La cruz de los jóvenes renueva el mundo

Habla el responsable de la Sección Jóvenes del Consejo Pontificio para los Laicos

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ROMA, domingo, 26 de abril de 2009 (ZENIT.org).- Hace exactamente veinticinco años, en la clausura del Año Santo, el Papa confió una cruz de madera a los jóvenes del mundo con estas palabras: «Llevadla al mundo como signo del amor del Señor Jesús para la humanidad y anunciado a todos que sólo en Cristo muerto y resucitado están la salvación y la redención».

Esa Cruz, que desde entonces ha recorrido todos los caminos del mundo, sigue siendo fuente de esperanza y de renovación para un mundo sediento.

De ello está convencido el nuevo responsable de la Sección Jóvenes del Consejo Pontificio para los Laicos, padre Eric Jacquinet, que el pasado miércoles celebró una misa en el Centro San Lorenzo de Roma, como recuerdo de la entrega de la Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud.

«Puede parecer muy extraño –explica el sacerdote francés  ZENIT–, que dos trozos de madera cruzados posean una fuerza tan grande, pero todos aquellos que han dado su fe y su confianza a Jesús han recibido una gracia de consolación y de paz».

«Hemos tenido testimonios de curaciones, de paz, de consuelo, de salvación y de vida, porque esta cruz no es sólo un signo exterior, es el signo del don que el Señor quiere darnos a cada uno de nosotros, en nuestro corazón», añadió.

«He ahí por qué –afirmó– queremos responder a la llamada de Juan Pablo II, que nos ha pedido que llevemos esta cruz al mundo».

«Sabemos que es un medio muy sencillo para ir al corazón de la fe –subrayó–, es decir, al amor de Dios que nos ha dado la vida de su Hijo y queremos hacer este regalo al mundo, porque el mundo necesita recibir esta esperanza, esta vida nueva».

Por Mercedes de la Torre

 

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ZENIT Staff

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