El Papa propone descubrir la “belleza de la liturgia y de la Iglesia”

Centró la catequesis en un escritor de la Iglesia bizantina

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 29 abril 2009 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI dedicó a la espiritualidad oriental la catequesis de este miércoles, dentro del ciclo sobre escritores del primer milenio del cristianismo, al meditar sobre la vida del patriarca Germán de Constantinopla con los miles de peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.

El Papa quiso aunar el concepto de belleza en la liturgia con la veneración a las imágenes sagradas y a la Madre de Dios, en sintonía con la sensibilidad de las Iglesias orientales, para las que estos tres aspectos están íntimamente relacionados.

Centrándose en la vida del patriarca Germán (siglo VIII), quien fue perseguido por el emperador bizantino León III durante las luchas iconoclastas, el Papa explicó que su defensa de las imágenes sagradas le llevó al exilio y a la muerte olvidado de todos, aunque su nombre fue rehabilitado en el segundo Concilio de Nicea.

Destacó del patriarca de Constantinopa tres aspectos relacionados entre sí: por un lado su pensamiento mariano; por otro lado, su amor a la liturgia; y por otro, la veneración a las imágenes, que es un reflejo de la visibilidad de Dios a través de Jesucristo y de los santos, y que la Iglesia siempre ha tenido en gran consideración.

Sobre la Virgen María, el Papa destacó que este santo, si bien «no era un gran mariólogo», algunas obras suyas «tuvieron un cierto eco sobre todo por ciertas intuiciones suyas sobre la mariología, tanto en Oriente como en Occidente».

«Sus espléndidas Homilías sobre la Presentación de María en el Templo son testimonios aún vivos de la tradición no escrita de las Iglesias cristianas. Generaciones de monjas, de monjes y de miembros de numerosísimos Institutos de Vida Consagrada siguen encontrando aún hoy en estos textos tesoros preciosísimos de espiritualidad».

De hecho, recordó que uno de sus escritos fue incorporado en 1950 «como una perla preciosa» por el Papa Pío XII a la Constitución Apostólica Munificentissimus Deus, que declaró dogma de fe la Asunción de María.

Respecto al amor a la liturgia, el Papa destacó que para la Iglesia oriental, la belleza tanto de la liturgia como del lenguaje, de los signos, del edificio y de la música, deben coincidir, pues según el propio patriarca Germán, la Iglesia «es el cielo en la tierra, donde Dios trascendente habita como en su casa y donde pasea».

«Celebrar la liturgia en la conciencia de la presencia de Dios, con esa dignidad y belleza que deja ver un poco su esplendor, es la tarea de todo cristiano formado en su fe», explicó el Papa.

Sobre las imágenes sagradas, el pontífice explicó que «hay una cierta visibilidad de Dios en el mundo, en la Iglesia, que debemos aprendr a percibir».

«Dios ha creado al hombre a su imagen, pero esta imagen ha sido cubierta de tanta suciedad por el pecado, que en consecuencia Dios casi no se veía más en ella. Así el Hijo de Dios se hizo verdadero hombre, perfecta imagen de Dios: en Cristo podemos así contemplar también el rostro de Dios y aprender a ser nosotros mismos verdaderos hombres, verdaderas imágenes de Dios».

«Las imágenes santas nos enseñan a ver a Dios en la figuración del rostro de Cristo. Tras la encarnación del Hijo de Dios, se ha hecho por tanto posible ver a Dios en las imágenes de Cristo y también en el rostro de los santos, en el rostro de todos los hombres en los que resplandece la santidad de Dios», añadió.

[Por Inma Álvarez]

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ZENIT Staff

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