ROMA, domingo 28 de junio de 2009 (ZENIT.org).- Aunque el Año Paulino se concluye, hay cosas que siempre formarán parte de la vida cristiana como “estar en camino junto con Pablo, con él y gracias a él conocer a Jesús, y como él ser iluminados y transformados por el Evangelio”.

Así lo señaló el Papa Benedicto XVI en su homilía durante las vísperas solemnes que presidió este domingo en la basílica de San Pablo Extramuros con motivo de la clausura del Año Paulino.

Orar ante los restos de San Pablo

A las seis de la tarde, el Pontífice entró en la basílica, donde fue recibido en primer lugar por su arcipreste, el cardenal Andrea Cordero Lanza, así como por el vicario de la diócesis de Roma, el cardenal Agostino Vallini.

Todos los cardenales y obispos de la Curia Romana, así como una delegación del patriarcado ecuménico de Constantinopla, participaron también en la ceremonia.

Cientos de peregrinos que no lograron entrar a la basílica clamaban desde el exterior con consignas como “Benedetto” y “Viva el Papa”.

Antes de iniciar las Vísperas, el Santo Padre descendió para orar unos minutos ante el sarcófago donde, según la tradición, yacen los restos del Apóstol de las Gentes.

La tumba de San Pablo estuvo cerrada al público durante varios siglos.

Con motivo de la celebración del Año Paulino, los restos fueron sometidos a un riguroso análisis de Carbono 14 que concluye que existe una alta probabilidad de que efectivamente los restos pertenezcan al apóstol.

“Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente” (Rm 12, 1 –2) fue la lectura que los fieles pudieron meditar durante estas Vísperas.

 “¿Qué nos dice San Pablo en este pasaje?”, preguntó el Papa, y prosiguió: “En primer lugar, afirma, como algo fundamental, que con Cristo se ha iniciado un nuevo modo de venerar a Dios, un nuevo culto”.

“Consiste en que el hombre viviente se convierte en adoración, “sacrificio” del propio cuerpo”, afirmó.

“Ya no existen las cosas ofrecidas a Dios ; es nuestra existencia la que debe convertirse en una alabanza a Dios”, añadió.

Peregrinos agradecidos con San Pablo

Desde tempranas horas de la tarde, cientos de personas rodeaban la basílica de San Pablo Extramuros.

Algunos movían sus abanicos para darse un poco de aire ante los calores típicos del verano romano, otros llevaban cámaras de fotos, y muchos, la invitación en la mano para entrar a la basílica.

Uno de los peregrinos era el Padre Luca, que había viajado a Roma con una peregrinación de jóvenes de la diócesis de Bologna.

“Para mí como sacerdote ha sido un año muy importante; San Pablo es un modelo de hombre dedicado totalmente al Evangelio hasta los confines de la tierra; su mayor riqueza fue la de haber encontrado en Cristo la belleza de ser salvado del pecado”, comentó el sacerdote.

“Hemos podido profundizar, leer junto con los fieles –añadió-. La clave de su pensamiento es el encuentro con Jesús que nos libera del pecado”.
 
Por su parte, la hermana Silvia, perteneciente a la comunidad de las hermanas salesianas, de la Madre del Cenáculo, aseguró que este año “lo sentimos como un proyecto de renovación espiritual y misionero”.

“San Pablo es importante para nuestro carisma salesiano, que es la emergencia educativa y el sistema preventivo”, dijo.

También aseguró que, durante este año, su comunidad ha logrado profundizar en sus Cartas, especialmente las cartas a los corintios y a los romanos.

“Hemos buscado poner en práctica la Palabra de Dios como comunidad y no sólo como personas individuales”, explicó.

ZENIT habló también con la voluntaria de la Asociación Nacional San Pablo en Italia Luisa Aspi, que, durante el Año Paulino, ha asistido a los peregrinos en la basílica, explicándoles el significado de la llama Paulina.

“Este año ha crecido mucho el número de peregrinos –destacó-. Se ve muchísima fe, muchas personas dejan una pequeña vela con lágrimas en los ojos”.

“Por aquí han pasado personas de todo el mundo: japoneses, chinos, coreanos, españoles, alemanes, ingleses, franceses, italianos, polacos, latinoamericanos, estadounidenses,... ”, testimonió Luisa.

“Para mí, San Pablo es un personaje importantísimo porque representa una persona que, a pesar de no haber visto lo que vieron los apóstoles, logró transmitir un espíritu grandísimo del cristianismo”, dijo.

“Nos ha enseñado a permanecer en la vía recta y a no dejarnos atrapar por las cosas más ligeras que al final no sirven”, concluyó Luisa.

Una vez finalizadas las Vísperas, el Papa atravesó la Puerta Paulina, la cual permanecerá abierta, igual que el acceso a la tumba del Apóstol de las Gentes, tras el final del Año Paulino.


Por Carmen Elena Villa