PAPHOS, viernes 4 de junio de 2010 (ZENIT.org).- La visita del Papa Benedicto XVI a la ciudad de Paphos, con su antigua historia cristiana antigua, se dedicará por entero a la unidad ecuménica e interconfesional. La celebración ecuménica, que tiene lugar justo en el inicio de su viaje en el yacimiento arqueológico de la iglesia de Agia Kyriaki Chrysopolitissa, no podía ser más simbólico.

Por el Libro de los Hechos (Hch 13, 4-13) sabemos que san Pablo, en esta ciudad costera en el suroeste de la isla mediterránea de Chipre, tuvo el primer éxito importante de su misión. Con la conversión del procónsul Sergio Paulo, este punto en el borde sureste del Mare Nostrum, cuyo territorio fue conquistado por Roma, resultó ser el primer país con gobierno cristiano en la historia del cristianismo.

La atención del primer tema importante en el día de llegada será el pilar de san Pablo, fuera de la iglesia de Agia Kyriaki. Delante de un pistacho y en medio de arena y fragmentos de toba amarilla y columnas, el pilar se levanta en suelo desnudo, con sus vetas blancas grisáceas. Recibimos garantías sobre él en un sencillo panel de piedra, con una inscripción en negro: Aquí, en este humilde lugar, atado a este pilar que ni siquiera medía un metro de altura, del Apóstol de las naciones sufrió, en el 47 dC, aproximadamente 39 azotes, porque fue acusado de provocar disturbios.

Este hecho sólo se transmitió a través de una leyenda, no ha sobrevivido a este incidente. En el libro de los Hechos, este éxito de la misión de Pablo marca el preludio de la difusión del Cristianismo en todo el mundo. Un descubrimiento arqueológico realizado en 1999 da más garantías de autenticidad, asegura el historiador y periodista Michael Hesemann en una entrevista concedida a ZENIT. Se base en los trabajos del arqueólogo italiano Filippo Giudice, de Catania (Sicilia), quien en 1999 un fragmento de mármol con la inscripción LOY - OSTO, que los expertos leen como sigue: (PAU) LOY (AP) osto (LOY).

Según criterios paleográficos, el objeto ha sido datado como perteneciente al siglo I o a principios del siglo II dC.

"Si esto es así, la inscripción de Paphos sería el testimonio histórico más antiguo de la obra del Apóstol de los gentiles en Chipre", dijo a ZENIT Hesemann, "incluso, la inscripción más antigua en general, que lleve su nombre".

E incluso si los creyentes sólo pudiesen contar con la leyenda de la columna Paulina, sin embargo, el parque arqueológico que la rodea supone una evidencia del impacto del viaje de Bernabé, Pablo y su compañero Juan Marcos. La lápida yace en los alrededores de las ruinas de una iglesia gótica medieval franciscana, con sus columnas de color amarillento. En el lugar, el área está dominada una iglesia sencilla con cúpula en forma de cruz, que está construida sobre los restos de una basílica cristiana primitiva. Es la iglesia de Agia Kyriaki, que fue entregada por la Iglesia de ortodoxa de Chipre a católicos y anglicanos.

Aquí nos encontramos con una iglesia viva: "Somos una comunidad activa", explica el padre Jim Kennedy a ZENIT. El párroco está muy ocupado y muy comprometido con los preparativos de la visita papal. "Todavía habrá una boda aquí, y también bautizos, antes de que venga el Papa viene", dice este católico inglés, sustituyendo al párroco Juan Sansour, que recientemente había sufrido un derrame cerebral.

En su parroquia ZENIT encuentra al irlandés Owen Donaghy, quien está a punto de llevar las sillas a la iglesia. Este caballero canoso de unos sesenta años, que participa activamente en la parroquia, confirma la imagen de una comunidad viva. Cerca de 650 residentes de Paphos pertenecen a la parroquia católica, que espera una alta concurrencia en estos días. "Todos los domingos contamos con alrededor de 1.000 personas en los diferentes servicios de la iglesia, que ofrecemos en diferentes idiomas”. Hay alemanes, irlandeses, franceses, filipinos y otros procedentes de Asia.

Preguntado sobre sus expectativas acerca del impacto de la visita del Papa y de la celebración ecuménica asegura: "Después de la visita, espero que haya una cercanía más estrecha entre las diversas confesiones, con los anglicanos y ortodoxos”.

El pontífice viene con un mensaje de paz: "Tenemos que aprender a convivir y aceptar las diferencias como miembros de la familia", dice. Dado que no todos los niños pueden visitar a su padre, ahora el Papa como un padre se acerca a ellos, añade.

Su esperanza la pone en una posible visita del Papa al hospicio de San Miguel, un proyecto que se inició gracias a las donaciones y los esfuerzos de los miembros de la comunidad. La construcción no se pudo completar. "Pero el Papa va a bendecir un cartel que indica a la casa", dice Donaghy. "El hospicio contará con nueve habitaciones dobles para los pacientes y ofrecerá a los cuidados paliativos gratuitamente a todos aquellos que lo necesiten, sin tener en cuenta la nacionalidad o las creencias. Esto también debe entenderse como una mano tendida a las otras confesiones, porque compartimos la misma creencia de la dignidad del hombre desde su concepción hasta su muerte natural. Esta es una de las preocupaciones comunes del Papa Benedicto XVI y del arzobispo chipriota Crisóstomo II", agregó.

Por Michaela Koller, enviada especial a Chipre, traducción del inglés por Inma Álvarez