CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 18 de abril de 2010 (ZENIT.org).- Estos cinco años de pontificado de Benedicto XVI, cuyo aniversario se celebra este lunes, 19 de abril, han servido para hacer brillar la luz de Cristo y no la propia, considera el portavoz de la Santa Sede.
El padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, hace este análisis en el editorial del último número de «Octava Dies», semanario del Centro Televisivo Vaticano.
«El tiempo ha pasado rápidamente y los acontecimientos han sido intensos en los cinco años ya cumplidos de este pontificado –reconoce–. Para leerlos correctamente hay que volver necesariamente con el pensamiento a la Capilla Sixtina, la mañana posterior a la elección, cuando el nuevo Papa recogió la herencia espiritual de su gran predecesor e indicaba las prioridades que habrían orientado su servicio ‘en la viña del Señor'».
En aquel mensaje dirigido a los cardenales electores al final de la Concelebración Eucarística (20 de abril de 2005) se encuentran resumidos los objetivos de este pontificado, que el padre Lombardi desarrolla en su editorial.
Entre esos objetivos, destaca su servicio a «la relación del hombre con Dios, revelado por Jesucristo, encontrado particularmente en la Eucaristía, en el culto de la Iglesia», así como «el compromiso ‘sin ahorro alguno de energías’ para reconstruir ‘la plena y visible unidad de todos los seguidores de Cristo'».
El pontífice formuló en su primer día de pontificado también el deseo de responder a las «peticiones de ayuda por parte de la humanidad de hoy que, turbada por incertidumbres y temores, se interroga sobre su futuro».
Asimismo, se comprometió a favor del diálogo «abierto y sincero» con lo seguidores de las otras religiones o con aquellos que sencillamente buscan respuestas a las preguntas fundamentales de la existencia, «para la búsqueda del verdadero bien del hombre y de la sociedad».
«No hay duda de que estas han sido las prioridades del pontificado –constata el padre Lombardi–. Llevadas a cabo con coherencia y valentía en un contexto muchas veces lleno de tensiones y de obstáculos. Pero Benedicto XVI decía que no quería brillar él, sino hacer brillar, sino la luz de Cristo».
Así explica el portavoz los viajes que ya caracterizan este pontificado, en particular, Auschwitz, Estambul, Nueva York, Sydney, París, África, Jerusalén, al igual que su presencia en sinagogas y mezquitas, así como sus encíclicas sobre la caridad, sobre la esperanza, sobre la ética en el desarrollo, en la economía y en el respeto del ambiente,
«Un balance rico y lleno, de servicio a Dios y a la humanidad. Un camino a proseguir con rumbo seguro», concluye el padre Lombardi.