CIUDAD DEL VATICANO, lunes 28 de junio de 2010 (ZENIT.org).- “Caridad y testimonio” son las dos consignas indicadas por Benedicto XVI a los miembros del Círculo de San Pedro, al recibirles este sábado en audiencia en el Vaticano.

El motivo del encuentro fue la tradicional entrega del Óbolo de San Pedro, o las ofrendas recogidas en las parroquias y en las instituciones de la diócesis de Roma, destinadas a las actividades caritativas del Papa.

Este encuentro, que normalmente se celebra después de la fiesta de la Cátedra de San Pedro, el 22 de febrero, constituye un momento particularmente significativo que destaca la colaboración entre la Santa Sede y esta asociación, nacida en Roma el 28 de abril de 1869 como obra de don Domenico Jacobini y del periodista Paolo Mencacci.

Como testimonio de este particular vínculo de afecto con los romanos pontífices, el Círculo cuenta entre sus socios del pasado con cuatro personalidades eclesiásticas después elevadas al papado: Benedicto XV, Pío XI, Pío XII y Pablo VI.

El Óbolo de San Pedro, dijo el Papa en su discurso, “representa un punto de convergencia entre dos acciones complementarias que se concentran en un único elocuente testimonio de caridad evangélica”.

Y ello, continuó “porque, por una parte manifiesta el afecto de los habitantes de esta ciudad y de los peregrinos al sucesor de Pedro, y por otra expresa la concreta solidaridad de la Santa Sede con las numerosas realidades de miseria y pobreza que, por desgracia, permanecen en Roma y en tantas partes del mundo”.

Benedicto XVI destacó después que a través de su compromiso con los mas desafortunados, el Círculo de San Pedro difunde “un mensaje de esperanza que proviene de la fe y de la adhesión al Señor”.

“Continuad siendo este signo concreto de la caridad del Papa para los que se encuentran en necesidad, ya sea en sentido material o en sentido espiritual, así como para los peregrinos que llegan a Roma de todas partes del mundo para visitar las tumbas de los apóstoles y encontrarse con el sucesor de Pedro”, exhortó.

De ahí la entrega para que “caridad y testimonio continúen siendo las líneas directrices” de la asociación, y el aliento “a proseguir con alegría esta acción”.

Después, refiriéndose al lema del Círculo de San Pedro, el Papa pidió sacar siempre nuevas fuerzas de la oración y del espíritu de sacrificio “para traer copiosos frutos de bien” a la comunidad cristiana y a la sociedad civil.

En su discurso de saludo, el presidente general de la antigua asociación, el duque Lepoldo Torlonia, ilustró algunas de las iniciativas concretas realizadas este año, como la renovación de los locales del asilo nocturno y de un comedor.

“Viniendo a nosotros, los pobres saben que es el Papa quien les acoge”, dijo el presidente Torlonia. También recordó la construcción de un orfanato en Laos.

El Círculo de San Pedro nació en el contexto de las dos últimas décadas del siglo XIX como respuesta a un clima dominado por un feroz anticlericalismo y por una situación de crisis profunda, que se intentó afrontar con numerosas iniciativas caritativas como el Óbolo de San Pedro (cuyo funcionamiento fue regulado por el papa Pío IX en la encíclica Saepe venerabilis del 5 de agosto de 1871).

El Círculo, además de ofrecer asistencia práctica, moral y religiosa a las personas necesitadas y sin hogar, o a las madres de los niños hospitalizados en el Hospital Pediátrico Bambino Gesù, distribuye comida caliente a quien la necesita, la considerada “sopa del Papa”.

Las cocinas del Círculo, que han resultado útiles muchas veces en episodios históricos como la Segunda Guerra Mundial, fueron instituidas en 1877 por expreso deseo de Pío IX.

Este papa confió sus cazuelas al ejército de los zuavos para que “el ejército de los pobres, que nunca había faltado en la Iglesia, tuviera siempre una sopa caliente”.