MÉXICO, sábado 31 de octubre de 2009 (ZENIT.org-El Observador).- Publicamos la reflexión de la Oficina de Comunicación de la Conferencia del Episcopado Mexicano sobre el cuidado y respeto del agua.
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La tutela del medio ambiente constituye un desafío para la humanidad entera: se trata del deber, común y universal, de respetar un bien colectivo destinado a todos, y así impedir su uso impune.
Es una responsabilidad que debe crecer, teniendo en cuenta la globalidad de la actual crisis ecológica y la consiguiente necesidad de afrontarla de manera general, ya que todos los seres dependen unos de otros en el orden universal establecido por el Creador.
El problema que se está viviendo actualmente, referente a la escasez de agua en el Distrito Federal, y en general en todo el país, es tan sólo una consecuencia de nuestros actos y de la falta de conciencia de muchos de nosotros.
El equilibrio natural que debe existir en nuestro mundo -proporcionado por el Creador- se ha corrompido por la mala administración de los recursos y nuestra poca capacidad de valorar lo que tenemos.
Debemos, sociedad y gobierno, reflexionar respecto a este problema y tomar acciones concretas para solucionarlo; cambiar algunos hábitos que nos pueden parecer insignificantes, harán la diferencia y nos asegurarán un mejor porvenir.
La responsabilidad de salvaguardar el medio ambiente, patrimonio común del género humano, se extiende no sólo a las exigencias del presente, sino también a las del futuro. Estamos obligados para con todos y no podemos desinteresarnos del futuro.
La solidaridad universal, que es un hecho y un beneficio para todos, es también un deber. Se trata de la responsabilidad que nuestras generaciones tienen respecto a las futuras, responsabilidad que incumbe también a cada Estado y a la misma Comunidad Internacional.