ROMA, miércoles 3 de junio de 2009 (ZENIT.org).- Dos corrientes -«de integración» y «de controversia»- dividen actualmente a la Iglesia en occidente.
Este es el análisis que ofreció el secretario de la Congregación para la Educación Católica, el arzobispo Jean-Louis Bruguès, O.P., en su intervención en el último encuentro anual de rectores de seminarios pontificios, según informó L’Osservatore Romano en su edición diaria italiana de este miércoles.
«Existe ahora en la Iglesia europea, y quizás también en la Iglesia americana, una línea de división, quizás de fractura, que varía indudablemente de un país a otro, e introduce lo que llamaré una ‘corriente de integración’ y una ‘corriente de controversia'», afirmó.
El arzobispo explicó que «la primera corriente observa que existen valores cristianos en la secularización –como la igualdad, la libertad, la solidaridad y la responsabilidad– y que debe ser posible colaborar con esa corriente y encontrar áreas de cooperación».
«En cambio, la segunda corriente invita a tomar distancia –añadió el prelado francés–. Considera que las diferencias o conflictos, sobre todo en el ámbito ético, serán cada vez más pronunciados» y «propone un modelo alternativo al modelo dominante».Continuó explicando que «la primera corriente fue predominante en el post-concilio, y ha proporcionado la matriz ideológica a las interpretaciones que se impusieron a fines de los años sesenta y en la década sucesiva».
«Las cosas se invirtieron a partir de los años ochenta, particularmente –aunque no exclusivamente– bajo la influencia de Juan Pablo II», dijo el prelado dominico.
Monseñor Bruguès indicó que los católicos del primer grupo suelen ser de edad avanzada, pero aún ostentan cargos clave en la Iglesia, mientras que la corriente del modelo alternativo se ha reforzado considerablemente, pero todavía no es dominante».
«Esto explica las tensiones de la actualidad en muchas Iglesias de nuestro continente», explicó.
El arzobispo destacó que estas diferencias se plasman en distintos ámbitos, de manera que las universidades y las escuelas católicas, y los seminarios y las casas religiosas, por ejemplo, «se distribuyen hoy según esta línea divisoria».
«Unas juegan la baza de la adaptación y la cooperación con la sociedad secularizada a costa de encontrarse obligadas a distanciarse con sentido crítico de este o aquel aspecto de la doctrina o de la moral católica», dijo.
«Otras, de inspiración más reciente, subrayan la confesión de su fe y la participación activa en la evangelización», añadió.
Para el arzobispo, la mayor parte de la Iglesia occidental ha vivido «una autosecularización potentísima».
Para responder a esa división negativa, monseñor Burgués propone una auténtica interpretación del Concilio Vaticano II, lo que quizá significa, consideró, pasar «de un modelo eclesial a otro».
Formación sacerdotal orgánica
En su intervención, titulada «Formación para el sacerdocio, entre el secularismo y el modelo eclesial», pidió para los seminaristas de hoy «una formación teológica sintética, orgánica y que apunte a lo esencial».
Afirmó que la «incultura generalizada» provocada por la secularización hace «indispensable» proveer a los jóvenes de un periodo de un año o más de «formación inicial», de tipo catequético y cultural.
«El aprendizaje de la metafísica, aunque ingrato, representa la fase preliminar absolutamente indispensable para el estudio de la teología», indicó.
El arzobispo reconoció que la voluntad de dar a los futuros sacerdotes una formación completa y de alto nivel ha llevado a ofrecer programas «exagerados» que han desanimado a los seminaristas.
Y se preguntó si «esta perspectiva no ha provocado una fragmentación de la formación, una acumulación de los cursos y un escenario excesivamente historicista».
Por Patricia Navas