CIUDAD DEL VATICANO, jueves 29 de octubre de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha aclarado este jueves el gran malentendido que se da en ambientes eclesiales, que conciben los medios de comunicación como simples «medios», olvidando que hoy han conformado la cultura.
Por este motivo, ha invitado a integrar el Evangelio en esta «nueva cultura» «creada por la comunicación moderna» para poder transformar il «continente digital» con «la única Palabra que puede salvar al hombre».
Esta fue la conclusión a la que llegó al recibir en audiencia a los participantes en la asamblea plenaria del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, a quienes dirigió un discurso en el que reflexionó en un pasaje del magisterio de Juan Pablo II considerado por los expertos como una de las cumbres de la reflexión cristiana sobre la comunicación.
Esta propuesta fue presentada por el Papa Karol Wojtyla en la encíclica «Redemptoris missio» (7 de diciembre de 1990) en la que afirmaba que «el trabajo en estos medios no tiene solamente el objetivo de multiplicar el anuncio. Se trata de un hecho más profundo, porque la evangelización misma de la cultura moderna depende en gran parte de su influjo».
Y añadía en el número 37: «No basta, pues, usarlos para difundir el mensaje cristiano y el magisterio de la Iglesia, sino que conviene integrar el mensaje mismo en esta ‘nueva cultura’ creada por la comunicación moderna».
Según aclaró Benedicto XVI, «la cultura moderna surge, antes aún que de los contenidos, del hecho mismo de que existen nuevos modos de comunicar con nuevos lenguajes, nuevas técnicas, nuevos comportamientos sicológicos».
«Todo esto constituye un desafío para la Iglesia –según el Papa–, llamada a anunciar el Evangelio a los hombres del tercer milenio, manteniendo inalterado el contenido, pero haciéndolo comprensible gracias también a instrumentos y medios armoniosos con la mentalidad y las culturas de hoy».
Por este motivo, el Papa hizo un llamamiento a quienes en la Iglesia trabajan en el ámbito de la comunicación y tienen responsabilidades de guía pastoral «a acoger los desafíos que plantean a la evangelización estas nuevas tecnologías».
El arzobispo Claudio Maria Celli, presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, tras la audiencia confirmó a ZENIT la importancia de esta reflexión ulterior de Benedicto XVI sobre el panorama que abrió Juan Pablo II, pues constituye el nuevo contexto en el que la Iglesia está llamada a evangelizar.
Este es el motivo, como confesó en la audiencia el mismo Papa, que le ha llevado a dedicar el Mensaje con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de este año al tema»Nuevas tecnologías, nuevas relaciones. Promover una cultura de respeto, de diálogo, de amistad».
Ese documento, añadió, pretendía alentar «a los responsables de los procesos comunicativos a todos los niveles, a promover una cultura del respeto por la dignidad y el valor de la persona, un diálogo arraigado en la búsqueda sincera de la verdad, de la amistad que no es fin en sí misma, sino capaz de desarrollar los dones de cada uno para ponerles al servicio de la comunidad humana».
En este contexto, el pontífice considera que la Iglesia está llamada a ejercer una «diaconía de la cultura» en el actual «continente digital», «recorriendo sus caminos para anunciar el Evangelio, única Palabra que puede salvar al hombre».
Benedicto XVI encomendó al Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales la tarea de «profundizar en cada elemento de la nueva cultura de los medios, comenzando por sus aspectos éticos, y ejercer un servicio de orientación y guía para ayudar a las Iglesias particulares a comprender la importancia de la comunicación, que representa hoy por hoy un punto firme e irrenunciable de todo plan pastoral».
De hecho, concluyó, los creyentes necesitan una valoración de las nuevas tecnologías mediáticas «apoyada siempre por una constante visión de fe, sabiendo que, más allá de los medios que se utilizan, la eficacia del anuncio del Evangelio depende en primer lugar de la acción del Espíritu Santo, que guía a la Iglesia y el camino de la humanidad».
Por Jesús Colina