LA VALLETTA, miércoles 14 de abril de 2010 (ZENIT.org).- Un “gran privilegio” poder acoger al Papa y “abrir a Benedicto XVI las puertas de 'su' casa en Malta”. Con estos sentimientos, monseñor Tommaso Caputo, nuncio en Malta, se prepara a acoger a Benedicto XVI, que el sábado y domingo próximos estará en visita apostólica en la Isla.

“Será una peregrinación a los orígenes de la fe”, dice el nuncio a ZENIT, que tiene lugar “en la inmediata vigilia del quinto aniversario de su elección a la Cátedra de Pedro”. “Una coincidencia no sólo significativa, sino providencial”.

-Tras años al servicio de la Santa Sede en la Secretaría de Estado, ¿con qué sentimientos se dispone a acoger al Santo Padre en Malta como nuncio?

Monseñor Caputo: Cuando se espera al Papa, los sentimientos de gratitud y de alegría son naturales por parte de todos. En mi caso no puedo dejar de añadir la sensación de un gran privilegio: en mi primera experiencia como nuncio, la Providencia me asigna la tarea de tener que abrir al Papa Benedicto, peregrino de paz y de esperanza tras las huellas de Pablo, las puertas de “su” casa en Malta. No se puede más que vivir la sensación eclesial de una gracia, y tocar, al mismo tiempo, con la mano la importancia histórica que indudablemente marcará un “nuevo inicio” en el camino de la Iglesia y de la sociedad maltesas. Hablo en futuro, aunque en la inmediata vigilia de la visita, pero, de muchas maneras, la presencia del Papa Benedicto está ya viva en la Isla desde el momento en que se anunció. Este tiempo de espera ha estado marcado ante todo por la reflexión y la oración. Se puede decir que ya ha traído frutos. Y esto hace aún más profundos los sentimientos de gratitud y de alegría.

-El Papa hará una especie de peregrinación tras las huellas de san Pablo, y en Rabat visitará la Gruta. ¿Qué expectativas tiene la Iglesia en Malta?

Monseñor Caputo: Malta es tierra apostólica y representa, en este sentido, una página abierta y viva en la historia de una Iglesia que, en la visión del Papa Benedicto – como recordó en el transcurso de una reciente Audiencia General del miércoles – es cada vez más consciente de que todo el acontecimiento cristiano es, en su esencia, una historia de testimonio ininterrumpido a partir de los Apóstoles. Será, por ello, una peregrinación a los orígenes de la fe, pero sabiendo bien que todo horizonte nuevo, también en la Iglesia del tercer milenio, no puede plantearse sino a partir de las raíces. En el magisterio del Papa Benedicto, la fecundidad de la sucesión apostólica resplandece como un gran punto luminoso y, diría, como la lámpara capaz de “iluminar los pasos” a través del recorrido de una modernidad a menudo desorientada y aún en búsqueda de sentido.

Benedicto XVI viene a celebrar en la Isla el 1950° aniversario del naufragio de Pablo. Pero el eco del bimilenario que dio vida al Año Paulino está aún vivo y se puede decir que, en la concreción de los lugares, el Papa viene a confirmar también este gran evento eclesial. Está claro que frente a la vastedad de los significados de la visita están, en proporción, la amplitud de las expectativas que se refieren a la Iglesia local. También desde este punto de vista, la peregrinación tiene lugar en el momento justo. La Iglesia y la sociedad maltesas, unidas por una historia con muchos puntos en común, viven un tiempo de transformación. El ritmo de los cambios puede no parecer tumultuoso, respecto a otras partes del mundo, pero toda el área mediterránea presenta los caracteres de una transformación que puede llevar a cambios importantes y decisivos. El Papa nos ayudará a reflexionar a todos nosotros y a buscar los caminos más justos y oportunos para responder a los desafíos traídos por los nuevos tiempos.

- La visita ha sido bien preparada por parte de la Iglesia y del Estado. ¿Cuáles son las relaciones entre estas dos instituciones?

Monseñor Caputo: Las relaciones Iglesia-Estado están marcados por una cordialidad que definiría no de “fachada” sino de sustancia. También el compromiso en la preparación de la visita ha confirmado plenamente esta valoración. El entramado de las relaciones es firme porque está arraigada en la realidad misma donde la Iglesia y la sociedad civil llevan a cabo sus respectivos papeles. Malta es rica en instituciones formativas y asistenciales. En un cierto sentido se puede definir como una tierra de “caridad difundida”, si se tiene en cuenta la espesa red de organismo de cooperación y de ayuda, a favor sobre todo de los más desfavorecidos. A menudo en la base de todo esto existe una relación de colaboración entre la comunidad eclesial y la sociedad civil. Por lo demás, la Orden de Malta es un punto de referencia no sólo para la Isla, si bien precisamente desde aquí, se puede decir, partió todo.

Hay además un dato, directamente ligado a la peregrinación, que ilustra totalmente la naturaleza de las relaciones Iglesia-Estado. La de Benedicto XVI será la tercera visita de un Pontífice a la Isla, en el transcurso de los últimos veinte años: Juan Pablo II estuvo en Malta dos veces, en 1990 y en 2001, su sucesor estará en la Isla en la inmediata vigilia del quinto aniversario de su elección a la Cátedra de Pedro. Una coincidencia, también esta, no sólo significativa sino providencial. Tampoco hay que olvidar que en Malta la religión católica está reconocida como religión de Estado y que, por esto, es costumbre que al inicio y al fin de su mandato, los Presidentes de la República se dirijan en audiencia al Santo Padre.

-¿Cuál considera que es el papel de Malta en la Unión Europea y en la transmisión de los valores y las raíces cristianas?

Monseñor Caputo: A Malta le toca indudablemente un papel importante también en la Comunidad europea. Los grandes países no son tales sólo por la vastedad de sus territorios o por el número de sus habitantes. El peso de la historia de Malta puede incidir no poco en la Comunidad europea, tanto más si los países del área mediterránea consiguen expresar plenamente su propia vocación de puente entre mundos y realidades distintas, también dentro del mismo organismo. La referencia a las “raíces cristianas” es, para Malta, particularmente apropiada. La peregrinación del Papa Benedicto tras las huellas de san Pablo es, en este sentido, la confirmación de una identidad antigua y siempre reconocible. La posición geográfica, además, contribuye a definir y, en cierto sentido, a actualizar los términos reales de esta identidad: Malta es tierra natural de acogida, y por tanto de diálogo y de convivencia pacífica entre pueblos y culturas distintas. Se trata de valores que una sociedad globalizada – a menudo sólo en términos mercantiles – por un lado y algunas “cerrazones” de civilizaciones y pueblos continentales tienden cada vez más a poner entre paréntesis. Nunca como hoy, en cambio, es necesario arar y ampliar al máximo el terreno de la acogida. Y Malta puede jugar un gran papel.

-El Papa residirá en la Nunciatura, en Rabat. ¿Están ustedes preparando alguna pequeña sorpresa?

Monseñor Caputo: No hablaría de sorpresa, sino de estupor, ¿y qué estupor puede ser más grande que el acontecimiento que se anuncia? Benedicto XVI entre nosotros. La historia pasa a nuestro lado. A nosotros no nos toca otra cosa que acoger y ser servidores de este momento de gracia.

Por Serena Sartini, traducción del italiano por Inma Álvarez