ROMA, martes 20 de abril de 2010 (ZENIT.org).- Al término de su viaje a Chile (5-15 de abril), el cardenal secretario de Estado Tarcisio Bertone ha concedido una entrevista a L’Osservatore Romano, Radio Vaticano y el Centro Televisivo Vaticano que publicamos a continuación.

 



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- En repetidas ocasiones usted, eminencia, ha transmitido al pueblo chileno la solidaridad del Papa en este difícil mometo del post-terremoto: ¿se ha podido hacer una idea precisa de la gravedad del seísmo y de las ayudas proporcionadas a la población?

Cardenal Bertone: Encontrándonos entre dos grandes aniversarios del Papa Benedicto XVI –su cumpleaños, que es el 16 de abril, y el quinto anivesrario de su elección, el 19 de abril- querría en primer lugar manifestar el gran afecto, la comunión, la solidaridad del pueblo chileno con el Pontífice.

He llevado la cercanía del Papa a todos los encuentros que he tenido en este largo viaje a Chile. Pero al mismo tiempo, adultos, jóvenes, comunidades de creyentes, autoridades y pueblo chileno me han manifestado un gran amor por el Papa y me han pedido que le lleve su afecto, la oración, el reconocimiento, la plena solidaridad con su misión, su magisterio amable, valiente y convincente.

He podido constatar desgraciadamente la gravedad del terremoto y del maremoto especialmente en torno a Concepción y en el centro de la capital, Santiago.

La primera impresión, verdaderamente impresionante, la tuve descendiendo con el avión y viendo el puente derrumbado, que permanecía interrumpido a causa del terremoto, que causó dificultad en las comunicaciones y calles en mal estado.

En la capital, las construcciones antisísmicas se han mantenido, así como las de los salesianos, mientras que en Concepción y en sus entornos los daños son evidentes y muy graves.

Son graves sobre todo por la destrucción de las casas y las fábricas, con el consiguiente bloqueo de la producción.

Después paseé por una zona duramente afectada, todavía llena de escombros como Talcahuano, donde inauguramos una capilla como signo de la voluntad de reconstrucción.

Allí había una población muy pobre y probada, que pedía la ayuda de la oración y manifestaba su afecto al Papa.

Inauguró diría con orgullo la capilla porque quería un lugar de oración, un lugar de encuentro como una de las primeras realizaciones, tras la destrucción del terremoto. Éste es un signo muy positivo.

- Las informaciones de la prensa internacional sobre su visita a Chile indican que usted ha quedado maravillado por la religiosidad popular y por la vocación mariana del pueblo chileno. ¿Qué es lo que más le ha impresionado?

Cardenal Bertone: Se ven por todas partes los signos de la religiosidad popular, los santuarios dedicados a la Virgen.

Lo que más me ha impresionado es una bella tradición chilena, la tradición del Cuasimodo que presidí en la periferia de Santiago.

Cuasimodo recuerda la famosa antífona del domingo después de Pascua, quasi modo geniti infantes.

Es la tradición de llevar la santa Comunión a los enfermos el primer domingo después de Pascua y en el tiempo pascual en general.

Esta vez, el arzobispo de Santiago ha querido que fuera yo quien llevara la comunión en la parroquia de La Colina.

En esa zona se lleva el Santísimo Sacramento en el sagrario sobre un carro cubierto, antiguo, muy adornado, deteniéndose junto a las casas de los enfermos que desean recibir la Comunión.

Salimos de una capilla –toda la gente del lugar estaba en las calles para recibir la bendición del Señor, para cantar las alabanzas a Jesús presente en la Eucaristía- escoltados por más de tres mil jinetes con una especie de ornamentos sacerdotales y con las banderas de Chile.

Todos a caballo acompañaban al sacerdote, en este caso el secretario de Estado, que llevaba la santa Comunión de lugar en lugar, de pueblo en pueblo.

La gente en las calles se arrodillaba para recibir la bendición y todos cantaban cantos a Jesús Eucaristía y a la Trinidad, “Santo, santo, santo, el Señor Dios del universo” –repetían- y tocando la campanilla, un grupo de jinetes cantaba, en español naturalmente, “Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo”.

Después nos deteníamos y recibían la Comunión con toda la familia del enfermo reunida.

Cuando concluímos y depositamos al Santísimo Sacramento en una capilla, todavía había muchísima gente en la calle que nos saludaba, a nuestra vuelta al centro de la capital. Una bellísima tradición.

La devoción a la Virgen está marcada también por momentos históricos característicos, como el momento de la independencia.

Como la Virgen ayudó en la famosa batalla de la independencia, cerca de Maipú, se le construyó el santuario como voto tras la victoria, por la que la Virgen es venerada cmo Nuestra Señora del Camen, pero se le llama la Generala de las fuerzas armadas.

La imagen, antiquísima, de la Virgen está cubierta con los mantos bordados según la tradición mapuche u otras tradiciones antiguas de los autóctonos, muy bellas.

Allí celebramos el centenario de la institución del ordinariato militar para la asistencia pastoral a las fuerzas armadas que se ponen bajo la protección de la Virgen y son muy estimadas por el pueblo porque, más allá de episodios particulares, son personas que tienen un fuerte sentido de la solidaridad y de la presencia de Dios.

También, además, por el terremoto, miles y miles de soldados –como sucede también en otros Estados afectados por desastres naturales- han hecho todo lo posible para ayudar a las poblaciones afectadas y se relevan en grupos de diez mil militares en esta obra de asistencia, de reconstrucción.

- Usted se reunió con las nuevas autoridades chilenas. ¿La relación de respeto entre Estado e Iglesia, pero también de colaboración, continuará? ¿Y cuáles son los desafíos y prioridades más importantes en esta relación?

Cardenal Bertone: Es costumbre, cuando voy de visita a diversos países, reunirme siempre también con las autoridades políticas.

Me reuní con el presidente de la República, el ministro de Asuntos Exteriores, otros ministros, tanto en momentos de intercambio como en desayunos ofrecidos por estas autoridades.

Y el ministro de Defensa y el ministro de la Secretaría general de la presidencia de la República fueron al santuario de Maipú.

Hablé con ellos sobre el momento presente tras el terremoto, los problemas de la reconstrucción no sólo de las casas y las fábricas, sino también de las iglesias, porque muchísimas iglesias –iglesias de gran valor histórico y artístico, han sido dañadas o han resultado gravemente afectadas.

En este sentido, hay un proyecto de ley; pero es un hecho la gran participación de la Iglesia en la reconstrucción, una contribución esencial en la asistencia a las poblaciones afectadas, a través de Caritas chilena, Caritas Internationalis y muchas otras instituciones, como las conferencias episcopales, por ejemplo la Conferencia Episcopal Italiana, que se han puesto naturalmente a disposición para las ayudas, con la voluntad de responsabilizarse de proyectos específicos de reconstrucción.

Por tanto, el problema de la reconstrucción emergió inmediatamente; después, la cuestión de las relaciones entre el Estado y la Iglesia en Chile, relaciones que son positivas y prometedoras.

En la historia de Chile, estas relaciones se han desarrollado de manera positiva ya desde el momento de la independencia.

Y después hemos dirigido la atención a las relaciones entre Chile y los países vecinos, especialmente con Argentina después del Tratado de paz.

Además, está el gran proyecto de excavar un túnel bajo la cordiller a de los Andes para unir Chile y Argentina.

Por supuesto, no ha faltado tocar esos principios fundamentales que están en el corazón de la Iglesia católica y también en la presidencia chilena, es decir el principio de la tutela de la vida, de la tutela de la familia en su proyecto original, la tutela también del principio de libertad de educación.

El sistema educativo en Chile está bien organizado y también las escuelas católicas que tienen convenio con el Estado para su proyecto educativo son muy estimadas y reciben una ayuda económica del Estado, según también el número de alumnos, porque hacen un servicio público y cuentan con el favor de la población.

Después, el cuarto principio, importantísimo, el principio de la solidaridad, por tanto el principio de la tutela del bien común, conjugando responsabilidad y solidaridad.

- Su conferencia sobre la presencia de la Iglesia y del catolicismo durante los dos últimos siglos, ofrecida en el marco de las celebraciones del bicentenario, ha tenido un gran eco en la prensa latinoamericana. ¿Cómo sienten y viven los latinoamericanos –en este caso, los chilenos- este vínculo, esta presencia?

Cardenal Bertone: La presencia de la Iglesia se percibe mucho en toda la historia de América Latina, y sobre todo en la historia de Chile.

Además, en este momento histórico, la presencia de la Iglesia se ha visto en seguida como una presencia fraterna y maternal en la gravedad de las circunstancias vividas por la población.

Pero en la historia de Chile, desde sus inicios en la lucha por la independencia, han sido protagonistas personas de gran fe y personas de Iglesia.

Dicen: “La Iglesia ha desarrollado una función muy importante también en la conquista de la independencia y en la construcción del joven Estado chileno”.

No hay que olvidar que Chile fue el primer país de América Latina que envió una misión a Roma y que pidió una misión diplomática de Roma en Chile.

Vino a Roma un famoso canónigo, protagonista también de la independencia, el canónigo José Ignacio Cienfuegos.

Y de Roma se mandó una misión diplomática –con mucha dificultad para llegar allí- dirigida por monseñor Muzzi, acompañado del joven monseñor Mastai Ferretti, que fue después Pío IX.

Pío IX nunca olvidó a Chile y apoyó, a pesar de las polémicas que surgieron precisamente en esta misión de monseñor Muzzi, y defendió las relaciones diplomáticas entre Chile y la Santa Sede. Ésta es una señal positiva desde el inicio de la independencia.

Después ha sido muy apreciado el trabajo educativo del clero, de muchas congregaciones y, de manera particular, del gran santo social chileno: el padre Alberto Hurtado, considerado un campeón, un pionero de la doctrina social de la Iglesia, fundador de los sindicatos cristianos.

Él es el ejemplo concreto de esta interacción entre Iglesia y sociedad, que ha forjado a Chile como un país maduro, libre, democrático, basado en la asimilación de la doctrina social de la Iglesia.

- Chile experimenta también un gran crecimiento económico. ¿Por qué ha insistido usted en no olvidar que en el centro de la economía está siempre la persona humana?

Cardenal Bertone: Desde el punto de vista económico, Chile está entre los países de América Latina que emergen por su robustez económica.

Debo decir que también los empresarios venidos de lejos –emprendedores italianos, croatas y de otras naciones- se han implantado bien en Chile, con gran sentido de responsabilidad social corporativa. 

Aquí está esta idea de la Caritas in veritate: responsabilidad social corporativa, que me parece que ha estado presente.

Tuve un encuentro con los empresarios, y este encuentro fue muy positivo también para los fines de la reconstrucción de Chile, porque me mostraron también los proyectos para la reconstrucción y la voluntad de destinar parte de los beneficios de sus empresas –mineras, por ejemplo- para la reconstrucción.

Hay una buena relación entre empresarios y universidad, por ejemplo con las universidades católicas, que es muy importante, porque hace emerger a los jóvenes con más talento y a los que no pueden acceder a las especializaciones de los grados superiores.

Para eso está el sistema de las becas de estudio proporcionadas por las empresas. Es un sistema muy productivo para la formación de núcleos dirigentes, de núcleos profesionales.

El magisterio reciente de Benedicto XVI fue la línea que me guió en los mensajes que he llevado a los distintos grupos.

La idea de la Caritas in veritate es que el desarrollo debe ser desarrollo de toda la persona y de todas las personas: ésta es la idea fundamental.

De toda la persona y de todas las personas, por tanto si dejar de lado a ninguna, en cuanto sea posible.

- Recordando la mediación papal entre Chile y Argentina, usted ha destacado la eficacia del diálogo para mantener la paz entre los Estados. ¿Es un ejemplo todavía actual para conflictos internacionales que perduran?

Cardenal Bertone: Es un ejemplo extraordinario, porque como se sabe y como se ha recordado también en las celebraciones del vigésimoquinto aniversario, se había llegado al borde de la guerra y de una guerra que habría sido devastadora para los dos países.

La guerra se evitó –se puede decir- finalmente, precisamente por la mediación de la Iglesia.

En situaciones de conflictos entre poblaciones, muchas veces la Iglesia –cité también algunas mediaciones en África durante el primer Sínodo africano- es invitada precisamente a mediar entre las facciones contrapuestas y rivales, a veces en el interior de un mismo Estado.

Sin embargo, para que esta mediación tenga eficacia, es necesaria la elección de personas valientes y clarividentes por parte de la Iglesia –recordemos sólo al cardenal Samorè y a sus colaboradores- pero también por parte de los Estados, porque las delegaciones también deben estar convencidas de la posibilidad de lograr los resultados y no colocar un muro contra otro mro.

En todo caso es el diálogo el que vence, como decía Pablo VI: no hay otros caminos porque vemos que los otros caminos –el camino de las armas, el camino de las contraposiciones- no dan frutos.

- Usted ha tocado también el tema de los jóvenes y de la pastoral juvenil. ¿Le ha motivado también el hecho de que la disminución de las vocaciones sacerdotales y el problema de la formación de jóvenes líderes políticos pueda afectar a las Iglesias de América Latina?

Cardenal Bertone: Sin duda. América Latina es un continente joven, en un continente donde la población juvenil –también la población infantil- es mayoritaria.

Y por tanto existe la cuestión de preparar, de educar para asumir una misión, una función en la sociedad, así como la de formar sólidas personalidades basadas en valores profundos humanos y cristianos.

En América Latina hubo en las pasadas décadas un boom de vocaciones, todavía hay países que realmente pueden presumir de muchas vocaciones al estado sacerdotal, pensemos en México.

Pero en Chile la escasez de vocaciones se nota también en las congregaciones religiosas: es un problema real.

Por tanto, hay que formar a los jóvenes a esta asunción de responsabilidad social, ya sea en la dedicación y en la respuesta a Cristo que llama a participar en su misión de salvación, ya sea en la responsabilidad en las congregaciones religiosas, en los institutos de vida consagrada con el estupendo trabajo que hacen los diversos institutos de vida consagrada, ya sea en la vida social, por tanto en la preparación para desarrollar tareas de naturaleza específicamente política.

Y he visto que los jóvenes responden. Visité algunas universidades católicas: la Universidad Católica de Santiago, me encontré también con el superior de los jesuitas y visité la Uni versidad Raúl Silva Henríquez (la universidad sostenida por los salesianos).

Las universidades llevan a cabo muchos cursos de formación en doctrina social de la Iglesia y tienen una respuesta firme y generosa por parte de muchos jóvenes.

Tuve un encuentro con jóvenes líderes comprometidos en política, en la sociedad, en la escuela, comprometidos ya a nivel de colaboración con los varios ministerios del Gobierno chileno, jóvenes de entre 22 y 38 años, jóvenes bien motivados en lo que se refiere a la religión y formados con la base sólida de la doctrina social de la Iglesia.

Me encontré con muchos jóvenes: tuve tres encuentros con los jóvenes -un encuentro en Punta Arenas, un encuentro en Concepción y un encuentro en Santiago-, con miles de jóvenes, encuentros muy interesantes centrados sobre todo en el tema de la educación a la responsabilidad.

Por tanto, creo que éste es un tema muy importante, un camino por recorrer, ya sea para suscitar respuestas positivas a la vocación sacerdotal, ya sea para suscitar respuestas positivas al servicio social, al servicio del bien común y al compromiso político de los jóvenes.

Me parece que los jóvenes dan respuestas positivas: es posible que sean todavía grupos pequeños, pero muchos grupos en diversas instancias de la sociedad chilena

- Hay un problema que no afecta a la Iglesia chilena en particular, sino un poco a la Iglesia universal, en este momento: ¿cómo cree usted que saldrá la Iglesia del delicado problema de los abusos sexuales del clero?

Cardenal Bertone: Me parece que en estos días, el Papa nos ha dado una línea muy clara, una línea de profundización en los comportamientos y de gran compromiso de fidelidad a Cristo, de lealtad a la propia misión, según la vocación de cada uno.

Me parece que la primera indicación que el Papa confirmó en la Capilla Paulina, hablando a los miembros de la Comisión Bíblica Pontificia, es la de la purificación y la penitencia, para asumir con decisión la propia misión según el proyecto de Dios.

La segunda línea es un valiente y fuerte compromiso educativo, porque éste es el ámbito en el que se forman los niños, los jóvenes, los formadores, y por tanto aquí hay que dar los valores que sean la savia de la vida, de los comportamientos de los jóvenes y de los que se ocupan de los jóvenes.

El compromiso educativo -que siempre ha sido una característica de la Iglesia, en la historia de la Iglesia, y que en Chile ha tenido grandes protagonistas como el santo social Alberto Hurtado, que escribió tanto sobre los problemas eduativos, fundó una revista y los sindicatos cristianos- es una pista para recorrer con seriedad, con fuerza el camino para construir la personalidad del tercer milenio, forjada sobre la ley evangélica.

Y después, la tercera línea –estamos al final del Año Sacerdotal-: la renovación de la misión sacerdotal, según el proyecto de Cristo, que es modelo de todo sacerdote, y según los grandes mensajes que el Papa ha dado en este Año Sacerdotal.

En el encuentro con los sacerdotes y también en el encuentro con el episcopado de Chile, me preguntaban: ¿cómo seguir tomando los mejores elementos del Año Sacerdotal y llevarlos a la vida, de manera que no se cierre un ciclo con la clausura del Año Sacerdotal?

Éste es precisamente el compromiso en el que todos debemos estar implicados, sobre todo los candidatos al sacerdocio y los sacerdotes, de acuerdo con su misión.

Y querría concluir con una bella expresión de san Alberto Hurtado, que ha sido un santo social pero muy devoto de la Virgen (recordemos la devoción mariana del pueblo chileno).

Él dirige esta oración a la Virgen, con la que concluí la celebración en el Santuario de san Alberto Hurtado: “María, míranos. Si tú nos miras, el Señor nos mirará. Madre mía, míranos. De tu mano llévanos muy cerca de Él -del Señor-, que aquí queremos morar”.

Por tanto, la “cercanía” a la Virgen y al Señor da seguridad también al cumplimiento de la propia misión.


[Traducción del italiano por Patricia Navas]