CIUDAD DEL VATICANO, domingo 28 de junio de 2009 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso del Papa a la delegación del patriarcado ecuménico de Constantinopla, que se encuentra en Roma con ocasión de la festividad de los santos Pedro y Pablo y la conclusión del Año Paulino, al recibirla este sábado en audiencia en el Vaticano.
* * *
“Gracia a vosotros y paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo” (Ef. 1,2)
Venerables hermanos:
Con estas palabras, San Pablo, “apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios”, se dirige “a los santos” que viven en Éfeso y a los “fieles en Cristo Jesús” (Ef 1,1).
Hoy, con este anuncio de paz y de salvación, deseo darles la bienvenida en la fiesta patronal de los santos Pedro y Pablo con la que vamos a concluir el Año Paulino.
El año pasado, el Patriarca ecuménico, Su Santidad Bartolomé I, quiso honrarnos con su presencia para celebrar juntos la inauguración de este año de oración, reflexión e intercambio de gestos de comunión entre Roma y Constantinopla.
A su vez, nosotros tuvimos la alegría de enviar una delegación a las celebraciones análogas organizadas por el Patriarcado ecuménico.
No podía ser de otra manera en este año consagrado a San Pablo, que recomienda encarecidamente «conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz” y nos enseña que hay “un solo Cuerpo y un solo Espíritu” (Ef 4, 3-4).
Sed así bienvenidos, queridos hermanos que habéis sido enviados por Su Santidad el Patriarca ecuménico al cual, a su vez, llevaréis mi saludo caluroso y fraterno en el Señor.
Juntos, nosotros daremos gracias al Señor por todos los frutos y los beneficios que nos ha aportado la celebración de los dos mil años del nacimiento de San Pablo.
Nosotros celebraremos en la concordia la fiesta de los santos Pedro y Pablo, los protòthroni de los apóstoles, tal y como los invoca la tradición litúrgica ortodoxa, es decir, los que ocupan el primer puesto entre los apóstoles y son llamados “maestros de ecumene”.
Por vuestra presencia, que es signo de fraternidad eclesial, nos recordáis nuestro compromiso común en la búsqueda de la plena comunión.
Ya lo sabéis, pero me complace hoy volver a confirmar que la Iglesia católica está decidida a contribuir de todas las maneras que le sea posible al restablecimiento de la plena unidad, en respuesta a la voluntad de Cristo para sus discípulos y conservando en la memoria la enseñanza de Pablo que nos recuerda que hemos sido llamados “a una misma esperanza”.
En esta perspectiva, podemos entonces considerar con confianza el buen desarrollo de los trabajos de la Comisión mixta internacional para el diálogo teológico entre los ortodoxos y los católicos.
Ésta se reunirá el próximo mes de octubre para afrontar un tema crucial para las relaciones entre Oriente y Occidente, el de la “función del obispo de Roma en la comunión de la Iglesia durante el primer milenio”.
El estudio de este aspecto es indispensable para poder profundizar globalmente en esta cuestión en el marco actual de la búsqueda de la plena comunión.
Esta comisión, que ya ha realizado un importante trabajo, será generosamente recibida por la Iglesia ortodoxa de Chipre a la que expresamos desde ahora toda nuestra gratitud por su acogida fraterna y el clima de oración que envuelve nuestras conversaciones y facilitarán nuestra labor y la comprensión mutua.
Deseo que los participantes en el diálogo católico-ortodoxo sepan que mis oraciones les acompañan y que este diálogo tiene el pleno apoyo de la Iglesia católica.
De todo corazón, espero que los malentendidos y las tensiones producidas entre los delegados ortodoxos en las últimas sesiones plenarias de esta comisión sean superadas en el amor fraterno de manera que este diálogo cuente con mayor representación ortodoxa.
Muy queridos hermanos, quiero volver a daros las gracias por estar entre nosotros este día y quiero pediros que transmitáis mi saludo fraterno al Patriarca ecuménico Su Santidad Bartolomé I, al Santo Sínodo y a todo el clero, así como al pueblo de los fieles ortodoxos.
Que el gozo de la fiesta de los santos Apóstoles Pedro y Pablo que nosotros celebramos tradicionalmente el mismo día, llene vuestros corazones de confianza y de esperanza.
[Traducción del original francés realizada por Patricia Navas© Copyright 2009 – Libreria Editrice Vaticana]