CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 26 junio 2009 (ZENIT.org).- El Año Paulino no sólo ha batido records de visitas de peregrinos a la tumba del apóstol san Pablo en Roma, ha servido además para que la Iglesia universal redescubra la importancia y el mensaje del apóstol de las gentes, explica el cardenal Andrea Cordero Lanza di Montezemolo.
El purpurado italiano, arcipreste dela Basílica de San Pablo Extramuros, hizo este viernes un balance sintético de estos doce meses para ZENIT al margen del encuentro que mantuvo con este motivo con los periodistas en la Sala de Prensa de la Santa Sede.
Redescubrimiento del mensaje de Pablo
Según explicó el cardenal, quien propuso al Papa la convocación de este año para la toda la Iglesia, el gran fruto recogido ha sido «dar a conocer mejor y meditar el riquísimo mensaje del apóstol de las gentes en sus escritos que, a menudo son difíciles y poco conocidos o interpretados mal».
«Lo que Pablo presenta es la Palabra de Dios como norma para nuestra vida de todos los días», sintetiza el purpurado al recoger el mensaje del apóstol.
Según el cardenal, nacido hace 83 años en Turín, este fruto ha podido recogerse en parte y sobre todo gracias al magisterio que durante estos doce meses ha ofrecido el Papa Benedicto XVI sobre la figura de Saulo de Tarso.
En particular, el cardenal evoca con gusto el momento en el que el Papa le anunció que al inicio de este años decidió interrumpir las catequesis de los miércoles sobre las grandes figuras de la historia de la Iglesia para dedicarse a profundizar en la vida y mensaje de Pablo.
«El Papa como doctor de la Iglesia como teólogo tiene una capacidad extraordinaria para hacer fáciles las cosas difíciles».
Por este motivo, reconoce, el gran fruto de este año ha podido tener lugar gracias a las catequesis del Santo Padre, pronunciadas entre el 2 de julio de 2008 y el 4 de febrero de 2009 y que ahora la Librería Editora Vaticana presenta en un volumen.
Entre los eventos eclesiales de este año, el cardenal subraya «la apertura del Sínodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios, que el Papa llevó a cabo el pasado mes de octubre en la basílica de San Pablo».
De hecho, en esa cumbre mundial de obispos, San Pablo, después de Jesucristo, fue el autor más citado.
Impacto ecuménico
Este fruto del Año Paulino, añade, no sólo ha podido constatarse en la Iglesia católica, sino que además se ha extendido «a todos los cristianos», alcanzando así un real impacto ecuménico.
Como ejemplo, cita la «Sinaxis», el encuentro de los patriarcas de las Iglesias Ortodoxas en Constantinopla, celebrado en octubre, en el que se propuso un congreso sobre san Pablo.
El otro fruto ecuménico de este año, explica, son las visitas de los patriarcas con amplias delegaciones de Iglesias orientales, católicas y no católicas, a la Basílica de san Pablo en Roma.
Han sido numerosas también las peregrinaciones a San Pablo Extramuros promovidas por Iglesias surgidas de la Reforma.
La Puerta Paulina sigue abierta
«El Año Paulino concluye», reconoce el cardenal, «pero los beneficios espirituales que ha suscitado en todo el mundo deben continuar»
La Puerta Paulina de la Basílica de la que es arcipreste seguirá abierta, y la llama que Benedicto XVI encendió al inicio de este año seguirá encendida, como manifestación de que estos frutos deben continuar irradiando a la Iglesia y al mundo.
En este sentido, el cardenal cree que este nuevo Año Sacerdotal, en el 150 aniversario del fallecimiento de san Juan María Vianney, santo cura de Ars, es una oportunidad para profundizar en los frutos del Año Paulino.
Con esta iniciativa, constata, el Papa presenta a los sacerdotes la figura de Pablo como modelo para sus vidas y de relación con Dios.
Por Mercedes de la Torre