“El Papa dijo en África que hay que cambiar la mirada sobre la sexualidad”

Artículo del arzobispo de Granada en apoyo de Benedicto XVI

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GRANADA, lunes 18 de mayo de 2009 (ZENIT.org).- El arzobispo de Granada Javier Martínez ha escrito un artículo, publicado en el semanario diocesano de Granada y Guadix, titulado «¡Gracias, Santo padre!», en el que afirma que «lo que el Santo Padre ha dicho en África es, sencillamente, que tenemos necesidad de cambiar nuestra mirada sobre la sexualidad».
 
En su artículo, con fecha 11 de mayo, el arzobispo de Granada comienza relatando dos hechos que le han sido contados por sus protagonistas.

En un país de América Latina, una médico, ginecóloga, premiada como la mejor médico del país por el gobierno de su nación, dedica parte de su vida profesional a impartir un programa de educación afectiva y sexual a adolescentes y jóvenes. El programa consiste en dar a conocer con detalle suficiente a los jóvenes el funcionamiento del cuerpo humano en relación con la sexualidad y con el afecto.

La médico de América Latina, relata el arzobispo, estaba impartiendo su programa en un colegio de la capital de su nación al que asistían las hijas del ministro de Educación. Un día, en el entreacto de un teatro, coincidieron el ministro y la médico. Fue el ministro quien vio a la médico, y se acercó a ella para felicitarla: «¡Doctora, qué alegría verla! ¡No se puede hacer idea de lo contentas que están mis hijas!¡Enhorabuena!» El ministro siguió en esa vena por un rato, hasta que la médico le dijo: «También a mí me alegra, ministro, que sus hijas estén tan contentas, y que usted haya tenido la ocasión de ver el valor que tiene un programa planteado así. ¿Qué le parece si desde el Ministerio se permitiese que en los colegios públicos donde los padres lo pidieran -las hijas del ministro estudiaban, como es natural, en un colegio privado-, pudiéramos también dar el mismo programa?» «¡Ah! ¡Eso no, doctora! ¡Eso no puede ser! A unos pocos se les puede educar, pero al pueblo hay que darle preservativos».

El segundo hecho que relata el arzobispo se refiere a una médico norteamericana, que trabajaba en Ghana, en un centro de Atención Primaria. Había estado en la Conferencia Internacional de El Cairo sobre la Población y el Desarrollo, en 1994, y de retorno a América, antes de volver a su misión, pasó por España.

«Coincidimos en un acto, nos presentaron y estuvimos hablando un buen rato. En el centro donde ella trabajaba, en una zona sumamente deprimida -me dijo-, morían todos los días niños deshidratados a causa de una simple colitis, por falta de suero fisiológico, y por la ignorancia de las madres. Sin embargo, el centro estaba literalmente ‘lleno’ –o tal vez sería mejor decir ‘invadido’- de cajas y cajas de preservativos que ciertas compañías americanas y europeas les enviaban gratis, hasta no saber qué hacer con ellos, porque ocupaban un espacio en el centro que no tenían, y que necesitaban para cosas más urgentes y más graves».

Y el arzobispo se pregunta: «¿Cui prodest? ¿Quién paga el anuncio? ¿Qué visión del ser humano y de la vida -y de las distintas clases de seres humanos, y de vidas humanas- se esconde detrás de estas historias? ¿Quiénes, qué poderes y qué industrias, se benefician de la despoblación de África, y piensan ya sin duda en los futuros beneficios de sus inmensas riquezas y reservas naturales? Sin duda, los mismos que degradan sin cesar y sin límite nuestra propia humanidad y la dignidad de nuestro pensamiento cuando deciden -y nadie sería capaz de explicar racionalmente en virtud de qué poder-, promover entre nosotros la banalización absoluta del uso del cuerpo humano y del sexo».

«Lo que se silencia es el dato –perfectamente constatado- de que el uso masivo de los preservativos no ha detenido el sida en África, sino que lo ha propagado», subraya monseñor Martínez.
 
«Lo que el Santo Padre ha dicho en África es, sencillamente, que tenemos necesidad de cambiar nuestra mirada sobre la sexualidad -señala el arzobispo de Granada–. Y también que tenemos necesidad de cambiar nuestra mirada sobre la enfermedad y sobre los enfermos. Dos verdades evidentes. Antes que ninguna otra reflexión acerca del derecho del Papa a hablar, o acerca de qué cosas puede o no puede, o debe o no debe hablar, lo que se impone recordar es, sobre todo, que lo que ha dicho el Papa es verdad».
 
Y concluye: «¡Gracias, Santo Padre, por tener el valor de decirnos la verdad, a nosotros y a nuestros hermanos  africanos! ¡Gracias por reclamarnos a todos a una vida de primera clase, a una vida verdadera y plenamente humana!  ¡Millones de hombres pedimos al Señor todos los días para que no se canse, para que no ceda, para que el Señor le sostenga y siga siendo libre!».

Para acceder al artículo completo:
http://www.arzobispodegranada.com/index.php?mod=articulos&lan=es&sec=7&cat=23&id=664
 
Por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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