WASHINGTON, domingo, 10 abril 2009 (ZENIT.org).- El Reiki, medicina alternativa japonesa, carece de credibilidad científica y está fuera de la fe cristiana, haciéndola inaceptable para las instituciones sanitarias católicas, indicaba la Conferencia Episcopal de Estados Unidos.
El 29 de marzo, la Conferencia publicaba las «Directrices para la Evaluación del Reiki como Terapia Alternativa», desarrolladas por su comité doctrinal, presidido por el obispo de Bridgeport, Connecticut, Mons. William Lori, y aprobadas por el comité administrativo el viernes 28 de marzo.
El documento observa que «la Iglesia reconoce dos clases de curación: la curación por la gracia divina y la curación que utiliza los poderes de la naturaleza», que «no se excluyen una a otra».
El Reiki, sin embargo, «no encuentra apoyo ni en los descubrimientos de la ciencia natural ni en la fe cristiana», explicaba.
Las directrices indican que esta técnica de curación «fue inventada en Japón a finales del ochocientos por Mikao Usui, que estudiaba los textos budistas».
El documento añade: «Según las enseñanzas del Reiki, la enfermedad es causada por alguna clase de disfunción o desequilibrio en la ‘energía vital’ de uno. Un médico Reiki efectúa la curación colocando sus manos en ciertas posiciones sobre el cuerpo del paciente para facilitar el flujo del Reiki, la ‘energía vital universal’, del médico Reiki al paciente».
Curación espiritual
Explica más adelante que la terapia tiene algunos aspectos de religión, siendo «descrita como una clase de curación ‘espiritual'», con sus propios preceptos éticos o «forma de vida».
El Reiki «no ha sido aceptado por las comunidades científica y médica como una terapia eficaz», observaban las directrices. «Estudios científicos serios atestiguan que el Reiki carece de eficacia, así como de una explicación científica plausible sobre cómo pudiera llegar a ser eficaz».
Tampoco la fe puede ser la base de esta terapia, afirmaban los obispos, puesto que el Reiki es diferente de la «curación divina conocida por los cristianos».
Explicaban que «la diferencia radical se puede ver de forma inmediata en el hecho de que el poder de curación del médico Reiki está a disposición del ser humano». Para los cristianos, afirmaban, «el acceso a la curación divina se hace a través de la oración a Cristo como Señor y Salvador», mientras que el Reiki es una técnica que se transmite de «maestro» a alumno, un método que «según parece producirá los resultados previstos».
Problemas insolubles
Las directrices establecen: «Para un católico creer en la terapia Reiki presenta problemas insolubles. En términos de curación de la salud física propia o de los demás, emplear una técnica que no tiene apoyo científico – ni incluso verosimilitud – es, por lo general, imprudente».
A nivel espiritual, el documento indica que «existen peligros importantes». Y explica: «Para usar el Reiki habría que aceptar, al menos de forma implícita, elementos centrales de la visión del mundo que subyace tras la teoría Reiki, elementos que no pertenecen ni a la fe cristiana ni a la ciencia natural».
«Sin justificación ni de la fe cristiana ni de la ciencia natural, por tanto, un católico que ponga su confianza en el Reiki estaría actuando dentro del ámbito de la superstición, esa tierra de nadie que no es ni fe ni ciencia».
«La superstición corrompe el culto a Dios volviendo hacia una dirección falsa los sentimientos y la práctica religiosa. Aunque en ocasiones la gente cae en la superstición por ignorancia, es responsabilidad de todos los que enseñan en nombre de la Iglesia eliminar tal ignorancia tanto como les sea posible».
El documento concluye, «puesto que la terapia Reiki no es compatible ni con la enseñanza cristiana ni con la evidencia científica, no sería apropiado que instituciones católicas, como establecimientos sanitarios católicos y centros de retiros, o personas que representan a la Iglesia, como capellanes católicos, promuevan o proporcionen terapia Reiki».
En la red: Directrices: http://www.usccb.org/dpp/doctrine.htm