El padre Damián une a Bélgica, más allá de diferencias; reconoce el Papa

Este sábado recibió a los reyes Alberto II y Paola

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo 11 de octubre de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI constató este domingo con satisfacción que Bélgica se ha unido alrededor de su nuevo santo, el padre Damián De Veuster, apóstol de los leprosos, superando las tensiones que dividen al país.

El Papa había recibido este sábado a los reyes de Bélgica, sus majestades Alberto II y su esposa Paola, que han venido a Roma para participar en la canonización del religioso flamenco de los Sagrados Corazones que entregó su vida por los leprosos de la isla hawaiana de Molokai (1840-1889).

En la homilía de la canonización, el Santo Padre constató que «la Iglesia en Bélgica se une una vez más para dar gracias a Dios por uno de sus hijos, reconocido como un auténtico servidor de Dios».

Las palabras del Papa tienen lugar en medio de las tensiones políticas y sociales que dividen a Bélgica, promovidas frecuentemente por la diversidad lingüística, en particular entre el francés y el flamenco.

Al presentar al padre Damián, amado por todos los belgas, sin distinción de idioma o región, el obispo de Roma constató que «esta noble figura nos recuerda que la caridad hace la unidad: la genera y la hace deseable».

«Siguiendo los pasos de san Pablo, san Damián nos arrastra a elegir la buenos combates (cf. 1 Timoteo 1, 18), no los que llevan a la división, sino los que unen», añadió.

«Nos invita a abrir los ojos a las lepras que desfiguran la humanidad de nuestros hermanos y reclaman todavía hoy, más que nuestra generosidad, la caridad de nuestra presencia servicial», afirmó.

Hablando en flamenco Benedicto XVI recordó que el padre Damián realizó su misión en Molokai «no sin miedo ni repugnancia» hasta llegar a ser «leproso con los leprosos».

Benedicto XVI recibió el sábado en la «Sala del Tronetto», anexa a la Biblioteca Privada, a los reyes de Bélgica con quienes analizó la situación en África y el respeto de los derechos humanos

Según ha informado posteriormente un comunicado de la Oficina de Información de la Santa Sede, después de la audiencia pontificia, Alberto II se entrevistó con el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado de Su Santidad, que estaba acompañado por el arzobispo Dominique Mamberti, secretario vaticano para las Relaciones con los Estados.

«En el curso de los cordiales coloquios se afrontaron cuestiones relativas a África y la política internacional, el respeto de los derechos humanos y el desarrollo de los pueblos», explica el comunicado.

«Recordando la historia de la Iglesia en Bélgica, se detuvieron en la importancia de la canonización del beato DamiánJozef De Veuster y en su ejemplaridad para Bélgica y para todo el mundo», añade la nota vaticana.

La reina Paola acudió al Vaticano vestida de blanco, como contempla el protocolo de la Santa Sede para las reinas católicas. El rey Alberto II hizo una genuflexión al tomar la mano del Papa. Los tres hablaron a solas durante veinte minutos.

El Papa les donó las medallas de Pontificado y rosarios y los reyes le obsequiaron con un bajorrelieve de cerámica del artista valón Max van del Linde, sobre las «Bodas de Caná».

La visita ha coincidido con el medio siglo de matrimonio entre Alberto II y Paola de Lieja Ruffo de Calabria, nacida en Italia.

Por Jesús Colina

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ZENIT Staff

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