BELÉN, miércoles 13 de mayo de 2009 (ZENIT.org).- En la jornada que ha dedicado a los territorios palestinos en su peregrinación a Tierra Santa, Benedicto XVI manifestó este miércoles su cercanía a la ciudad de Gaza, empolvada por las ruinas del reciente conflicto que concluyó el 18 de enero con un balance de más de 1.300 muertos.
Sus palabras de solidaridad resonaron particularmente durante la misa celebrada en Belén, en la Plaza del Pesebre, junto a la Basílica de la Natividad, cubierta del río humano conformado por unas diez mil personas que se desbordó en las calles laterales.
«Mi corazón si dirige de manera especial a los peregrinos provenientes de la martirizada Gaza», dijo el Papa dirigiéndose al grupo de católicos procedentes de la franja controlada desde el año 2007 por los extremistas islámicos de Hamas.
De los 93 católicos de Gaza que habían enviado a las autoridades israelíes la petición para recibir el permiso para ir a Belén, tan sólo 48, tras meses de espera, incertidumbres y protestas, lograron llegar a la ciudad cisjordana. Los demás detuvieron su camino en el puesto de control de Eretz, desde el que tuvieron que regresar.
«Os pido que llevéis a vuestras familias y comunidades mi caluroso abrazo, mis condolencias por las pérdidas, las adversidades y los sufrimientos que han tenido que soportar», dirigiéndose al millón y medio de personas que viven en la Franja de Gaza, donde la comunidad local cuenta con unos 300 fieles.
«Os aseguro mi solidaridad en la inmensa obra de reconstrucción que ahora tenéis que afrontar y mis oraciones para que se levante pronto el embargo», añadió, haciendo referencia al bloqueo impuesto a Gaza por Israel desde que Hamas tomó el poder en la Franja, eliminando a los opositores de Al Fatá, ligados al presidente Mahmud Abas.
Antes, en la ceremonia de bienvenida a los Territorios Palestinos, que tuvo lugar en la plaza del palacio presidencial de Belén, el Papa denunció «los graves problemas que afectan a la seguridad en Israel y en los Territorios Palestinos», exigiendo que sean «pronto lo suficientemente mitigados como para permitir una mayor libertad de movimiento, especialmente respecto a los contactos entre familiares y al acceso a los lugares santos».
Además, Benedicto XVI lanzó un llamamiento a la comunidad internacional para que se emprendan rápidamente las obras de reconstrucción.
Por Mirko Testa