QUITO, miércoles, 17 junio 2009 (ZENIT.org).- Del 16 al 18 de junio en Quito, Ecuador, el Departamento de Comunión Eclesial y Diálogo del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) realiza el encuentro de obispos responsables y/o delegados de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) de América Latina y el Caribe con la Articulación Continental de CEBs.
El encuentro tiene como objetivo reflexionar, a la luz del Documento de Aparecida, sobre el tema: «CEBS discípulas misioneras de Jesús para que nuestros pueblos, en Él , tengan Vida», según informa la página web del CELAM.
En el encuentro participan siete obispos de seis conferencias episcopales, doce sacerdotes delegados de diez conferencias episcopales y seis miembros de la Articulación Continental de CEBs para un total de veinticinco participantes.
La ceremonia de inauguración dio inicio el martes 16 de junio con la presencia y presidencia de monseñor Raúl Vela Chiriboga, arzobispo de Quito, primado de Ecuador, quien presidió la eucaristía.
El programa se desarrolla utilizando el método: «ver, juzgar, actuar» para el análisis de las CEBs en el contexto eclesial después de Aparecida ante los desafíos de la realidad social, política económica, cultural.
Con la iluminación de las ponencias «Las CEBs discípulas misioneras a la luz de la eclesiología de Aparecida» y «Las CEBs en el compromiso de Misión Continental Permanente», a cargo del padre José Cobo y el señor Jaime Carmona, se ha buscado lograr un nuevo impulso a la vida y misión profética y santificadora de las CEBs.
El encuentro quiere reavivar las Comunidades Eclesiales de Base desde la perspectiva de la V Conferencia Episcopal de Aparecida, y analizar cómo las CEBs pueden reorientar su actividad pastoral con miras a formar discípulos misioneros de Jesús para colaborar en la nueva evangelización, haciendo realidad la encomienda de Aparecida de lograr ser una Iglesia en Misión Permanente, según informa el CELAM.
En la encíclica Redemptoris Missio (número 51) Juan Pablo II presentó las Comunidades Eclesiales de Base como una «fuerza evangelizadora», constituida por «grupos de cristianos a nivel familiar o de ámbito restringido, los cuales se reúnen para la oración, la lectura de la Escritura, la catequesis, para compartir problemas humanos y eclesiales de cara a un compromiso común».
Según este documento del magisterio pontificio, «son un signo de vitalidad de la Iglesia, instrumento de formación y de evangelización un punto de partida válido para una nueva sociedad fundada sobre la ‘civilización del Amor'».
Según la encíclica, «estas comunidades descentralizan y articulan la comunidad parroquial a la que permanecen siempre unidas; se enraízan en ambientes populares y rurales, convirtiéndose en fermento de vida cristiana, de atención a los últimos, de compromiso en pos de la transformación de la sociedad».
«En ellas cada cristiano hace una experiencia comunitaria, gracias a la cual también él se siente un elemento activo, estimulado a ofrecer su colaboración en las tareas de todos. De este modo, las mismas comunidades son instrumento de evangelización y de primer anuncio, así como fuente de nuevos ministerios, a la vez que, animadas por la caridad de Cristo, ofrecen también una orientación sobre el modo de superar divisiones, tribalismos y racismos», concluía el pontífice.