ROMA, domingo, 18 de julio de 2010 (ZENIT.org).- En muchos países se sigue debatiendo sobre el tema del suicidio asistido, con victorias y derrotas por ambas partes.
En el Reino Unido, la Sociedad Real Británica de Medicina convocó recientemente una conferencia para escuchar los puntos de vista opuestos sobre el suicidio asistido, informaba el 5 de julio LifeNews. La votación que tuvo lugar al final del evento mostró una gran mayoría votando en contra de una moción para apoyar el suicidio asistido.
En el lado negativo, el 25 de junio, el Tribunal de Justicia Federal de Alemania dictaminó que el suicidio asistido es legal en ciertas circunstancias, informaba el mismo día Deutsche Welle.
La decisión tenía que ver con un caso en el que la hija de una paciente enferma terminal en estado de coma había cortado el tubo de alimentación de su madre.
Antes de entrar en coma, Erika Kuellmer le dijo a su hija que no quería que se la mantuviera viva si caía en coma. Poco después de que esto ocurriera la hija consultó a un abogado, Wofgang Putz, quien le aconsejó qué hacer. Ella cortó el tubo, que más tarde fue reemplazado por el personal del hospital. Su madre murió dos semanas después.
El año pasado Putz fue condenado por homicidio frustrado por su papel en el caso, pero ahora ha sido absuelto con esta última sentencia. El Tribunal Federal dictaminó que, si un paciente ha dicho de modo explícito que no quiere tratamientos que usen un ventilador o un tubo de alimentación para mantenerlo en vida, se permite entonces poner fin a dicho tratamiento. El suicidio asistido es ilegal en Alemania.
Otros países
En los países en que el suicidio asistido es legal existe preocupación por los abusos. En Suiza la organización Dignitas está siendo investigada cada vez más, informaba la BBC el 2 de julio.
El gobierno está examinando proyectos de ley que endurecerán la legislación, haciendo más difícil que quienes no sean ciudadanos suizos puedan poner fin a sus vidas yendo a Suiza.
Dignitas, fundada por Ludwig Minelli, ha ayudado a más de mil personas a morir durante los últimos 12 años, según la BBC. Los miembros pagan sustanciosos honorarios para pertenecer a la organización, junto con fuertes sumas para el suicidio asistido mismo.
Bajo las actuales leyes esto es legal, siempre y cuando ni Minelli ni Dignitas obtengan beneficio alguno. Pero la BBC afirmaba que en Suiza se han presentado acusaciones de que Minelli se ha hecho millonario desde que fundó Dignitas.
La actual investigación a que está sometida Dignitas es resultado también del descubrimiento, a principios de este año, de un gran número de urnas de cremación en el fondo del Lago Zurich. Según un reportaje del London Times del 28 de abril, una antigua empleada de Dignitas, Soraya Wernli, afirmó que la clínica ha arrojado 300 urnas al lago.
Holanda, donde el suicidio asistido es desde hace tiempo legal, es otro país donde se han suscitado preguntas sobre lo que está ocurriendo. Según un reportaje del Telegraph de Londres del 2 de junio, los casos de eutanasia han aumentado un 13% en el 2009, se estima que hasta las 2.636 personas. Esto es una incremento del 10% en el 2009 respecto a las cifras del año anterior.
Phyllis Bowman, presidenta de la organización británica Right to Life declaró al Telegraph que estaba segura de que el aumento en número se debe a un tratamiento inadecuado del dolor por parte de los médicos holandeses.
El número de casos de eutanasia podría aumentar bastante más si el parlamento cede a la presión de permitir a los ancianos el derecho al suicidio asistido. Se dice que una campaña para permitir esto ha reunido más de 100.000 firmas de petición, informaba Associated Press el 8 de marzo.
Marie-Jose Grotenhuis, portavoz de la campaña «Of Free Will» explicaba que el grupo quiere preparar a personas sin preparación médica a administrar una poción letal a la gente con más de 70 años que «consideren sus vidas completas» y quieran morir.
La actual ley sobre suicidio asistido requiere que dos médicos estén de acuerdo en que el paciente está sufriendo de modo insoportable una enfermedad sin esperanza de recuperarse, y que quiera morir, antes de proceder.
Bélgica también ha suscitado intérés en cuanto a la práctica de la eutanasia. Un informe reciente, «El Papel de las Enfermeras en las Muertes Asistidas por Médico en Bélgica», revelaba que cinco de las enfermeras entrevistadas habían estado implicadas en la eutanasia de un paciente. Cerca de la mitad de ellas – 120 de 248 – admitieron que los pacientes ni habían requerido ni consentido la eutanasia, informaba el 18 de junio el Catholic Herald.
La eutanasia no voluntaria es ilegal en Bélgica, en donde se legalizó la eutanasia voluntaria en el 2002. La eutanasia suma ahora el 2% de todas las muertes, mencionaba el artículo.
El estudio, publicado en el Canadian Medical Association Journal, concluía que las salvaguardas aprobadas en las legislación de 2002 son ignoradas de forma rutinaria. Los investigadores creen también que el número de enfermeras implicadas en la eutanasia involuntaria es mayor que el de las cifras de estudio, puesto que era probable que no todas las enfermeras admitieran estar implicadas en prácticas ilegales.
«Una vez que se legaliza cualquier forma de eutanasia, inevitablemente la gente empuja más allá los límites», decía al Catholic Herald, el doctor Peter Saunders, director de la alianza Care Not Killing, una coalición de más de 50 organizaciones médicas, de discapacitados y religiosas británicas opuestas a la eutanasia.
Un punto digno de reflexión para quienes debaten actualmente una propuesta ante el parlamento escocés para permitir el suicidio asistido. La Ley de Asistencia al Final de la Vida, presentada por un miembro independiente del parlamento, está siendo ahora examinada por un comité, explicaba en un informe el 29 de junio el Christian Institute del Reino Unido. En las notas recibidas del público por el comité, el 86%, o 601 personas u organizaciones, expresaba su oposición a la ley.
Un atentado a la santidad de la vida humana
La Iglesia católica también se ha mostrado crítica ante la propuesta. «Será un atentado contra la santidad fundamental de la vida humana y permitirá que muchas vidas se pongan en riesgo por medio de diversos grados de coacción psicológica, social o cultural», informaba el 5 de julio el periódico Scotsman.
La Iglesia de Escocia, la Iglesia Metodista y el Ejército de Salvación hicieron público un comunicado conjunto diciendo que la ley abriría una brecha en la prohibición de quitar la vida humana, añadía el artículo.
En un artículo de opinión publicado al día siguiente en el Scotsman, la doctora Rosemary Barrett, una de las directoras del Consejo sobre Bioética Humana escocés, afirmaba que la utilización del tratamiento contra el dolor, o el no usar máquinas que prolonguen la vida, es muy diferente de la eutanasia, en la que se tiene la intención directa de poner fin a la vida.
Los servicios de cuidados paliativos en Escocia de tratar de modo adecuado el dolor y no hay necesidad de introducir la eutanasia para lograr que los pacientes gravemente enfermos escapen a fuertes dolores, sostenía.
Mientras seguía en los últimos meses el debate sobre la eutanasia en Gran Bretaña, se pone cada vez más de manifiesto que la oposición a que se debiliten las leyes procede de muchos lados. Brendan O’Neill, editor de la página de comentarios Spiked, se dirigió a un encuentro en Londres y el 17 de mayo publicaba sus comentarios en su página.
Hablando como ateo y como «humanista radical», afirmaba que es un misterio cómo el «derecho a morir» haya venido a ser visto como una causa progresista.
Desde una perspectiva humanista, declaraba que la eutanasia es contraria a lo que deberíamos ha
cer por un enfermo terminal, porque podría hacer que sus decisiones finales fuesen más agónicas. Y para el resto de nosotros: «A mí me parece muy poco irrefutable que la campaña por la legalización del suicidio asistido va unida con una mayor incapacidad de la sociedad de hoy para valorar y celebrar la vida humana», indicaba.
En una reciente conferencia, David Jones, director del centro de bioética en el St. Mary’s University College, sostenía que la legalización del suicidio asistido conducirá lógicamente a la tolerancia hacia la eutanasia no voluntaria, informaba el 1 de julio el periódico Telegraph. Una advertencia para no dejarse llevar a este resbaladizo precipicio que conduce a una peligrosa indiferencia por la vida humana.
Por el padre John Flynn, L. C., traducción de Justo Amado