CIUDAD DEL VATICANO, domingo 20 de junio de 2010 (ZENIT.org).- La catástrofe ecológica provocada por la marea negra en el Golfo de México debe ser una lección de humildad para todas las actividades humanas, no sólo en el campo de la producción de energía, asegura el portavoz vaticano.
El padre Federico Lombardi. S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede ha analizado estos dos meses de pérdida de petróleo en las aguas del Golfo de México a causa de la explosción de una plataforma de la compañía petrolera BP.
«Las dimensiones del desastre son difícilmente calculables, pero son ciertamente enormes y siguen extendiéndose», reconoce el portavoz vaticano en el último editorial de «Otava Dies», semanario producido por el Centro Televisivo Vaticano del que también es director.
Esta catástrofe, añade, recuerda a otros graves desastres ambientales relacionados con las actividades humanas como el de la fábrica química de Bhopal en India, en 1984, o el desastre de la central nuclear de Chernóbil, en Ucrania, en 1986, que no solo causaron catástrofes ecológicas sino que también acabaron con vidas humanas.
«Lo que sorprende en este caso es el sentido de impotencia y el retraso en la búsqueda de una solución frente al desastre por parte de una de las multinacionales petroleras más grandes y técnicamente mejor equipadas del mundo, así como también por parte del país más potente de la tierra», reconoce el padre Lombadi.
«Esto resulta increíble, pero es un hecho –subraya–. No se trata de una erupción de un volcán, sino de un hueco relativamente pequeño hecho por el hombre en el fondo del mar. Y sin embargo, en dos meses científicos y técnicos extraordinariamente especializados no han logrado taparlo».
El padre Lombardi en su editorial plantea esta pregunta: «¿Sabremos sacar una lección de prudencia y atención en el uso de los recursos de la tierra y de los equilibrios del planeta?».
«Ciertamente a partir de ahora cambiará mucho en el campo de la extracción petrolera para que sea más segura -reconoce–. Pero quizá podemos sacar también una lección de humildad. La técnica siempre hará progresos. Pero si en procesos productivos relativamente simples se manifiesta tan impotente, ¿qué haremos si se nos escapan de las manos procesos mucho más complejos como los que tienen que ver con la energía custodiada en el núcleo de la materia o más aún, en los procesos de la formación de la vida?».
El padre Lombardi concluye reconociendo que tenía razón Benedicto XVI cuando al terminar su última encíclica sobre los grandes problemas de la humanidad de hoy, Caritas in veritate, consagra un capitulo «sobre la responsabilidad en el uso del poder de la técnica».