Manos Unidas y África: cooperación al desarrollo desde la fraternidad

Intervención de la presidenta de la obra de ayuda promovida por mujeres

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CIUDAD DEL VATICANO, 23 de octubre de 2009 (ZENIT.org).- Los cristianos ven la cooperación al desarrollo como un gesto de «verdadera fraternidad», ha explicado al Sínodo de los Obispos de África que concluye este domingo la presidenta de Manos Unidas.

Myriam García Abrisquet ha tomado la palabra en la asamblea para presentar cuál es el valor añadido que ofrecen los cristianos en su obra de caridad y promoción integral.

Lo hizo basándose en la experiencia de Manos Unidas, institución católica de ayuda surgida por mujeres en España, con cincuenta años de vida, en la promoción del desarrollo humano integral entre los colectivos más desfavorecidos de Africa y desde la vocación laical de esta institución.

«África tiene una extraordinaria cultura ancestral, valioso patrimonio que enriquece a quien tiene la suerte de poder acercarse a él. Sin embargo, en amplias zonas de este continente no están atendidas las necesidades más básicas, y esto es una herida profunda tanto para el pueblo africano como para todos los seres humanos», afirmó la presidenta de Manos Unidas.

«La Iglesia ofrece en África un testimonio magnífico en favor de la justicia, del perdón y de la paz. Las organizaciones eclesiales de desarrollo han de continuar apoyando este trabajo de la Iglesia en el continente», añade Myriam García.

«Deben, además, estar realmente junto al pueblo africano, acompañando sus procesos sin imposiciones», subrayó.

«Para asegurar el derecho a la alimentación, ha de favorecerse la agricultura familiar y hacer lo mismo en los demás frentes fundamentales del desarrollo: sanidad, educación, promoción social y promoción de la mujer», propuso.

Según esta madre de familia, «pocas consecuencias de las que perviven en la sociedad africana son tan perniciosas como la discriminación de la mujer. Éstas pueden jugar un importante papel en la resolución de conflictos».

«Es responsabilidad de todos trabajar en la transformación de los valores en los países del norte, denunciar las injusticias y fomentar en las grandes instituciones el cumplimiento de los compromisos adquiridos, cimentando de este modo un futuro más justo para el pueblo africano».

La presidenta pidió apostar «por hacer la cooperación al desarrollo desde la verdadera fraternidad».

«Queremos así contribuir a través de la caridad y la acción social a mostrar el maravilloso y entrañable rostro de Jesucristo y su Mensaje de salvación», concluyó.

Manos Unidas es una ONGD católica de voluntarios, que desde 1960 lucha contra la pobreza, el hambre, la malnutrición, la enfermedad, la falta de instrucción, el subdesarrollo y contra sus causas.
 
Nació como una campaña puntual contra el hambre y a partir de 1978 adquirió plena personalidad jurídica, canónica y civil, como organización, pasando a denominarse Manos Unidas. 
 
Para cumplir su objetivo, financia proyectos de desarrollo en los países del Sur y realiza campañas de sensibilización en España. 
 
África es el continente donde más proyectos de desarrollo financia.

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ZENIT Staff

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