VARSOVIA, viernes 16 de octubre de 2009 (ZENIT.org).- La auténtica tolerancia y el respeto “son una disciplina civil, no sólo una “actitud personal”, afirmó monseñor Anthony Frontiero, del Consejo Pontificio Justicia y Paz.
El prelado intervino como representante de la Santa Sede en el encuentro sobre realización de los compromisos asumidos en la “dimensión humana”, de la Oficina para las Instituciones Democráticos y los Derechos Humanos (ODIHIR) de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), celebrado en Varsovia del 28 de septiembre al 9 de octubre .
Concretamente, habló el 5 de octubre en la sesión dedicada al tema “Combatir el racismo, la xenofobia y la discriminación, centrando la atención también en la intolerancia y en la discriminación contra los cristianos y los miembros de otras religiones”.
En su discurso, monseñor Frontiero destacó que “incidentes de odio, discriminación, violencia e intolerancia contra los cristianos y los miembros de otras religiones continúan ocurriendo con demasiada frecuencia en la región de la OSCE y son sintomáticos de la falta de paz en el mundo”.
“El objetivo del compromiso de la OSCE para combatir la intolerancia y la discriminación contra los cristianos y contra los miembros de otras religiones no es de alguna manera “nivelar el campo de juego” o la indiferencia frente a distintas visiones del mundo, sino respetar de manera auténtica las diferencias entre nosotros”, advirtió.
En este sentido, monseñor Frontiero afirmó que “una ausencia de convicciones no es sinónimo de tolerancia, y, en ausencia de algunas nociones convincentes de la verdad que requieren que seamos tolerantes con quien tiene una idea diferente de la verdad de las cosas, sólo hay escepticismo y relativismo”.
Para la Santa Sede, una noción auténtica de tolerancia en sociedades plurales requiere, en cambio, que “al tratar con los no creyentes y con los que profesan una fe distinta, los creyentes comprendan que razonablemente cabe esperar que el disentimiento que encontraban continúe existiendo”.
Frente a los incidentes de intolerancia, discriminación y violencia contra los cristianos y contra los miembros de otras religiones, la delegación vaticana exhortó a la OSCE a concebir y promover “una nueva tolerancia”: “no aquella indiferente”, “sino una tolerancia auténtica, de diferencias cívicamente asumidas”.
Y añadió: “Respetar al otro como persona que busca la verdad y la bondad, permite a los creyentes y a los demás afrontar un diálogo que lleva al enriquecimiento recíproco, en lugar de a un escepticismo más profundo sobre la posibilidad misma de captar la verdad de las cosas”.