Sangriento inicio de año para los cristianos

Preocupación por la hostilidad de algunos países islámicos

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ROMA, 24 de enero de 2010 (ZENIT.org).- El inicio de año no ha sido ni mucho menos pacífico para los cristianos copto ortodoxos de Egipto. Seis adolescentes fueron asesinados a la salida de la Misa del Gallo del 7 de enero, día de Navidad según el calendario copto.

Un guardia musulmán también fue asesinado y nueve personas heridas por unos pistoleros que dispararon desde un coche delante de la Iglesia de la Virgen María en la ciudad de Naq Hamadi, informaba Associated Press el 7 de enero.

Tras los asesinatos hubo choques entre la policía y la muchedumbre de manifestantes coptos. El 13 de enero se dieron otras protestas, cuando cerca de dos mil cristianos coptos se reunieron fuera de la Catedral de Abbasiya, la iglesia más grande de Egipto, informaba el mismo día Reuters.

Según el reportaje, tres sospechosos fueron detenidos tras los disparos. Las fuerzas de seguridad detuvieron además a otros 16 musulmanes y a 13 cristianos tras las protestas de Naq Hamadi.

En una información del 9 de enero, el arzobispo Youhannes Zakaria, obispo católico copto de Luxor, declaró a la agencia de noticias Fides que la situación de seguridad había mejorado, pero pedía las oraciones de los cristianos del todo el mundo.

«Hubo también un positivo encuentro entre líderes religiosos cristianos y musulmanes en el que reafirmaron su compromiso universal por la paz y la reconciliación», contaba a Fides.

El arzobispo Zakaria explicó que normalmente, en las aldeas, los cristianos y los musulmanes viven juntos pacíficamente, pero que hay una minoría extremista que está intentando minar esta coexistencia.

Restricciones

Los cristianos suman el 10% de la población de 78 millones predominantemente musulmana de Egipto y se enfrentan a dificultades para poder practicar libremente su fe.

Un asunto espinoso es el de las conversiones. El 10 de diciembre, Reuters publicaba el caso de Ayman Raafa, un egipcio nacido cristiano, pero cuando tenía nueve meses automáticamente se le hizo musulmán al convertirse su padre al Islam.

Ahora, con 23 años, Raafa ha entablado una batalla legal para lograr que el Estado reconozca que es cristiano. Forma parte del grupo de 40 hombres que han planteado una demanda judicial para que su documento de identidad pueda mostrar que son cristianos.

Reuters citaba a su abogado, Peter El-Naggar, que declaraba que los hijos de los convertidos del Islam normalmente no logran un nuevo documento de identidad en el que conste que son cristianos. Por el contrario, indicaba, si alguien se convierte al Islam su documento de identidad se cambia en 24 horas.

La libertad de expresión es otro problema. El pasado 8 de noviembre, Compass Direct News informaba de la situación de un bloguero cristiano copto de Egipto que había estado en prisión sin cargos durante más de un año.

Hani Nazeer, un asistente social de un instituto de Qena, Egipto, es autor del blog «Karz El Hob». Tuvo problemas con las autoridades cuando algunos adolescentes visitaron su blog y pulsaron un link que les condujo a una copia de «La Cabra de Azazil en la Meca», una novela escrita bajo el seudónimo de padre Utah. Según Compass News Direct, el libro es una respuesta a «Azazil» una novela de Yusuf Zidane, crítica con el cristianismo.

A pesar de no haber sido acusado, a Nazeer se le puso en prisión con criminales condenados. También ha declarado que las autoridades le presionaron para que se convirtiera al Islam.

En nombre de Alá

Otro país donde sufren presiones los cristianos por parte del Islam es Malasia. Poco después de Navidad, surgieron tensiones por la utilización de la palabra Alá en los textos cristianos para referirse a Dios.

Este tema ha sido punto de conflicto desde hace tiempo, como explicaba el 17 de diciembre  un reportaje de Australia Network News.

En el 2007, la Iglesia católica planteó una demanda legal en nombre del Catholic Herald, una publicación semanal distribuida entre los 850.000 católicos de Malasia. Esto ocurrió dada la postura del gobierno malayo de que la palabra se usara exclusivamente por parte de los musulmanes.

El caso alcanzó  los titulares cuando, con el nuevo año, el Tribunal Supremo Malayo dictaminó que se debería permitir a los católicos usar el término Alá. El veredicto mantiene el derecho constitucional del semanario Herald de la Iglesia a referirse a Jesucristo como hijo de Alá, informaba en su reportaje del 4 de enero el Wall Street Journal.

El artículo también comentaba que la palabra Alá ha sido usada por los cristianos malayo parlantes durante siglos. De hecho es de uso común de los cristianos en los países de lengua árabe.

El padre Lawrence Andrew, redactor del Herald, afirmaba, según el Wall Street Journal, que en malayo no hay otro término para Dios.

Tras la sentencia, surgieron inmediatamente protestas y, como resultado, el alto tribunal suspendió la sentencia pendiente de apelación, informaba el 6 de enero Agence France Presse.

El reportaje decía que el padre Andrew había advertido de una campaña de intimidación que incluía ataques de hackers contra la página web del semanario. «Creemos que estas acciones (están pensadas) para crear un clima de miedo y que se perciban como una amenaza a la seguridad nacional de manera que se presione al tribunal para que cambie la sentencia», afirmaba en una declaración.

Iglesias atacadas

En los días que siguieron a la decisión del tribunal tuvieron lugar ataques contra las iglesias cristianas en Malasia. El 7 de enero Associated Press informaba que la Iglesia Metro Tabernáculo, protestante, en un suburbio de la capital Kuala Lumpur, fue destruida por el fuego.

Un reportaje del mismo día de Reuters informaba que otras dos iglesias fueron atacadas. Se lanzaron bombas incendiarias en el complejo de la iglesia católica de la Asunción y en la iglesia protestante Capilla de la Vida – en el distrito de la periferia de Petaling Jay; afortunadamente ambas no explotaron.

Esto fue seguido por ataques incendiarios a un colegio de monjas y a una iglesia anglicana en la ciudad de Taiping, informaba el 9 de enero el Washington Post.

«Estamos alarmados con la escalada de violencia y pedimos a las autoridades que se tomen esto en serio», decía a Reuters el reverendo Hermen Shastri, secretario general del Consejo de las Iglesias de Malasia.

Poco después se lanzaban más bombas incendiarias a dos iglesias más y otra iglesia era embadurnada de pintura negra, según un reportaje de Associated Press el 10 de enero.

«Los cristianos rezan y no están respondiendo a las provocaciones», declaraba a Fides el arzobispo de Kuala Lumpur el 9 de enero. El arzobispo Murphy Pakiam decía: «Queremos ser una comunidad que vive en diálogo y extiende la paz por la nación».

El 11 de enero Fides informaba de las declaraciones de la Conferencia Episcopal Malaya: «Debemos actuar en armonía y buscar la necesaria cooperación del gobierno y de las altas autoridades religiosas para restaurar un ambiente pacífico para la sociedad malaya».

A pesar de todo, siguieron los ataques. El 14 de enero, Associated Press informaba de que un grupo de vándalos había pintado de rojo la Iglesia de Santa Isabel al sur del estado de Johor. Era la décima iglesia atacada o dañada en la ola de violencia tras la decisión del tribunal. Además, unos ladrones registraron las oficinas de la firma de abogados que defiende a los cristianos en su lucha por el uso del término Alá.

No a la violencia

En su mensaje del ángelus del 10 de enero, Benedicto XVI condenaba el uso de la violencia. No mencionó a ningún país en particular, pero indicó estar preocupado por la violencia contra los inmigrantes y en otros países.

Unos días antes se habían producido violentos enfrentamientos entre los habitantes locales y los inmigrantes africanos en l
a ciudad italiana de Rosamo, Calabria, al sur de Italia.

«La violencia no debe ser nunca, para nadie, la manera de resolver las dificultades», insistía el Pontífice.

«El problema es ante todo humano. Invito a contemplar el rostro del otro y a descubrir que tiene un alma, una historia y una vida: es una persona y Dios lo ama como me ama a mí», concluía el Papa.

Palabras a las que no se presta atención en muchos países.

Por el padre John Flynn, L. C., traducción de Justo Amado

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ZENIT Staff

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