MADRID, martes, 8 junio 2010 (ZENIT.org).- La última cima, un filme sobre la vida del sacerdote Pablo Domínguez, en el fin de semana de su estreno, y con tan sólo cuatro copias, se consagra como la película número uno en espectadores por cine en España. Por petición popular, la película pasará a proyectarse en cincuenta salas.
Cerca de seis mil personas ya han visto esta película de Juan Manuel Cotelo a pesar de estar en tan sólo en cuatro cines de toda España y de competir directamente con las grandes. De hecho, ha doblado el número de espectadores por cine de la segunda en el ranking, Sexo en Nueva York 2, y llegado a triplicar la taquilla en el caso de El Príncipe de Persia o Robin Hood.
La respuesta del público está siendo masiva, hasta el punto de que La última cima pasará, por petición popular y en una sola semana, de proyectarse en cuatro cines a más de cincuenta salas de todo el país. Pese a haberse estrenado en mitad del puente del Corpus, se ha situado como la primera película en recaudación por copia en cine. Algo sorprendente si tenemos en cuenta que es un filme cuyo protagonista es un sacerdote.
Son decenas las salas que han decidido quitar de sus carteleras las éxitosas películas en 3D para hacer hacer un hueco a La última cima, la única película que, insólitamente, habla bien de los sacerdotes.
El próximo día 11 de junio, La última cima, se estrenará en más de cincuenta ciudades españolas gracias al apoyo masivo que está recibiendo desde hace semanas a través de la red.
La Última Cima, es un emocionante documental sobre el sacerdote madrileño Pablo Domínguez, fallecido en 2009 en un accidente de montaña en el Moncayo.
Pablo Domínguez, filósofo y teólogo de la Facultad de Teología de San Dámaso, en Madrid, murió con 42 años en un accidente cuando descendía del Moncayo. Era la última cima española de más de dos mil metros que le faltaba por coronar, pero su vida no fue la de un montañero al uso. Dejó atrás a muchísima gente que le apreciaba y admiraba. En su funeral participaron más de tres mil personas y una veintena de obispos. Sus misas y conferencias se llenaban de gente que deseaba oír sus palabras, incluso sus fieles le pedían que predicara allá donde viajaba.
El filme es el retrato de un hombre alegre, humilde y generoso que, según dicen los que le conocieron, sabía que iba a morir joven.
En la cinta de Cotelo ofrecen su testimonio el cardenal Cañizares, que se fijó en él para ser profesor en San Dámaso, el obispo Demetrio Fernández de Córdoba, amigo suyo y el primero en conocer su desaparición y muerte, y el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, entonces obispo de Jaca y Huesca, que varias veces visitó el sacerdote escalador.
Pero más allá de la personalidad de Pablo Domínguez, la película es un canto a la vida del sacerdote “normal”: que ni es delincuente, ni tampoco heroico, ni exorcista ni misionero en lugares extremos, sino que, simplemente, está disponible, atiende a la gente, la escucha, la confiesa, predica la verdad sin miedo, con humor e ingenio. Con imágenes de la montaña, el filme reflexiona sobre la grandeza de lo sagrado, del sacerdocio, el sacrificio y la muerte.
Con testimonios de personas sinceras que hablan de Pablo, el espectador se encariña con un cura cercano que al final ha de morir. Empieza con humor y provocación, y va haciéndose más elevada en su estilo y contenido a medida que la muerte se acerca.
Su director Juan Manuel Cotelo relata que salió a la calle con su cámara y descubrió que ocho de cada diez personas entrevistadas tenían una buena opinión de los sacerdotes.
El éxito en las salas de esta película ha sido precedido por un insólito éxito en internet. En las tres semanas previas al estreno, se produjeron más de 200.000 descargas de los trailers de la web. En el apartado “Yo conocí a Pablo”, hay cientos de comentarios de gente que lo trató, lo recuerda y se ha emocionado al compartir sus experiencias con este sacerdote.
Por Nieves San Martín