CIUDAD DEL VATICANO, viernes 3 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).-  La Jornada Mundial de la Juventud de Madrid no será un evento puntual, sin que renovará a toda la Iglesia, asegura el responsable de la Sección Jóvenes del Consejo Pontificio para los Laicos.

En virtud de este cargo, el sacerdote francés Eric Jacquinet, está dando seguimiento desde el Vaticano a la preparación de esas Jornadas que tendrán lugar el próximo mes de agosto.

En esta entrevista concedida a ZENIT, reflexiona sobre el mensaje que el Papa acaba de dirigir a los jóvenes con motivo de esa Jornada Mundial, que lleva por tema: "Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe" (cf. Colosenses 2, 7).

--El Papa ha escrito una encíclica sobre la caridad y una sobre la esperanza, ¿por qué ha optado ahora por afrontar con los jóvenes el tema de la fe?

--Padre Eric Jacquinet: El Papa presta mucha atención a la situación de los jóvenes en el contexto actual. Sabe que la juventud es un período caracterizado por grandes aspiraciones. En este sentido, ofrece un testimonio personal muy impactante, en este mensaje, recordando su propia juventud, su aspiración a una vida grande y bella, en momentos de la dictadura del nacional-socialismo. Ahora constata que muchos jóvenes están desilusionados y sin puntos de referencia para edificar sus vidas. Y el Santo Padre está convencido de que es el resultado de una cultura occidental marcada por tres males: el eclipse del sentido de Dios, el relativismo y el nihilismo. Como respuesta, el Papa ofrece a los jóvenes una visión positiva de la existencia, basada en la fe en Dios.

--¿Cómo articula el Papa esta propuesta?

--Padre Eric Jacquinet: Para hablar de la fe, el Papa utiliza dos imágenes presentes en el tema: la del árbol arraigado y la de la casa edificada sobre cimientos. Así como el árbol necesita raíces para vivir y resistir a la intemperie, del mismo modo el Papa invita a los jóvenes a encontrar en Cristo el manantial de su vida. Y así como la casa sólo es sólida si se basa en cimientos estables, del mismo modo nuestras vidas sólo se edifican de manera duradera sobre la Palabra de Dios, acogida con la Iglesia. La fe en la Palabra de Cristo es, por tanto, el antídoto a los venenos del eclipse de Dios, del relativismo y del nihilismo, con su cohorte de consecuencias negativas para la vida de los jóvenes. El Papa les exhorta a entrar en comunión profunda con Cristo, en quien encontrarán la vida.

--¿Cuál es, según usted, el punto clave de este mensaje del Papa a los jóvenes del mundo?

--Padre Eric Jacquinet: El tema de la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid está tomado de la carta de Pablo a los Colosenses, pues éstos estaban contaminados por filosofías religiosas que desviaban a los cristianos del Evangelio. El Papa constata que nos encontramos en la misma situación. Una corriente laicista quiere excluir a Dios de la vida pública y corrientes religiosas anuncian una felicidad sin Cristo. Como hacía san Pablo, el Papa recuerda que el camino de la felicidad pasa por la salvación de la Cruz de Cristo y que las demás propuestas no son más que ilusiones. Benedicto XXVI lleva, por tanto, a los jóvenes a encontrar a Cristo en la Cruz, con palabras muy fuertes: "la cruz a menudo nos da miedo, porque parece ser la negación de la vida. En realidad, es lo contrario. Es el 'sí' de Dios al hombre, la expresión máxima de su amor y la fuente de donde mana la vida eterna [...] Por eso, quiero invitaros a acoger la cruz de Jesús, signo del amor de Dios, como fuente de vida nueva". Luego mostrará cómo el apóstol Tomás, que nos representa muy bien, pasó de la duda a la fe en Cristo muerto y resucitado.

--¿Cómo pueden llevar a la práctica los jóvenes durante este año la enseñanza del Papa?

--Padre Eric Jacquinet: Durante todo este año, se invita a los jóvenes a reunirse en grupos pequeños, en sus parroquias, capellanías, movimientos, grupos de oración, para meditar esta carta. ¿Por qué no leer un párrafo al mes, pidiendo a cada joven que reflexione con anticipación sobre algunas preguntas para dejar espacio después a un momento de intercambio?

--En el año 2010, la Jornada Mundial de la Juventud ha celebrado sus 25 años: Benedicto XVI ve "una iniciativa profética que ha dado abundantes frutos". ¿Cuáles son estos frutos?

--Padre Eric Jacquinet: Los frutos son muy numerosos. Ante todo, para algunos jóvenes, son un lugar de experiencia espiritual, de descubrimiento de la presencia de Cristo vivo. Por otra parte, es una experiencia eclesial muy fuerte. Encontramos a jóvenes católicos, sólidamente arraigados en Cristo, procedentes del mundo entero. Los sacerdotes y obispos (que ofrecerán las catequesis) también se acercan a los jóvenes. Esto refuerza considerablemente el lazo de los jóvenes con Cristo y con la Iglesia. Y muestra al mundo entero una imagen renovada y hermosa de la Iglesia. De hecho, las Jornadas Mundiales de la Juventud existen porque hay jóvenes que se comprometen como voluntarios de toda la organización, ya sea en el país de origen, ya sea en el país de acogida. Estos jóvenes luego siguen comprometiéndose al servicio en la Iglesia. Las Jornadas Mundiales de la Juventud han generado, también, numerosas vocaciones consagradas y sacerdotales. Por último, se puede decir que para el país de acogida, la Jornada Mundial de la Juventud es una gran bendición. Dado que exigen el compromiso de todas las realidades eclesiales, la Jornada Mundial de la Juventud es la oportunidad para una renovación profunda de la Iglesia, de las parroquias, de los grupos de jóvenes, en el país de acogida.

--A veces se dice que las Jornadas Mundiales de la Juventud son un acontecimiento puntual, pero sin proyección ni continuidad posterior. Usted, ¿qué piensa?

--Padre Eric Jacquinet: En el Evangelio, los encuentros de los discípulos con el Resucitado son acontecimientos puntuales, de duración corta, pero que sin embargo han cambiado la vida de los discípulos y han dado fruto para la historia del mundo. Puede suceder lo mismo con algunos acontecimientos eclesiales, como es la Jornada Mundial de la Juventud. Además, cada Jornada Mundial de la Juventud no es un simple acontecimiento de cinco días. Es un proceso que se desarrolla en uno o dos años de preparación y que luego da frutos, si se saben recoger. En general, se puede decir que, durante estos 25 años, las Jornadas Mundiales de la Juventud han contribuido realmente a la formación de nuevas generaciones de católicos, que hoy están comprometidas en la Iglesia y en la sociedad. Y esto tiene un impacto mensurable en algunos lugares.

--¿Cómo se desarrollarán las Jornadas Mundiales de la Juventud?

--Padre Eric Jacquinet: La apertura tendrá lugar el martes, 16 de agosto, con una misa presidida por el arzobispo de Madrid, el cardenal Antonio María Rouco Varela. El papa llegará el jueves, 18 de agosto. En las mañanas del miércoles, jueves y viernes tendrán lugar las catequesis, en unos 300 lugares, por grupos lingüísticos. El viernes, tendrá lugar el Vía Crucis, que sin duda será muy emocionante, como en cada ocasión. El festival de la juventud propondrá actividades culturales (exposiciones, espectáculos, debates, encuentros) todas la noches. El sábado por la noche, será el momento de la gran vigilia de oración y el domingo por la mañana, 21 de agosto, la misa de clausura. ¡No nos vamos a aburrir!

--El Papa sabe que habrá muchos jóven es en Madrid. ¿Cómo inscribirse?

--Padre Eric Jacquinet: Es muy sencillo. La página web oficial (http://www.madrid11.com) permite inscribirse en grupo desde el 1 de julio. La idea es alentar a todos los jóvenes a unirse a un grupo, allí donde están, para viajar juntos. Puede ser un grupo de la parroquia o de la diócesis. También hay movimientos, comunidades y asociaciones que proponen viajar con ellos. Estos grupos proponen una primera escala en una diócesis española, en los días precedentes a la Jornada Mundial de la Juventud, para participar en un primer encuentro, acogidos en las parroquias y las familias, hasta el 15 de agosto. Todos los grupos se dirigirán luego a Madrid.

Por Anita S. Bourdin