NUEVA YORK, jueves 8 de octubre de 2009 (ZENIT.org).- La Santa Sede pide a las Naciones Unidas una “renovada prioridad por los pobres”, recordó este martes el arzobispo Celestino Migliore, nuncio apostólico y observador permanente de la Santa Sede en la ONU, al intervenir en la 64 sesión de la Asamblea General en Nueva York.
Refiriéndose al“Informe del Secretario General sobre el trabajo de la Organización”, el prelado destacó que el año pasado, la comunidad internacional “tomó mayor conciencia de la fragilidad de la prosperidad y el crecimiento” a causa de la grave crisis que ha afectado a todo el mundo
Esa crisis ha lanzado “una serie de interrogantes sobre las causas y las consecuencias de la recesión económica y todavía más preguntas sobre cómo será el futuro”, dijo.
En este contexto, pidió promover “un renovado sentido del compromiso para afrontar los problemas mundiales”, trabajando en primer lugar “para asistir a los muchos países que no están en condiciones de responder a la crisis financiera y continúan afrontando los desafíos de la seguridad y el desarrollo”.
Para lograr este objetivo, declaró, resulta fundamental una “mayor solidaridad global” para “afrontar las implicaciones morales con las que el mundo se topa y dar una renovada prioridad a los pobres”.
Armas y cambio climático
En su discurso, el arzobispo Migliore se refirió a la Conferencia de Copenhague sobre el cambio climático que se celebrará en diciembre.
Destacó que la cumbre “examinará la capacidad de la comunidad internacional de trabajar juntos para afrontar un problema que tiene causas y consecuencias globales”.
“En la raíz del debate sobre el cambio climático, se encuentra la necesidad ética y moral de que los individuos, las empresas y los Estados reconozcan su responsabilidad en el uso sostenible de los recursos mundiales”, indicó.
De esta responsabilidad, añadió, deriva el deber, para todos los Estados y las multinacionales “que de alguna manera han hecho un uso desproporcionado o abusivo de los recursos globales, de apoyar su justo reparto”.
El observador permanente también se refirió “al acuerdo para trabajar por un instrumento legalmente vinculante sobre la importación, la exportación y la trasferencia de armas convencionales, la Convención sobre las bombas de racimo y el reciente consenso por parte de las mayores potencias nucleares de recudir los arsenales nucleares”.
Y reconoció que “ha habido un mayor compromiso por parte de algunos Estados para afrontar esas cuestiones fundamentales”.
De todos modos, añadió, “la proliferación de las armas nucleares y la voluntad por parte de algunos Estados de continuar gastando desproporcionadas cantidades de dinero en armas sugiere que deben dedicarse mayores esfuerzos si se quiere un auténtico progreso en el control y en la eliminación unilateral de estos instrumentos de destrucción”.
Sociedad civil
Para monseñor Migliore, los esfuerzos para renovar la obra de las Naciones Unidas no tendrán éxito “a menos que las organizaciones internacionales y cada Estado sepan incorporar la voz de la sociedad civil en todos los aspectos del trabajo de la Organización”.
Las sociedades de la sociedad civil, y sobre todo las organizaciones basadas en la confianza, destacó, tienen la “función fundamental” de “proporcionar asistencia humanitaria, promover la ley y sacar a la luz graves violaciones de los derechos humanos”
El observador permanente también recordó que “la corrupción generalizada, las pandemias, la mortalidad materna persistente en algunas regiones del mundo, la crisis económica, el terrorismo, la seguridad alimentaria, el cambio climático y las migraciones son elementos que muestran que, en un mundo cada vez más globalizado, las soluciones nacionales son sólo una parte de la fórmula para llegar a la paz y a la justicia”.
Estos problemas globales, subrayó, “requieren una respuesta internacional” y además es necesario que instituciones como las Naciones Unidas realicen las “reformas necesarias para responder a los desafíos de este mundo interconectado”.
Por ello, concluyó, la delegación vaticana se compromete a colaborar con la ONU “para ayudar a crear una organización guiada por el deber, la moralidad y la solidaridad con los más necesitados”.