CIUDAD DEL VATICANO, lunes 26 de abril de 2010 (ZENIT.org).- El diario de la Santa Sede ha criticado el anuncio estadounidense de desarrollar un arma potentísima capaz de golpear, en menos de una hora, cualquier objetivo de la faz de la tierra.
«L’Osservatore Romano» considera que el nuevo clima de cooperación internacional, especialmente entre Estados Unidos y Rusia, y la crisis económica, deberían haber llevado a la superpotencia mundial a destinar más apoyo al desarrollo, en vez de destinar ingentes cantidades de dinero a este tipo de armamentos.
Un artículo firmado por Giuseppe Fiorentino, en la edición italiana del 27 de abril con el título «La nueva superbomba estadounidense», recuerda que este anuncio tiene lugar días después de la ceremonia celebrada en Praga para firmar el nuevo tratado Start sobre armamentos entre la Federación Rusa y los Estados Unidos.
El diario subraya la contradicción que supone una decisión así para el presidente Barack Obama, premio Nobel de la Paz 2009, e «‘soñador’ de un mundo libre de la amenaza atómica».
El Prompt Global Strike (ataque global inmediato), como se llama este proyecto pretende responder en cuestión de minutos, con cargas muy potentes pero convencionales, a cualquier amenaza que se presente en cualquier parte del planeta.
La nueva arma viajaría por la atmósfera a una velocidad varias veces superior a la del sonido y a una altura por encima del espacio aéreo de los países que encontrara en su trayecto, lo que evitaría problemas políticos con los países sobrevolados y el riesgo de ser interceptado por el enemigo.
Para su lanzamiento se utilizaría un cohete Minuteman y la bomba sería recubierta con el metal necesario para resistir las altas temperaturas que generaría en su recorrido. Para su guía se requiere el uso de satélites en el espacio.
El proyecto inicial había sido emprendido por el presidente George W. Bush, pero había sido bloqueado por las protestas de Moscú, pues como recuerda «L’Osservatore Romano», el Kremlin reprochó que, en caso de guerra nuclear, Rusia no sabría si esos misiles llevan ojivas nucleares o no.
«Pero probablemente la Administración Obama considera que hoy puede dar a Rusia, o también a China, las garantías necesarias para evitar malentendidos: los arsenales de la nueva arma serán separados de los nucleares y podrán ser inspeccionados con periodicidad. Una apertura debida a la atmósfera de confianza que se respira entre Washington y Moscú, o a la nueva cercanía que la crisis económica global ha impuesto entre los Estados Unidos y China», añade «L’Osservatore Romano».
«Pero quizá se podía aprovechar de otro modo el inédito clima de colaboración entre las dos antiguas superpotencias enemigas, así como de las oportunidades ofrecidas por la crisis global, tratando de favorecer las políticas de desarrollo que, según los expertos, serían verdaderamente capaces de sacar al mundo de la recesión», considera Giuseppe Fiorentino.
Los ensayos con la nueva arma comenzarán en 2014. Para el año 2017 podría pasar a formar parte del arsenal estadounidense.
«Para esa fecha Obama habrá abandonado la Casa Blanca. Pero la superbomba podría convertirse en su discutible herencia a la causa de la no proliferación nuclear», concluye el artículo.