Las Iglesias en Europa relanzan el compromiso con la creación

Mensaje al final de la peregrinación “verde” organizada por el CCEE

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MARIAZELL, martes 7 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Promover, a través de la formación, una conversión de la mente y del corazón que motive el cambio de arraigadas conductas humanas es el objetivo fundamental indicado a las Iglesias europeas en el mensaje final de los obispos y delegados de las conferencias episcopales de Europa que han participado en la peregrinación por la salvaguarda de lo creado realizada del 1 al 5 de septiembre por Hungría, Eslovaquia y Austria hasta llegar al santuario de Mariazell.

Iglesia en Europa: ¡renueva tu compromiso con la salvaguarda de lo creado! es el el título del mensaje, que concluye y relanza, para el trabajo futuro, la iniciativa promovida por el Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) con el objetivo de realizar una reflexión común sobre el tema indicado por Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz 2010, Si quieres cultivar la paz, custodia lo creado.

Destacamos los pasajes más importantes del texto, junto a los comentarios compartidos con ZENIT por algunos de los obispos participantes en la peregrinación.

El cosmos del caos
«La bondad, la belleza y la fecundidad de lo creado -afirma el mensaje- eran la primera vocación del hombre, confiada a él con confianza».

Así como del casos, ordenado por la Palabra de Dios, surgió el Cosmos -imagen propuesta por el presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz, el cardenal Peter Turkson, en su intervención a los participantes en la peregrinación-, «así el Cosmos, sin la Palabra de Dios, nos lleva al caos».

«Este principio -prosigue el mensaje- encuentra eco en la verdadera etimología de la palabra ‘ecología’, que destaca el principio de tener la oikos, la casa -nuestra morada terrenal- ordenada».

«Como cristianos -afirmó monseñor Manuel da Silva Rodrigues Linda, obispo auxiliar de la diócesis portuguesa de Braga y responsable de la Comisión para la pastoral social de la Conferencia Episcopal Portuguesa-, se trata de una verdad de fe de la que debemos ser más conscientes».

«La conversión a la mentalidad y las actitudes ecológicas -prosiguió monseñor Da Silva- nace de una conversión a Dios».

Según el prelado, hay que partir de la pregunta «¿quién es Dios para mí?». «El nuestro es un Dios creador, que quiere la vida de sus criaturas y no quiere que mueran».

«Cuando nos demos cuenta de que junto a todas las criaturas habitamos la misma morada, una casa común, ya no nos gustará ver desfiguraciones y daños en nuestro entorno -afirmó-. Desde aquí comienza un cambio de mentalidad que debe llevar a la conversión del corazón».

«Los que piensan sólo en el beneficio, nunca se encaminarán en la vía de la conversión», advirtió.

Y concluyó: «Sería oportuno que también en la catequesis y en la predicación dominical destacáramos más el concepto de Dios creador».


Ecología de la persona humana
El mensaje final de la peregrinación recuerda que «el libro de la naturaleza es uno e indivisible. El respeto a la ecología de la persona humana está íntegramente conectado al respeto a la creación».

«El peligro del movimiento ecologista -comentó monseñor Andrè-Joseph Léonard, arzobispo de Malinas-Bruselas (Bélgica) y presidente de la Conferencia Episcopal Belga- es olvidar el lugar central de la persona humana, preocuparse del futuro de todas las especies animales y dejar aparte, a veces, a la persona humana».

Es, en cambio, muy importante, según monseñor Léonard, «unir en una única preocupación el medio ambiente natural y la persona humana».

Se trata de un tema que «une aspectos filosóficos y teológicos a perfiles científicos para después traducirse en actitudes muy prácticas».

«Yo mismo -explicó el arzobispo de Malinas-Bruselas-, tras haber participado en encuentros sobre el tema de la salvaguarda de lo creado, he decidido comprar un coche ecológico, que consume poco, y he aprendido a estar atento a pequeñas cosas que sin embargo tienen un gran impacto, como usar menos agua o tomar el tren en lugar del coche y utilizar más la bicicleta».

La cuestión del respeto al medio ambiente se afronta también respecto a las estructuras eclesiásticas.

«En Bélgica -afirmó monseñor Léonard- hay muchas decisiones que tomar, en las parroquias, en los seminarios, en las iglesias, para ahorrar energía».


A todos los hombres de buena voluntad
El mensaje de Mariazell destaca la necesidad de recurrir a fuentes de energía alternativa y llegar al acuerdo pacífico sobre la utilización de los recursos, en concreto del agua.

También recuerda los principios de la doctrina social de la Iglesia sobre la solidaridad, la subsidiariedad y la justicia distributiva, así como el deber de preocuparse por las generaciones futuras.

La salvaguarda de lo creado debe recibir una atención ecuménica; por eso, el mensaje recomienda una oración y una acción común de las Iglesias y de las comunidades cristianas, a partir de la invitación de la asamblea ecuménica de Sibiu del 2007 de utilizar cada año el periodo entre el 1 y el 4 de octubre, fiesta de san Francisco, como un tiempo particular de oración y de sensibilización sobre la temática ecológica.

«Se trata -afirmó el cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena y presidente de la Conferencia Episcopal Austriaca- de un ámbito de colaboración no sólo ecuménica sino con toda persona de buena voluntad».

Hay, de hecho, «personas de otras religiones o sin ninguna creencia religiosa que sin embargo tienen un gran sentido de responsabilidad por el futuro, por las próximas generaciones y por el bien común que nos ha sido dado en la creación».

«Si no es posible compartirlo todo -prosiguió el cardenal Schönborn- podemos sin embargo hacer muchas actividades juntos para la salvaguarda del medio ambiente».

«Ésta es la gran visión de laPacem in terris del beato papa Juan XXIII, que dirigía su llamada a todos los hombres de buena voluntad», añadió. 

Sembrar para el futuro

«El ‘éxito’ de iniciativas como esta peregrinación -afirmó el padre Duarte da Cunha, secretario general del CCEE- no debe valorarse según la lógica del mundo, que exige resultados inmediatos».

«Nuestro trabajo quiere poner semillas que traerán frutos con la gracia de Dios y la responsabilidad de todos», explicó.

«En el mensaje conclusivo -prosiguió Da Cunha-, así como de la complejidad de lo compartido estos días, emergen muchas propuestas».

«Se advierte sobre todo la urgencia de que las Iglesias mantengan el nivel de la reflexión y de la profundización sobre el respeto a lo creado, no sólo en clave ecologista, sino del complejo cuidado de la vida».

Los resultados de la peregrinación se presentarán en la asamblea plenaria del CCEE del próximo mes de octubre en Zagreb.

«Esperamos saber -concluyó el secretario general del CCEE- lo que las conferencias episcopales europeas sugieren para continuar el camino emprendido»

[Por Chiara Santomiero, traducción del italiano por Patricia Navas]

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ZENIT Staff

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