Benedicto XVI en Tierra Santa no toma partido y por eso es criticado

El papel único del pontífice, según el padre Thomas Williams, L.C.

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JERUSALÉN, jueves, 14 mayo 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI, «no ha venido a Tierra Santa para tomar partido político, ni siquiera por su propio ‘partido'», aclara comenta el padre Thomas D. Williams, L.C., teólogo estadounidense, profesor de la Universidad «Regina Apostolorum» de Roma.

El sacerdote, que está comentando desde Jerusalén la peregrinación papal para el canal de televisión norteamericano CBS News y para ZENIT, aclara: «No ha venido sólo como representante de la Iglesia católica, sino verdaderamente en nombre de cada implicado, en nombre de la humanidad misma».

El padre Williams confiesa que esta reflexión le ha sido suscitada al ver cómo han continuado las críticas locales ante los hechos y dichos del Santo Padre. «No puedo ayudarle pero elevo mi corazón a Dios en gratitud por este amable Papa alemán. Me he dado cuenta de cómo su misión es única en esta tierra rota en facciones de continuas disputas que van desde la tierra hasta las minucias doctrinales».

«Benedicto –explica el padre Williams– habla en nombre de los judíos, alabando su herencia religiosa y defendiendo su derecho a la seguridad y autonomía. Habla en nombre de los palestinos y su derecho a la soberanía y libertad. Habla en nombre de los musulmanes, recordándoles lo mejor de su tradición religiosa con sus profundas convicciones y sentido culto al único Dios. Habla por los cristianos en su difícil estatuto de pequeña y sufrida minoría. En una palabra, habla a todos y para todos».

Según el padre Williams, «esta es la singularidad de la voz y el mensaje del Papa».

«Paradójicamente –aclara–,  en medio de toda la manipulación del mensaje de Benedicto XVI y de todas las protestas por que no se alinea lo suficiente con ningún grupo, vemos la grandeza y singularidad de su presencia aquí. Ningún otro líder en el mundo puede hablar con la misma autoridad moral o imparcialidad. Su verdadero rechazo a ejercer la política partidista es la causa de que a menudo su mensaje sea rechazado y por eso es tan desesperadamente importante».
 
Para ilustrar lo que quiere decir, el sacerdote pone un ejemplo. Uno de los que han levantado las mayores pestes sobre la supuesta falta de remordimiento del Papa por la Shoá es el rabino Ysrael Meir Lau, presidente del Memorial Yad Vashem: calificó el discurso del Papa como «sin compasión» por la horrible tragedia de los seis millones de víctimas.

«Si usted logra ver la emisión televisiva del evento, Lau era el tipo a la derecha del Papa que parecía que hubiera comido algo especialmente desagradable a su estómago», indica.
 
Resulta que el rabino Lau no es ajeno a las críticas al papado. Ha sido también incansable a la hora de desacreditar al Papa Pío XII, incluso cuando esto signifique distorsionar la verdad.

El padre Williams recuerda que «durante las conmemoraciones en Berlín en 1998 del 60 aniversario de la Noche de los Cristales Rotos –el evento del 9 de noviembre de 1938, que dio inicio a la era de las persecuciones de judíos en Alemania– Lau, entonces rabino jefe de Israel, fue invitado a hablar. En su apasionado discurso, hizo la pregunta condenatoria, ‘¿Pío XII, dónde estabas? ¿Por qué permaneciste en silencio durante la Noche de los Cristales Rotos?'».

Al día siguiente, indica el padre Williams, dos periódicos italianos sacaron este titular, con el subtítulo «El vergonzoso silencio de Pío XII». «El único problema –señala– es que Pío XII no fue elegido hasta marzo de 1939, cuatro meses después de la Noche de los Cristales Rotos. A pesar de ello no he visto que el rabino Lau se haya apresurado a expresar remordimiento por su difamación del Papa Pío XII».
 
En su vuelo hacia Israel, el padre Williams tuvo la oportunidad de releer «la cándida autobiografía de Benedicto XVI, ‘Mi vida'» y comenta: «Fue tocante una vez más al ver cómo su propia infancia fue cruelmente interrumpida por la subida al poder de Hitler, y cómo mucha buena gente alemana fue injustamente embreada con una brocha nazi. Si se creen las críticas a Benedicto XVI, cualquiera que vivía en Alemania entre 1930 y 1940 es necesariamente culpable de asociación con el nazismo».
 
Afortunadamente, añade, «algunas voces judías importantes están empezando a oírse en Jerusalén invitando a los críticos a dejar de lado al Papa. Por ejemplo, Noah Frug, presidente del Consorcio de Organizaciones de Supervivientes del Holocausto en Israel, dijo que las críticas dirigidas al pontífice eran exageradas. ‘Vino aquí para acercar la Iglesia y el judaísmo, y deberíamos considerar su visita positiva e importante'», añadió Frug.
 
El sacerdote analiza otro ejemplo, las palabras que el miércoles pronunció el Papa en Belén para expresar su sentida solidaridad con los sufridos palestinos y para afirmar la posición de la Santa Sede de reconocimiento de dos Estados.

Dirigiéndose al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas alias Abu Mazen, el obispo de Roma dijo: «la Santa Sede apoya los derechos de su población a una soberana patria palestina en la tierra de vuestros antepasados, segura y en paz con sus vecinos, en el interior de unas fronteras reconocidas internacionalmente».

«En teoría –añade el padre Williams–, esto no debería provocar desacuerdo, dado que la postura oficial del Estado de Israel coincide con la de la Santa Sede. Israel, también, afirma el derecho de los palestinos una patria soberana, una vez que tal arreglo se pueda hacer factible sin detrimento de la seguridad de Israel. Por supuesto, ahí está la dificultad».
 
El comentarista ha hablado con personas de diversos ambientes y experiencias, y una cosa que todos parecen tener en común, comenta, es el sufrimiento: «Cada uno trata de decirme las adversidades e injusticias sufridas, o personal o históricamente. Cada uno tiene una historia de aflicción que contar. Ninguno parece recordar haber cometido ninguna injusticia sino solo recuerda haberla sufrido. Y no puedo dejar de preguntarme, en una tierra de tanto dolor y pena, una tierra cuya gente se enorgullece de ‘recordar’ si en esta ocasión el olvido podría ser la virtud más necesaria».

Y concluye recordando que este miércoles, en Belén, «Benedicto XVI urgió a sus oyentes cristianos a ‘ser un puente de diálogo y cooperación constructiva en la edificación de una cultura de paz que reemplace el presente punto muerto de temor, agresión y frustración’. Es lo que él mismo se está esforzando en ser, con su presencia, sus palabras y su paciente decisión de predicar persistentemente la Buena Noticia».
 
Traducido del inglés por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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