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Padre Lombardi: Santidad, nosotros le damos las gracias por estar con nosotros, como en cada viaje, y de darnos su palabra para orientar nuestra atención en estos días, que serán tan intensos. Naturalmente, por desgracia, la primera pregunta está obligada por la circunstancia que ayer nos ha afectado tan dolorosamente, el asesinato de monseñor Padovese, que para usted ha sido ocasión de un profundísimo dolor. Por tanto, en nombre todos los colegas, quisiera pedirle que nos dijese algo sobre cómo usted ha percibido esta noticia y cómo vive el comienzo del viaje a Chipre en esta atmósfera.
Papa: Naturalmente, estoy profundamente dolorido por la muerte de monseñor Padovese, que había contribuido mucho a la preparación del Sínodo; colaboró, y habría sido un elemento precioso en este Sínodo. Encomendamos a la bondad de Dios su alma. Esta sombra, con todo, no tiene nada que ver con los temas mismos y con la realidad del viaje, porque no debemos atribuir a Turquía o a los turcos este hecho. Es una cosa sobre la que tenemos pocas informaciones. Es seguro que no se trata de un asesinato político o religioso; se trata de un asunto personal. Esperamos aún todas las explicaciones, pero no queremos mezclar ahora esta trágica situación con el diálogo con el Islam y con todos los problemas de nuestro viaje. Es un caso aparte, que entristece, pero que no debería oscurecer de ninguna forma el diálogo, en todos los sentidos, que será tema e intención de este viaje.
Padre Lombardi: Chipre es una tierra dividida. Santidad, usted no se dirigirá a la parte septentrional ocupada por los turcos. ¿Tiene usted un mensaje para los habitantes de esa región? ¿Y cómo cree que su visita puede contribuir a resolver la distancia entre la parte griega y la turca, a proceder hacia una solución de convivencia pacífica, en el respeto de la libertad religiosa, del patrimonio espiritual y cultural de las diversas comunidades?
Papa: Este viaje a Chipre es, en muchos sentidos, una continuación del viaje del año pasado a Tierra Santa y también del viaje a Malta de este año. El viaje a Tierra Santa tenía tres partes: Jordania, Israel y los territorios palestinos. Para todos los tres se trataba de un viaje pastoral, religioso; no era un viaje político o turístico. El tema fundamental era la paz de Cristo, que debe ser paz universal en el mundo. El tema era por tanto: por una parte, el anuncio de nuestra fe, el testimonio de la fe, la peregrinación a estos lugares que dan testimonio de la vida de Cristo y de toda la historia santa; por otra parte, la responsabilidad común de todos cuantos creen en un Dios creador del cielo y de la tierra, en un Dios a cuya imagen hemos sido creados. Malta y Chipre añaden con más fuerza el tema de san Pablo, gran creyente, evangelizador, y también de san Bernabé, que es chipriota y que abrió la puerta para la misión de san Pablo. Por tanto, testimonio de nuestra fe en un único Dios, diálogo y paz son los temas. Paz en un sentido muy profundo: no es una añadido político a nuestra actividad religiosa, sino que la paz es una palabra del corazón de la fe, está en el centro de la enseñanza paulina; pensemos en la carta a los Efesios, donde dice que Cristo ha traído la paz, ha destruido los muros de la enemistad. Esto sigue siendo un mandato permanente, por tanto no vengo con un mensaje político, sino con un mensaje religioso, que debería preparar más a las almas para encontrar la apertura por la paz. Estas no son cosas que vienen de hoy a mañana, pero es muy importante no sólo dar los necesarios pasos políticos, sino sobre todo preparar las almas para ser capaces de dar los pasos políticos necesarios, crear esa apertura interior para la paz, que, al final, viene de la fe en Dios y de la convicción de que todos somos hijos de Dios y hermanos y hermanas entre nosotros.
Padre Lombardi: Gracias, Santidad. Esta nueva pregunta está muy en continuidad con la primera, pero yo la hago igualmente, de forma que si usted quiere añadir alguna otra cosa podrá hacerlo. Usted se dirige a Oriente Medio pocos días después de que el ataque israelí a la flotilla delante de Gaza haya añadido ulteriores tensiones al ya difícil proceso de paz. ¿Cómo cree que la Santa Sede, el Vaticano puede contribuir a superar este momento difícil para Oriente Medio?
Papa: Diría que nosotros contribuimos sobre todo de forma religiosa. Podemos también ser de ayuda con consejos políticos y estratégicos, pero el trabajo esencial del Vaticano es siempre el religioso, que toca el corazón. Con todos estos episodios que vivimos, existe siempre el peligro de perder la paciencia, que se diga “ahora basta”, que ya no se quiera buscar la paz. Y aquí me viene a la mente, en este Año Sacerdotal, una bella historia del Párroco de Ars. A las personas que le decían: no tiene sentido que yo ahora vaya a la confesión y a la absolución, porque pasado mañana estoy seguro de volver a caer en los mismos pecados, el Cura de Ars respondía: no pasa nada, el Señor voluntariamente olvida que tu pasado mañana harás los mismos pecados, te perdona ahora completamente, será longánime, y seguirá ayudándote, viniendo hacia ti. Así debemos casi imitar a Dios, su paciencia. Después de todos los casos de violencia, no perder la paciencia, no perder el valor, no perder la longanimidad de volver a empezar; crear estas disposiciones del corazón para empezar siempre de nuevo, en la certeza de que podemos ir adelante, que podemos llegar a la paz, que la violencia no es la solución, sino la paciencia del bien. Crear esta disposición me parece el principal trabajo que el Vaticano y sus órganos y el Papa pueden hacer.
Padre Lombardi: ¡Gracias! Pasemos a otro tema, el del ecumenismo. Santidad, el diálogo con los ortodoxos ha dado muchos pasos adelante desde el punto de vista cultural, espiritual y de la vida. Con ocasión del reciente Concierto que le ofreció el Patriarca de Moscú de ha notado una profunda sintonía entre ortodoxos y católicos frente a los desafíos planteados al cristianismo en Europa por la secularización. Pero ¿cuál es su valoración sobre el diálogo, también desde el punto de vista más propiamente teológico?
Papa: Quisiera ante todo subrayar estos grandes progresos que hemos hecho en el testimonio común de los valores cristianos en el mundo secularizado. Esta no es sólo una coalición – digamos – moral, política, sino verdaderamente algo profundamente de fe, porque los valores fundamentales por los que vivimos en este mundo secularizado no son moralismos, sino que son la fisionomía fundamental de la fe cristiana. Cuando somos capaces de testimoniar juntos estos valores, de comprometernos en el diálogo, en la discusión de este mundo, en el testimonio para vivir estos valores, hemos dado ya un testimonio fundamental de una unidad muy profunda en la fe. Naturalmente, hay muchos problemas teológicos, pero también aquí los elementos de unidad son fuertes. Quisiera indicar tres elementos que nos unen, que nos ven cada vez más cercanos, que nos hacen cada vez más cercanos. Primero: la Escritura, la Biblia no es un libro caído del cielo, que está ahora y que cada uno lo coge, sino que es un libro crecido en el pueblo de Dios y vive es este sujeto común del pueblo de Dios y sólo aquí permanece siempre presente y real, es decir, la Biblia no es aislable, sino que la Biblia está en el nexo entre tradición e Iglesia. Esta conciencia es fundamental y pertenece al fundamento de la Ortodoxia y del Catolicismo, y nos fa un camino común. Como segundo elemento, digamos: la tradición, que nos interpreta, que nos abre la puerta de la Escritura, tiene también una forma institucional, sagrada, sacramental querida por el Señor, es decir, el episcopado; tiene una forma personal, es decir, el colegio de los obispos juntos es testig
o y presencia de esta tradición. Y tercer punto: la llamada regula fidei, es decir, la confesión de la fe elaborada en los antiguos Concilios es la suma de cuanto está en la Escritura y abre la “puerta” de interpretación. Después otros elementos: la liturgia, el amor común por la Virgen nos unen profundamente y nos parece cada vez más claro que son los fundamentos de la vida cristiana. Debemos ser cada vez más conscientes y profundizar también en los detalles, pero me parece que aunque las culturas diversas, las situaciones diversas hayan creado malentendidos y dificultades, crecemos en la conciencia de lo esencial y de la unidad de lo esencial. Quisiera añadir que, naturalmente, no es la discusión teológica la que crea de por sí la unidad; es una dimensión importante, pero toda la vida cristiana, el conocerse, la experiencia de la fraternidad, aprender, a pesar de la experiencia del pasado, esta fraternidad común, son procesos que exigen también gran paciencia. Pero me parece que estamos precisamente aprendiendo la paciencia, así como el amor, y con todas las dimensiones del diálogo teológico seguimos adelante, dejando al Señor cuándo nos dará la unidad perfecta.
Padre Lombardi: Y ahora una última pregunta. Uno de los objetivos de este viaje es la entrega del documento de trabajo del Sínodo de los Obispos para Oriente Medio. Cuáles son sus principales expectativas para este Sínodo, para las comunidades cristianas y también para los creyentes de otras religiones en esta región?
Papa: El primer punto importante es que los diversos Obispos, los Cabezas de las Iglesias se vean aquí, porque tenemos muchas Iglesias – varios ritos están dispersos en diversos países, en situaciones diversas – y parecen a menudo aislados, a menudo tienen también pocas informaciones del otro; verse juntos, encontrarse, y tomar así conocimiento uno del otro, de los problemas, de las diversidades y de las situaciones comunes, formar juntos un juicio sobre la situación, sobre el camino a tomar. Esta comunión concreta de diálogo y de vida es un primer punto. El segundo es también la visibilidad de estas Iglesias, es decir, que se vea en el mundo que hay una gran y antigua cristiandad en Oriente Medio, que a menudo no está ante nuestros ojos, y que esta visibilidad nos ayuda también a estar cerca de ellos, a profundizar nuestro conocimiento recíproco, a aprender unos de otros, a ayudarnos, y ayudar así también a los cristianos de Oriente Medio a no perder la esperanza, a quedarse, aunque las situaciones puedan ser difíciles. Así – tercer punto – en el diálogo entre ellos se abren también al diálogo con los demás cristianos ortodoxos, armenios, etc. y crece una conciencia común de la responsabilidad cristiana y también una capacidad común de diálogo con los hermanos musulmanes, que son hermanos, a pesar de las diversidades; y me parece que vendría también el aliento, a pesar de todos los problemas, a continuar, con una visión común, el diálogo con ellos. Todos los tentativos para una convivencia cada vez más fructífera y fraterna son muy importantes. Este por tanto es un encuentro de la cristiandad católica del Oriente Medio en sus diversos ritos, pero es un encuentro también de apertura, de capacidad renovada de diálogo, de valor y de esperanza para el futuro.
Padre Lombardi: Gracias, Santidad, por esta amplia panorámica y gracias en particular por la visión tan positiva y alentadora que nos ha dado también los objetivos de este viaje; y por tanto nosotros de auguramos verdaderamente para que este viaje se desarrolle en esta atmósfera y con estos resultados, e intentamos colaborar también a este objetivo con una buena información. Gracias, Santidad, y buen viaje!
[Traducción del original italiano por Inma Álvarez
© Copyright 2010 – Libreria Editrice Vaticana]