La Iglesia en Nigeria ayuda a la población del Delta

Tragedia humanitaria por enfrentamientos entre guerrilla y ejército

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ABUYA, domingo, 31 mayo 2009 (ZENIT.org).- Se está convirtiendo en una auténtica tragedia humanitaria la situación en Nigeria donde, desde mediados de mayo, está teniendo lugar una ofensiva militar de las fuerzas armadas contra militantes del Movimiento para la Emancipación del Delta del Níger, en la zona de Gbramatu, en el estado meridional del Delta.
 
En la guerra, los civiles pagan el precio más alto según informa hoy el diario vaticano «L’Osservatore Romano». 

Además de los muertos, el conflicto ha producido miles de personas desalojadas -se estima que serían tres mil- que viven en las selvas del área, y están privadas de asistencia.
 
La Iglesia en Nigeria se ha movilizado prontamente para organizar el socorro, en especial promoviendo una recogida de donativos cuyo importe se dedicará al sustento de las familias golpeadas por la guerra.

El presidente de la Conferencia Episcopal de Nigeria Felix Alaba Adeosin Job, arzobispo de Ibadan, envió una carta a las diócesis pidiendo una ayuda especial «para nuestros hermanos y hermanas que están sufriendo».
 
En la misiva, se especifica que las sumas recogidas irán a la oficina para el desarrollo y la paz del Secretariado Católico que a su vez se ocupará de distribuir las ayudas: se trata en concreto de la adquisición de bienes de primera necesidad como alimentos y ropa y otro material de emergencia.
 
El arzobispo recuerda que la colecta «sirve para demostrar que el amor aún existe entre nosotros». El prelado se detiene luego en el grave problema de tensión en el país, subrayando que «ahora no es el momento de encontrar a los culpables de esta situación sino de dar apoyo a los hermanos y hermanas en necesidad».
 
Además de la guerra, la carta de los obispos habla en especial del problema de los secuestros de civiles inocentes. Los secuestros, primero concentrados en el Delta, ahora se han extendido a otras regiones. El presidente de la Conferencia Episcopal deplora tal práctica, subrayando que «no es justo secuestrar a personas inocentes, torturarlas, para luego pedir el rescate a las respectivas familias antes de liberarlas. Esto no puede ser aceptado por la Iglesia católica».

En el mes de enero, en Port Harcourt, sur de Nigeria, fue secuestrado un sacerdote católico, el padre Pius Kii, luego liberado sin el pago de ningún rescate. En esa ocasión, la Conferencia Episcopal publicó un comunicado en el que afirmaba: «Aún agradeciendo a los secuestradores por haber escuchado la voz de la razón al liberar al padre Kii, queremos subrayar nuestra posición sobre el hecho de que el secuestro es una atrocidad y no es el modo mejor de afrontar las injusticias económicas y sociales que deben sufrir las poblaciones del Delta del Níger. Instamos a quienes están empeñados en este acto incivil a cambiar su corazón. Hacemos también un llamamiento al Gobierno y a los líderes de la región para que encuentren una solución definitiva a los secuestros, antes de que este problema degenere con consecuencias todavía más devastadoras».

Las poblaciones que viven en el área reivindican una distribución equitativa de los ingresos derivados de la venta del petróleo, entre otras cosas para compensar los graves daños causados por las actividades de extracción.

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ZENIT Staff

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