Por el padre John Flynn, LC

ROMA, domingo 20 de junio de 2010 (ZENIT.org). – El aumento constante de inseminaciones artificiales y la utilización de esperma de donantes está llevando a que un creciente número de niños no conozcan la identidad de su padre biológico. Un informe reciente consideraba las consecuencias de esto para las vidas de quienes ahora llegan a la edad adulta.

El estudio lo publicaba la Commission on Parenthood’s Future. Titulado: My Daddy’s Name is Donor: A New Study of Young Adults Conceived Through Sperm Donation (El nombre de mi papá es Donante: un nuevo estudio sobre adultos jóvenes concebidos por la donación de esperma), tenía como autores a Elizabeth Marquardt, Norval D. Glenn y Karen Clark.

Según el estudio, entre 30.000 y 60.000 niños nacen cada año en Estados Unidos a través de la donación de esperma. Se trata, sin embargo, de una estimación a la baja, puesto que ningún organismo recoge estadísticas de estos procedimientos. Además, este el primer estudio serio para evaluar el bienestar de quienes ahora son adultos. El informe también comentaba que la donación de esperma es un fenómeno internacional. Gente de todo el mundo busca donantes de esperma en Estados Unidos debido a la falta de reglamentaciones, y países como Dinamarca, India y Sudáfrica proporcionan también donantes de esperma a un floreciente mercado de turismo de fertilidad.

Los autores hacen una interesante comparación entre la donación de esperma y la adopción. La adopción se rige por normas estrictas, y los padres adoptivos son estudiados de manera cuidadosa antes de poder adoptar. Cuando se trata de la donación de esperma, por el contrario, las mujeres van de compras de donantes en catálogos online que comparan cualidades físicas, inteligencia y logros profesionales, y todo lo que necesitan hacer es pagar la transacción.

A pesar de la comparación con la adopción, los autores observaban que con mucha frecuencia sus amigos y colegas les comentaban que la donación de esperma es casi como una adopción. Para empezar, esta no tiene en cuenta las dificultades a las que muchos niños adoptados hacen frente en términos de separación de sus orígenes biológicos, replicaba el informe.

Además, los niños adoptados pueden consolarse pensando que quizás sus madres los entregaron sólo tras una difícil lucha o debido a circunstancias extremas. Con la concepción por donante el nacido se da cuenta de que sólo ha sido una transacción comercial sin que el donante pensara nunca en ellos.

Daños

Para estudiar la situación de los adultos concebido por medio de la donación de esperma, los autores entrevistaron a más de un millón de hogares y, luego, presentaron una muestra representativa de 485 adultos entre los 18 y 45 años que decían que sus madres habían utilizado esperma donado. Se les comparaba con un grupo de 562 adultos que fueron adoptados de niños, y 563 adultos que crecieron con sus padres biológicos.

“Hemos aprendido que, de media, los adultos jóvenes concebidos a través de la donación de esperma sufren más, están más confusos y se sienten más aislados de sus familias”, indicaba el informe.

No menos del 65% de los adultos concebidos por estas donaciones estuvieron de acuerdo durante la entrevista con la siguiente afirmación: “El donante de esperma es la mitad de lo que yo soy”. Incluso las madres admiten su curiosidad por saber quién es el padre su hijo.

Sólo un poco menos de la mitad de estos adultos expresaron su malestar con sus orígenes, y muchos de ellos afirmaron que es una preocupación frecuente que tienen. Algunos de ellos se han sentido como monstruos – el resultado de experimentos de laboratorio – mientras que otros tienen problemas de identidad. El hecho de que en el proceso esté mezclado el dinero ha sido también causa de preocupación para muchos. Otros expresaron su malestar por haber sido un producto diseñado para satisfacer los deseos de sus padres. Y no menos del 70% admitían haberse preguntado cómo era la familia de su donante de esperma.

Las preocupaciones de la descendencia de los donantes de esperma no se limitan a temas como la identidad o la familia, sino que se extienden a lo médico. El informe apuntaba que algunos donantes han engendrado docenas de niños, y hay casos de cien o más. Así que de adultos estos niños están preocupados por no conocer a sus medio hermanos, o que sus hijos puedan encontrarse con el hijo de un medio hermano.

El tema de la donación anónima de esperma ha sido un asunto polémico en muchos países en los últimos años. Las críticas a esta práctica han llevado a que Gran Bretaña, Suecia, Noruega, Holanda, Suiza y algunas zonas de Australia y Nueva Zelanda prohíban esta práctica, observaba el informe. En Estados Unidos y Canadá, sin embargo, no existen estas restricciones. La Iglesia católica se ha opuesto con firmeza a todos los procedimientos de inseminación artificial, pero como el informe deja claro, incluso aunque no estés de acuerdo con ello, hay muy buenas razones para estar a favor del derecho de los hijos a saber quién es su padre y poner fin a la paternidad anónima.

La encuesta analizó también temas sociales y psicológicos. Preguntados si antes de los 25 años habían tenido problemas con la ley, el 21% de los hijos de donantes dijeron que sí. Las cifras correspondientes a los hijos adoptados y a los hijos que crecieron con sus padres biológicos fueron 18% y 11% respectivamente. Se informó de resultados similares para problemas como el alcohol y el abuso de sustancias. Estos resultados permanecen constantes incluso cuando se controlan los resultados de variables de estatus socio-económico y de otro tipo.

En relación a los factores variables, una serie de interesantes datos surgidos del estudio fue que el 36% de los hijos de donantes dijeron que habían crecido como católicos, en comparación con el 22% de las familias adoptivas, y el 28% que creció con sus padres biológicos. Este es un descubrimiento que llama la atención, comentaba el informe, dada la oposición de la Iglesia católica a este tipo de prácticas. Además, el 32% de los adultos hijos de donantes dijeron que el catolicismo todavía es su religión. En contraste, un gran número de católicos en los otros dos grupos de control habían abandonado la Iglesia.

Secreto

Otra dificultad que sufren los hijos de esperma donado es el secreto sobre sus orígenes. En la mayoría de los casos, los padres dejan que el hijo crea al principio que está biológicamente relacionado con ambos. Luego, cuando el niño descubre finalmente la verdad, siente que se le ha mentido y que la relación con el padre está adulterada. Esto deja un poso de desconfianza, por lo que el 47% de ellos declara que, mientras crecían, su madre pudo haberles mentido sobre temas importantes. Esto tiene como elemento de comparación el 27% para los que fueron adoptados y el 18% para los que crecieron con sus padres biológicos. La preocupación de que el padre haya podido mentir da resultados similares.

No es de sorprender que una gran mayoría de los adultos concebidos a través de la donación de esperma expresen su apoyo a que se sepa todo. Esto incluye la identidad del donante y el derecho a tener algún tipo de relación con él. También dicen que querrían saber sobre la existencia y el número de sus medio hermanos. Según establece ahora, la ley en Estados Unidos no les da ninguno de estos derechos. Protege, de hecho, a los donantes y a las clínicas de fertilidad a costa de los hijos concebidos.

Pero los problemas no terminan con el secreto. Los resultados del estudio mostraron que el 44% de los adultos concebidos por donación se sentían cómodos con la concepción por donación, siempre que los padres digan a sus hijos la verdad, preferiblemente a una edad temprana. Sin embargo, el 36% tenía reserva incluso aunque los padres dijeran la verdad, y el 11% dijo que es duro para los hijos aunque los padres manejaran bien el asunto.

De hecho el informe comentaba que “sólo la franqueza no parece que resuelva las potenciales pérdidas, la confusión y los riesgos que se derivan de hijos concebidos deliberadamente para que crezcan faltando al menos uno de sus padres biológicos”.

El informe concluía con una serie de recomendaciones. Entre ellas estaba la observación de que ningún tratamiento médico tiene tan vastas implicaciones para una persona que no lo buscó – el descendiente. Y se preguntaban: “¿Una buena sociedad puede crear intencionadamente hijos de esta forma?” Una pregunta digna de reflexión.