LINARES, domingo, 13 de junio de 2010 (ZENIT.org).- Más de 18 mil personas, 20 obispos y más de 200 sacerdotes participaron, en la tarde de este sábado, a pesar de la lluvia, en la beatificación de Manuel Lozano Garrido, más conocido como Lolo (1920-1971), primer periodista laico elevado a la gloria de los altares.
El arzobispo Angelo Amato S.D.B., prefecto de la Congregación vaticana para las Causas de los Santos, explicó en la celebración, que presidió en nombre del Papa en el recinto ferial de Linares, que «Benedicto XVI nos entrega un ejemplo de santidad, que transforma el dolor en peregrinación de redención».
Nacido en esa localidad, en 1920, a los 22 años Lolo, joven de la Acción Católica, comenzó a sufrir una enfermedad que en un año le provocaría una parálisis total, obligándole a vivir 32 años en silla de ruedas y en sus 9 últimos además quedó ciego. Falleció el 3 de noviembre de 1971.
«El Papa ve en este ejemplar laico español un infatigable apóstol que aceptó la parálisis y la ceguera con espíritu sereno y dichoso –explicó monseñor Amato–. Como escritor y periodista propagó las verdades evangélicas, sosteniendo la fe de su prójimo, con la oración, con el amor a la Eucaristía y su filial devoción a la Virgen».
«Su cuerpo se convirtió en un amasijo retorcido de huesos doloridos; pero nunca se quejó ni habló de sí mismo, sin embargo, cuando pierde el movimiento de la mano derecha, aprende a escribir con la izquierda, cuando también la izquierda se paraliza, dicta a un magnetófono y así se convierte en escritor y periodista incansable desde su silla de ruedas», recordó monseñor Amato.
A pesar de la parálisis, escribió para el diario «Ya», las revistas «Telva» y «Vida Nueva» y la agencia «Prensa Asociada», así como 9 libros, cuentos, poesías, ensayos, que le llevarían a ganar distintos premios.
El momento culminante de la celebración tuvo lugar cuando monseñor Amato leyó solemnemente en latín la carta apostólica con la que el Papa Benedicto XVI inscribe en el Libro de los Beatos al siervo de Dios.
A continuación, se desplegó el tapiz gigante de Lolo. Tras ello, el padre Rafael Higueras, postulador de la causa de beatificación, quien acompañó en el momento de su muerte al periodista inválido, leyó de nuevo la carta en español.
Se oyeron entonces las campanas de las Iglesias de Linares, mientras un grupo de amigos de Lolo llevaron en procesión la urna con las reliquias del nuevo beato hasta ser colocadas junto al altar e incensadas.
Durante la misa una intérprete permitió a sordos poder seguir la celebración con el lenguaje de los signos. La primera lectura del libro de Job la leyó un invidente. En la procesión de ofrendas, uno de los dones fue presentado por un discapacitado en silla de ruedas.
Monseñor Amato recordó también los años de adolescencia y juventud de Lolo, en plena persecución religiosa, durante la cual perdió a su hermano Agustín y distribuyó la Eucaristía entre los encarcelados. Por este motivo, él mismo fue encerrado en prisión durante tres meses. Ahora bien, más tarde perdonaría a la persona que le delató.
Y concluyó: «Lolo nos invita a dar amor, porque Dios tiene un solo nombre, que es Amor, nada más que Amor».
Puede leerse la homilía de monseñor Amato en la beatificación en la sección de Documentos de la página web de ZENIT (Cf. Homilía en la beatificación de Manuel Lozano Garrido, Lolo).