responder a las nuevas exigencias históricas”.
Así lo asegura monseñor Lorenzo Leuzzi, director de la oficina de Pastoral Universitaria del Vicariato de Roma en el libro “Ayudar a los jóvenes a proyectar la vida”, que escribió junto con Ferdinando Montuschi.
El lanzamiento de este libro, cuya presentación fue escrita por el cardenal Stanislaw Rylko, presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, se realizó el pasado martes en el Aula Magna de la universidad Lumsa de Roma.
Dentro de este evento se llevó a cabo un foro en el que participaron cientos de jóvenes estudiantes de diferentes universidades de la capital italiana y que contó con la moderación de Guzman Carriquiry, subsecretario del Pontifico Consejo para los Laicos.
En el foro intervinieron Giuseppe Dalla Torre, rector de la Universidad Lumsa, así como Mario Pollo, docente de esta institución y monseñor Benedetto Tuzia, obispo auxiliar del sector Oeste de la diócesis de Roma.
Emergencia educativa y familia
Guzmán Carriquiry destacó el hecho de que el libro mencione varias veces el tema de la emergencia educativa, un término que el Papa Benedicto XVI ha usado en diversas ocasiones.
“Emergencia llama a una generación de adultos que se ha demostrado incapaz de educar a sus propios hijos”, aseguró. Y dijo que para enfrentar este desafío: “Los padres necesitan autoridades, maestros que tengan corazón, que sean apasionados por el destino y la vida de los jóvenes a quienes han confiado la educación”.
Por su parte, Giuseppe della Torre, haciendo referencia a las palabras de Edith Stein, dijo que “educar es sacar las potencialidades que cada uno tiene”. Y subrayó que el problema muchas veces se da en la “falta de modelos educativos”.
Durante el foro, los ponentes hablaron el papel decisivo de la familia en la educación de los jóvenes. El rector de la Lumsa explicó que la crisis de la familia se da cuando “cada uno piensa e su familia como fuente de utilidad personal y no como lugar de solidaridad”.
Dijo también que “hay una tarea de parte de los laicos, de los fieles que consiste en volver a poner el significado propio de las palabras en un sentido preciso”, y aseguró que la muestra de afecto de los padres a sus hijos “no es solamente decir te quiero mucho”, sino más bien decir “quiero tu bien”.
Frente al tema de la educación católica en la familia, Mario Pollo agregó que “los jóvenes que han tenido una vida eclesial activa, ha sido porque han recibido de sus padres una educación religiosa”.
Por su parte, monseñor Tuzia se refirió al tema de la importancia de educar en comunidad y no en medio de una cultura individualista: “el hombre no puede hacer solo su proyecto de vida. Tenemos la tarea de formar en comunidades: es un descubrimiento existencial y profundo”.
El prelado aseguró también que la Iglesia participa en este proceso educativo: “Los educadores no sólo te acompañan en un camino de fe sino también en un camino humano”. Y dijo que se trata de un “encuentro con el otro, que revela en tu identidad, la fragilidad y la capacidad. Así logramos ver nuestra identidad”.
El profesor Pollo mostró su preocupación sobre la visión que muchos jóvenes tienen hacia el futuro: “Hay un oscurecimiento. Percibir el futuro como amenazador, hay una crisis de ideología” y aseguró que es ahí donde está el desafío educativo en el mundo contemporáneo.
Monseñor Leuzzi concluyó el foro asegurando que es necesario“iniciar un camino juntos, pensando en la próxima Jornada Mundial de la Juventud”. Y dijo que para los jóvenes la Iglesia se convierte en un punto fundamental para “volver a tomar el camino educativo para las futuras generaciones”.
[Por Carmen Elena Villa]