SANTIAGO, viernes, 5 junio 2009 (ZENIT.org).- El humanismo cristiano no es un curso opcional para las universidades católicas, es su valor añadido a cada disciplina, considera el secretario de la Congregación para la Educación Católica, el arzobispo Jean-Louis Bruguès O.P, en un documento que reproduce el último número de Revista Humanitas (www.humanitas.cl).
El texto, que recoge una conferencia del prelado francés pronunciada al visitar la Pontificia Universidad Católica de Chile, presenta la esencia de toda universidad que se considera y califica como católica.
Ante la actual tendencia a la fragmentación y a la falta de comunicación entre las materias enseñadas en las escuelas, el arzobispo recuerda el llamamiento de Benedicto XVI a «redescubrir la unidad del conocimiento».
Aduce al respecto que «corresponde a nuestras universidades despertar a esta ‘razón abierta’ de la que hemos hablado y, en consecuencia, abrir al humanismo cristiano todas las materias enseñadas».
«Tal humanismo no se presenta como una simple opción para los enseñantes o para los estudiantes, sino como una ardiente obligación. Después de todo, nadie obliga a un profesor a enseñar en una universidad católica; tampoco, nadie obliga a un joven a inscribirse en una universidad católica: hacerlo corresponde a firmar un acuerdo de orden moral, según el cual unos y otros se comprometen en esta perspectiva».
Recordando que «la verdad no puede caminar sin el amor», en palabras de Benedicto XVI, monseñor Bruguès convoca a las universidades a ser «un testimonio de comunidad educativa», evitando el desmembramiento de las relaciones.
«Para un cristiano, la universidad es, al mismo tiempo, un lugar de búsqueda y transmisión de la verdad y un lugar de encuentro. En este nuevo humanismo, se debe realizar una configuración inédita de las relaciones entre profesores y estudiantes».
Exhorta a las universidades a ser un testimonio de fe: «en primer lugar, la Iglesia desea que hayan en el seno de las Universidades, sean católicas o públicas, centros de confesión de la fe, que impliquen a los enseñantes y a los estudiantes. Este papel le pertenece a las diversas capellanías universitarias».
En este mismo sentido, agrega: «La Iglesia está en su derecho de esperar de parte de los responsables de la universidad católica un testimonio personal de compromiso en la vida eclesial. Aceptando su cargo, un rector o un docente, aceptan de participar, en la universidad o en el lugar que se encuentren, en la pastoral de la Iglesia».
«La Iglesia espera de sus universidades que estimulen el dar razón de la cultura cristiana y que la hagan presente de manera activa e ingeniosa en la construcción de la cultura del país».
El secretario de la Congregación para la Educación Católica concluye su exposición recordando que en agosto del próximo año 2010 se cumplen veinte años desde que fuera promulgada la constitución apostólica Ex corde Ecclesiae, lo que equivale al espacio de una generación.
Es entonces el momento de invitar a las universidades de las distintas zonas lingüísticas, expresó, a realizar en conjunto con la Congregación una actualización de ese texto fundamental, alentándolas así a desarrollar sus ideas y propuestas.
Isabel Margarita Lecaros