MURCIA, lunes, 19 abril 2010 (ZENIT.org).- Del 14 al 17 de abril tuvo lugar, en la Universidad Católica de Murcia (UCAM), España, el Congreso Mundial Juan Pablo II el Magno, en el que intervinieron destacadas personalidades del panorama eclesial. El prefecto de la Congregación para el Culto Divino, cardenal Antonio Cañizares, inauguró el simposio, acompañado por el presidente de la Universidad, José Luis Mendoza, el obispo de Cartagena José Manuel Lorca y la rectora Josefina García.
El presidente de la UCAM –informa el Gabinete de Comunicación de esta Universidad- afirmó que la Universidad Católica debe su existencia a Juan Pablo II, que promulgó la Constitución Apostólica Ex Corde Ecclesiae. El obispo de Cartagena recordó que las primeras palabras pronunciadas por el pontífice tras su elección, “abrid de par en par las puertas a Cristo, despertaron al mundo de un sueño y abrieron las puertas a la Nueva Evangelización”. El cardenal Cañizares destacó el ejemplo de sus últimos meses de vida, como uno de los signos más elocuentes y diáfanos de su pontificado.
el cardenal Zenon Grocholewski, prefecto de la Congregación para la Educación Católica, habló sobre “La clave hermenéutica del fascinante mosaico de la personalidad de Juan Pablo II”. Afirmó que “cada uno de los aspectos específicos, religiosos, pastorales, doctrinales, académicos, culturales y sociales, presentes en su pontificado, reflejan indudablemente su grandeza”.
El ex portavoz vaticano Joaquín Navarro Valls, en la ponencia “Juan Pablo II, un Papa que interpela al mundo contemporáneo”, afirmó que la labor diplomática del Papa eslavo, puede perfectamente definirse como verdadera diplomacia de la virtud.
El cardenal Julián Herranz, presidente emérito del Consejo Pontificio para los Textos Legislativos, hablando sobre “La Libertad y la Verdad en Juan Pablo II”, destacó que “el mayor récord del Papa polaco, fundamento de todos los demás, lo constituyen las incontables horas que pasó a lo largo de su vida y de su pontificado ante el Santísimo Sacramento, hablando con su amor, con Cristo, de las cosas de la Iglesia, y de sus hijos, las almas”.
El cardenal Rouco Varela recordó las diferentes visitas que el Papa polaco realizó a España. “El Papa Juan Pablo II impactó profundamente en la sociedad española”, aseguró el arzobispo de Madrid, y presidente de la Conferencia Episcopal Española, en su ponencia “Juan Pablo II y España”.
El cardenal Jean Louis Tauran disertó sobre el diálogo interreligioso en el Pontificado de Juan Pablo II. “Sabía como expresar su agradecimiento también a las religiones tradicionales africanas”, señaló.
El cardenal Leonardo Sandri, que centró su ponencia en Juan Pablo II y las Iglesias Orientales, recordó la carta apostólica Orientale Lumen, de la que subrayó la exigencia de continuar y de intensificar las buenas relaciones y el diálogo con las Iglesias ortodoxas, con miras al establecimiento de la plena comunión.
El director de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social, José María Gil Tamayo, centró su conferencia en “Juan Pablo II y las comunicaciones sociales. Evangelizar en una nueva cultura”. Calificó a Juan Pablo II como uno de los personajes de la historia más contemplado en y desde los medios de comunicación.
El vicepresidente tercero del Congreso de los Diputados de España, Jorge Fernández, en la ponencia “Juan Pablo II, el papa de la paz y los derechos humanos”, resaltó las enseñanzas de Juan Pablo II en ideas como el terrorismo o la “cultura de la muerte”, denunciada de forma reiterada por el pontífice.
El arzobispo de Burgos Francisco Gil Hellín hizo un análisis de la caridad pastoral en el pontificado de Juan Pablo II. Según monseñor Gil, “supo ser buen papa porque antes fue un buen sacerdote y un buen obispo; conoció bien la realidad diocesana”.
El arzobispo de Zaragoza Manuel Ureña, en la ponencia “Fe y razón en el pensamiento de Juan Pablo II”, dijo “Juan Pablo II y Benedicto XVI compartían una misma línea de pensamiento consistente en que el hombre es un ser trascendente por naturaleza”.
El arzobispo emérito de Barcelona Ricardo María Carles profundizó en la doctrina trinitaria de Juan Pablo II: “La Trinidad es la verdad más sorprendente de la Revelación. Aparece como un desafío supremo a la razón humana. Una vez que se admite que Dios es único, nos preguntamos cómo concebir que pueda existir en tres personas”.
El cardenal Jozef Tomko, hablando sobre “La dimensión misionera y el impulso a la Nueva Evangelización en Juan Pablo II”, explicó que “el ministerio misionero del gran Papa, gira en torno a sus viajes, mientras que su magisterio misionero, encuentra la expresión más completa en la encíclica Redemptoris Missio, a las que se añade la categoría cada vez más evidente de la Nueva Evangelización”.
El cardenal Carlos Amigo, en la ponencia “Juan Pablo II y el sufrimiento. Un testigo y un maestro”, explicó que el papa Woijtyla sentía un especial afecto y preocupación por los enfermos, los ancianos, los débiles, los leprosos los afectados por el SIDA.
El cardenal arzobispo de Barcelona Luis Martínez Sistach, analizó la colegialidad episcopal en el Magisterio de Juan Pablo II y destacó su importancia en el contexto del Concilio Vaticano II, donde fue uno de los temas estrella.
Rocco Buttiglione, parlamentario italiano, explicó que “durante su primera peregrinación a la Polonia libre, Juan Pablo II advirtió a los líderes de la nación reunidos en el Palacio Real de Varsovia, que el país se encontraba en una encrucijada: sentarse como el último país a la mesa del consumismo occidental, o entrar en Europa llevando consigo el legado del gran testimonio que se había ofrecido durante los años del comunismo, como un tesoro capaz de enriquecer el conjunto de Europa y ayudarla recuperar la verdadera conciencia de su identidad”.
El director del Servicio Jurídico Civil de la Conferencia Episcopal Española, Silverio Nieto, profundizó en el fundamento de los derechos humanos en el Magisterio de Juan Pablo II.
Según el presidente de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, cardenal Darío Castrillón, “otros dos grandes amores de Juan Pablo II fueron la Eucaristía y el sacerdocio”. El purpurado reseñó que “la conciencia que tenía Juan Pablo II de sí mismo como obispo y pastor, primero en Cracovia y más tarde como Sumo Pontífice, marcó indeleblemente su relación con los sacerdotes”.
El Prefecto de la Congregación para los Institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica, cardenal Franc Rodé, analizó la “profunda estima y comprensión de Juan Pablo II hacia la Vida Consagrada”.
El catedrático de Teología Moral Alfonso Fernández, disertó sobre “La Encíclica Veritatis Splendor y la renovación de la Teología Moral en el pontificado de Juan Pablo II”.
El cardenal Stanislaw Rylko, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, en su conferencia “Juan Pablo II: el Papa llamado a introducir a la Iglesia en el Tercer Milenio”, afirmó que “en un mundo que idolatra la forma física y la eterna juventud, que persigue la eficiencia y el éxito, Juan Pablo II, con valentía, puso ante los ojos de todos, su vejez, su enfermedad, su sufrimiento”.
El arzobispo emérito castrense José Manuel Estepa, recordó en “La obra catequética del Papa Juan Pablo II”, sus palabras: “La catequesis ha sido siempre, y seguirá siendo, una obra de la que la Iglesia entera debe sentirse y querer ser responsable”.
El presidente emérito del Consejo Pontificio para la Cultura cardenal Paul Poupard, dijo en “Fe y cultura en el Magisterio de Juan Pablo II”, que “la conciencia de la importancia de la
cultura para la Iglesia, constituye, sin duda, una de las características esenciales del pontificado de Juan Pablo II, y él mismo la encarna a través de sus decisiones”.
El cardenal arzobispo de Santo Domingo Nicolás de Jesús López disertó sobre las diferentes visitas que el Papa polaco realizó a América Latina.
El presidente de la Academia Pontificia para la Vida, monseñor Rino Fisichella, hablando sobre “El Evangelio de la Vida en Juan Pablo II”, dijo: “Debemos recordar incansablemente que lo que verdaderamente cuenta es la vida que viene al mundo; una vida que desde el principio es definida humana”.
El presidente del Consejo Pontificio para la Familia, cardenal Ennio Antonelli, que habló sobre “El papa misionero y la misión de la Iglesia y la familia”, destacó la creación por parte de Juan pablo II de dos importantes instituciones: el Consejo Pontificio para la Familia, y el Instituto Juan Pablo II para la Familia.
El presidente del Consejo Pontificio Cor Unum, cardenal Paul Joseph Cordes, en “Juan Pablo II, un nuevo paradigma de la Doctrina Social de la Iglesia’, señaló que “como papa, Juan Pablo II puso un fuerte acento en hacer comprender de nuevo datos teológicos de los problemas modernos decisivos en su Encíclica Sollicitidu rei socialis”.
El arzobispo emérito de Pamplona, monseñor Fernando Sebastián, en “La Virgen María en el Magisterio de Juan Pablo II”, se centró en la exposición sistemática de la doctrina mariana del pontífice en su encíclica Redemptoris Mater.
La presidenta de la Red Europea del Instituto de Política Familiar, Dolores Velarde Catolfi-Salvoni, explicó que para Juan Pablo II la aportación de la mujer es “ante todo de naturaleza espiritual y cultural, pero también socio-política y económica y que será preciosa una mayor presencia social de la mujer, porque contribuirá a manifestar las contradicciones de una sociedad organizada sobre puros criterios de eficiencia y productividad, y obligará a replantear los sistemas a favor de los procesos de humanización que configuran la civilización del amor”.
Guzmán Carriquiry, subsecretario del Consejo Pontificio para los Laicos, destacó el intenso despliegue misionero que caracterizó el pontificado del Papa Wojtyla, que convocó de forma reiterada y urgida a una Nueva Evangelización, de la que los jóvenes fueron sujetos y destinatarios preferenciales.
El cardenal Cañizares, en la clausura del congreso, explicó que Jesucristo fue la gran pasión de Juan Pablo II. “Un enamorado de Jesucristo, para quien Cristo mismo ha sido su vida y todo en su vida. Unido a Cristo, identificado con Él, lo que Juan Pablo II dijo y mostró, es un testimonio vivo de Jesucristo, por eso cuando me piden que resuma en dos palabras su figura, siempre doy la misma respuesta: “testigo de Jesucristo y testigo de Esperanza”.
El purpurado lo definió como “el Papa de los derechos fundamentales e inalienables del hombre, paladín y constructor de la paz, defensor como nadie de la dignidad de la persona humana, luchador infatigable en pro de la vida, impulsor y promotor de una nueva cultura de la solidaridad, de la vida y de una nueva civilización del amor, hombre del diálogo y del encuentro entre las religiones, protector y padre de los pobres, defensor de los oprimidos, hombre libre como pocos, amante de la libertad, evangelizador y misionero incansable, profeta de la familia y en definitiva, hombre de Dios apasionado por el hombre y por su verdad”.