CIUDAD DEL VATICANO, martes, 7 septiembre 2010 (ZENIT.org).- «Quiero ser una espada de fuego en el santo ministerio», era una frase que repitió tras ordenarse el sacerdote Luigi Guanella, fundador de las comunidades de los Siervos de la Caridad e Hijas de Santa María de la Divina Providencia.
Será canonizado el próximo año por el Papa Benedicto XVI quien el pasado primero de julio firmó el decreto en el que se aceptaba el milagro para que llegara a los altares.
Al ministerio del pontífice siempre reservó una profunda devoción. Don Guanella, como le conocen todos, quiso ser siempre un «soldado» del Papa: combatiente, defensor, obediente a él y a su deseo. «Si miramos a la estrella que nos guía, no pereceremos», decía con respecto al sucesor de Pedro.
Sensibilidad social
Nació en diciembre de 1842, en Valle de San Giacomo, ubicado en la provincia de Como, en frontera entre Italia y Suiza. Tenía 12 hermanos. En su pueblito natal comenzó desde pequeño a cultivar el don de la fe. «En las tardes largas, especialmente las festivas, se leía la Santa Biblia y varias vidas santos. El rosario era además la oración que el papá Lorenzo y mamá Maria Bianchi recitaban junto con sus numerosos hijos», dice en su autobiografia.
Estudió en el colegio Galio de Como. Luego ingresó al seminario. Cuando volvía a su pueblo por las vacaciones aprovechaba para visitar a los pobres y campesinos que habitaban en los lugares de tránsito. Desde allí comenzó a florecer su aguda sensibilidad social.
Su acción pastoral también se desarrolló con fuerza en el contexto del movimiento de unificación de Italia y la dominación de Austria en el norte de su país.
Recibió la ordenación sacerdotal en 1866. Durante un año se fue a un pequeño pueblo ubicado cerca de Aquila donde enseñó a leer a varios de sus habitantes. Luego viajó a Turín y por tres años perteneció a la orden de San Juan Bosco, a quien conoció personalmente luego regresó a ser sacerdote diocesano. Constantemente se preocupaba por la fortaleza espiritual de sus feligreses y la atención hacia los más pobres.
«Tengo en el alma la caridad y la conciencia de que Dios nos ha enviado al mundo para construir una sociedad justa y convertirnos para estas personas en sus padres, madres o hermanos, y servir en esta alegría de vivir», decía el futuro santo.
«Su método pedagógico estaba inspirado en el «preventivo» que pretendía crear una sensibilidad en los educadores», explica en diálogo con ZENIT el postulador para su causa de canonización, padre Mario Carrera.
Con un grupo de mujeres, Guanella se dedicó a sacar adelante una residencia de ancianos. Así comenzaba una nueva congregación: las Hijas de Santa María de la Providencia, de la cual nació también la rama masculina: la congregación de los Siervos de la Caridad.
Pero a don Guanella no se interesaba sólo por la pobreza material sino también por la espiritual. Uno de sus principales discípulos fue el famoso psicólogo Agostino Gemelli (1878-1959) quien nació y creció en el seno de una familia de librepensadores. Al conocer a este sacerdote su se convirtió al catolicismo y más tarde entró en la orden franciscana. «Aquello que la ciencia humana no podrá nunca hacer, lo ha hecho don Guanella con su fe y su capacidad de trabajar», decía.
En 1915 viajó a Marsica en Abruzzo donde fue a llevar auxilio a las víctimas de un terremoto que recientemente había devastado aquel lugar. Murió el mismo año en la población de Como y fue beatificado por Pablo VI en 1964.
Actualmente la Familia Guanelliana, compuesta por los Siervos de la Caridad e Hijas de Santa María de la Divina Providencia, y por varios colaboradores laicos se extiende en varios países: Argentina, Chile, Paraguay, Brasil, Colombia, Guatemala, México, España, Estados Unidos, India, Filipinas, Ghana, Congo y Nigeria.
Por Carmen Elena Villa