Italia: Razones culturales y políticas para defender el crucifijo

Ante la decisión de la Corte de Estrasburgo sobre este tema el próximo martes

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ROMA, jueves 24 de junio de 2010 (ZENIT.org).- El laicismo europeo no puede concebirse “en términos tales que hiera sentimientos populares elementales y profundos”, expresó ayer el presidente italiano Giorgio Napolitano.

El mandatario mandó un mensaje en una mesa redonda que se realizó en el Consejo nacional de los bienes culturales de Roma, denominada Valori e diritto – Il caso del Crocifisso (Valores y derechos, el caso del crucifijo n.d.t)

“No pretendo en ningún modo interferir en las competencias propias de órganos judiciales”, aclaró el presidente Napolitano. Sin embargo, quiso resaltar la misión educativa de las diferentes instituciones “sea en ambientes y planos diferentes y en absoluta independencia, de promover el respeto de principios éticos fundamentales en los que todos pueden reconocerse y sin los cuales está destinada a lacerarse la cohesión del tejido social”.

Por ello, el presidente italiano señaló la importancia “de salvaguardar y valorar el tradicional patrimonio identificador y de valores, expresado en particular en los países europeos y en nuestro país, por la milenaria presencia cristiana y católica”.

“La actitud que hay que tener con los símbolos religiosos podría ser afrontada de manera más oportuna”, expresó Napolitano, “así como la necesidad de un término medio entre diferentes sensibilidades y la salvaguardia de objeción de conciencia seria y consciente en situaciones específicas”, dijo.

Desconcierto

Por su parte el presidente del consejo italiano de ministros Silvio Berlusconi, quien también envió un mensaje a este evento, reiteró, como lo dijo el pasado mes de noviembre, su “profundo desconcierto por la decisión de la Corte Europea de Estrasburgo sobre la prohibición de la presencia del crucifijo en las aulas escolares”.

Dijo también que es necesario que “durante la redacción de la nueva constitución europea, se hubiesen reconocido adecuadamente las raíces judeo-cristianas de la cultura europea”, y aseguró que está convencido que “no podemos no decirnos cristianos”

Destacó todos los valores que encierra el símbolo del crucifijo, al que calificó como “una lección de servicio y de amor que lleva a considerar y a aceptar el sacrificio extremo”.

Un valor que “ha sostenido durante años el desarrollo de las conciencias, ha reforzado las convicciones y la abnegación de tantas personalidades heroicas, también oscuras, siempre cercanas al prójimo que sufre, ha animado la vida política y ha, ciertamente, permitido en los años a las mentes jóvenes de este país se formaran, y si tenían ideas diferentes, se confrontaran con el mensaje cristiano, todavía hoy considerado vivo y actual en cada parte de la Tierra”.

Totalitarismo laicista

En el evento intervino también el alcalde de Roma Gianni Alemanno, quien hizo alusión al pasaje del Evangelio sobre la puerta ancha y estrecha para llegar al cielo (Mateo 7, 6 – 14). “El crucifijo es la puerta estrecha”, aclaró.

Alemano se refirió también al valor de la libertad “que no nace de eliminar el principio de la tradición sino de ser consciente de ella, para que el hombre tenga un punto de referencia”. Dentro de esta batalla a favor del crucifijo hay un dato importante, afirmó: “Existen muchos elementos y aspectos diferentes pero es necesario estar atentos porque la globalización trae consigo una ideología, que no deja de ser una ideología muy totalitaria”.

“Es necesario un humanismo”, aseguró Alemano, “capaz de comprender los derechos de las personas, de afirmar no como individuos sino como pueblos, un fuerte valor de respeto”. Y destacó también que no hay dicotomía “entre identidad y libertad”.

Por Carmen Elena Villa

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ZENIT Staff

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