No hay automatismos en la dimisión del estado clerical

Representante vaticano aclara las nuevas facultades concedidas por el Papa

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 5 junio 2009 (ZENIT.org).- La Santa Sede no ha introducido procesos automáticos para la dimisión del estado clerical, ni ha impulsado una «una revolución de la disciplina eclesiástica para el clero», aclara un representante vaticano.

Se trata de una directiva en coherencia total con el derecho canónico sobre el celibato sacerdotal, que responde a exigencias pastorales particulares que tienen que afrontar los obispos en el gobierno ordinario de sus diócesis, explica el arzobispo Mauro Piacenza, secretario de la Congregación para el Clero.

En una entrevista concedida este viernes a «Radio Vaticano», el prelado italiano ha aclarado interpretaciones erradas de una carta enviada por la Congregación para el Clero a los nuncios apostólicos para que informaran a los obispos diocesanos sobre estas nuevas facultades concedidas por el Papa a esta Congregación vaticana el 30 de enero.

En particular, algunos medios de comunicación habían anunciado que estas nuevas normas prevén que el obispo acepte de manera automática la dimisión del estado clerical del sacerdote que lleva una vida en contradicción con el celibato o que tiene comportamientos escandalosos después de un número de años.

«No hay nada automático», aclara monseñor Piacenza. «Todo se evalúa caso por caso y siempre en casos de situaciones graves. Nadie puede pensar superficialmente en una especie de genérica simplificación en una materia tan delicada. ¡Ningún automatismo, sino evaluación y evaluación rigurosa!», afirma.

Según ha explicado en días pasados el cardenal Cláudio Hummes, prefecto de la Congregación para el Clero, que estas nuevas disposiciones se aplican al caso de los sacerdotes que abandonan el ministerio para convivir con una mujer o casarse civilmente, y que en ocasiones tienen hijos sin ni siquiera avisar a su obispo.

«Por el bien de la Iglesia y del sacerdote que abandona su ministerio –había dicho el cardenal Hummes–, es conveniente que la dispensa puedan tener lugar para volver a poner a la persona en una situación correcta, especialmente si hay hijos».

«Los hijos de un sacerdote tienen derecho a tener un padre en una situación correcta ante los ojos de Dios y de la propia conciencia», había explicado el purpurado brasileño para explicar el motivo de las nuevas disposiciones, que «nacen de la necesidad de ayudar a estas personas».

En estos casos, y aquí está la novedad, el obispo no necesita esperar a que el paso lo dé el sacerdote, sino que puede «tomar la iniciativa» para emprender el proceso de dimisión del estado clerical.

Monseñor Piacenza explica que esta norma, «en continuidad y coherencia con el derecho canónico vigente», permite a los obispos de todas las diócesis del mundo dar este paso «con auténtica paternidad y caridad pastoral».

Entre las facultades especiales concedidas por el Papa a la Congregación para el Clero está, ante todo, la facultad de tratar los casos de dimisión del estado clerical en el caso de los sacerdotes que hayan contraído matrimonio civil, y que no piensan cambiar de vida, así como en el caso de «clérigos culpables de graves pecados externos contra el sexto mandamiento».

Las medidas permiten al obispo «infligir una justa pena o penitencia por una violación externa de la ley divina o canónico»; mientras, en casos verdaderamente excepcionales y urgentes, y ante la falta de voluntad de arrepentimiento por parte de la persona, se podrán infligir «penas perpetuas», entre ellas, «la dimisión del estado clerical cuando ciertas circunstancias lo exigieran».

Ahora bien, explica el prelado, en cada caso se dará «un legítimo proceso administrativo», en el que «el derecho a la defensa siempre debe ser garantizado».

Según estas facultades, se podrá declarar la pérdida del estado clerical en el caso de aquellos clérigos que hayan abandonado el ministerio «por un período superior a los cinco años consecutivos, y que persistan en esta ausencia voluntaria e ilícita del ministerio».

Ahora bien, aclara, en estos casos no se trata de un automatismo.

El celibato sacerdotal, concluye monseñor Piacenza, es «un don que la Iglesia ha recibido y quiere custodiar, más convencida que nunca de que es un bien para sí misma y para el mundo».

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ZENIT Staff

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