La Santa Sede y Rusia llegan al ápice de sus relaciones

Anuncio tras la visita del presidente Medvédev al Papa

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 3 diciembre 2009 (ZENIT.org).- La Santa Sede y la Federación Rusa han dado un paso histórico al anunciar que entablarán plenas relaciones diplomáticas, en la conclusión de la visita que ha realizado en la tarde de este jueves el presidente de ese país, Dmitri Medvédev, a Benedicto XVI.

El primer coloquio entre el Papa y Medvédev duró 27 minutos. Precedentemente el presidente había mantenido un encuentro de 15 minutos con el secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, acompañado por el arzobispo Dominique Mamberti, secretario vaticano para las Relaciones con los Estados.

Roma y Moscú más cerca

Según informa una nota emitida por la Oficina de Información de la Santa Sede, «en el transcurso de los coloquios se ha expresado complacencia por ambas partes por las cordiales relaciones existentes y se ha acordado establecer plenas relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y la Federación Rusa».

Por su parte, la portavoz del presidente ruso Natalia Timakova, ha confirmado que el presidente ruso ha ordenado al Ministerio de Asuntos Exteriores «transformar la representación de la Federación de Rusia en el Vaticano en Embajada» y «refrendar los acuerdos alcanzados en los correspondientes documentos».

La Unión Soviética estableció relaciones diplomáticas con la Santa Sede en marzo de 1990, un año antes de su desintegración, y en enero de 1992 la Santa Sede reconoció a Rusia como sucesora jurídica de la URSS, estableciendo con ella relaciones a nivel de representaciones permanentes.

Según este acuerdo, el «representante» del Vaticano en la Federación Rusa, actualmente el arzobispo Antonio Mennini, también será reconocido como nuncio apostólico por Moscú.

Regalos

El Papa entregó al presidente una copia en ruso de su última encíclica «Caritas in Veritate», cuya impresión se concluyó el día anterior. A la luz de este documento, durante el encuentro, ambos mantuvieron «un intercambio de opiniones sobre la situación económica y política internacional».

Además, según indica la nota vaticana, «se analizaron los actuales desafíos planteados a la paz y la seguridad».

Por último, señala el Vaticano, «se habló de temas culturales y sociales de interés común, como el valor de la familia y la contribución de los creyentes en la vida de Rusia».

Medvédev regaló al Papa los 22 volúmenes que le faltaban de la Enciclopedia Ortodoxa. Los tomos precedentes le habían sido regalados por Vladimir Putin, quien ya había sido recibido por Benedicto XVI en el año 2007.

«No sabré leerlos», dijo el Papa con una sonrisa. El presidente le respondió: «Le ayudarán».

Medvédev no era mediador ecuménico

Ni el comunicado vaticano ni las declaraciones de la portavoz del jefe de Estado hacen mención a las relaciones entre la Santa Sede y el patriarcado ortodoxo de Moscú, que en los últimos tiempos han mejorado significativamente, en respeto de a las diferentes competencias.

En la víspera, el arcipreste Igor Vyzhanov, secretario del Departamento paras las Relaciones Exteriores del Patraircado de Moscú, declaró a Interfax que la visita del presidente no era «una misión de mediación» entre ambas iglesias, que tienen sus propios canales de comunicación.

Por este motivo, tampoco se ha hecho referencia en los comunicados a la posibilidad de una visita de Benedicto XVI a Rusia, pues la Santa Sede, en virtud de las relaciones de hermandad que le unen a la Iglesia ortodoxa, esperará a que antes tenga lugar una invitación del patriarca de Moscú, Su Beatitud Kirill.

Por su parte, el patriarca, en declaraciones a la última edición del semanario italiano «Panorama» declaró que los responsables de la Iglesia ortodoxa rusa «nunca han excluido la posibilidad de un encuentro, adecuadamente preparado, entre su Primado y el Papa», algo que no tiene lugar desde que estalló el cisma de Oriente hace casi mil años.

La Federación Rusa tiene una población de 140 millones de habitantes, de los cuales los católicos son unos 13 millones.

Por Jesús Colina

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ZENIT Staff

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