CASTEL GANDOLFO, lunes 13 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- El obispo no es un burócrata, motivo por el cual debe superar la lógica de la simple eficacia, explicó este lunes Benedicto XVI al recibir en audiencia a obispos nombrados en el último año.
Los prelados participan en un encuentro, convocado pro la Congregación vaticana para los Obispos, en el Centro de Estudios Superiores de la Congregación de los Legionarios de Cristo, que este año ha llegado a su décima edición. Participan 99 obispos, 13 de los cuales pertenecen a iglesias orientales.
Al dirigirse a los prelados en la Sala de los Suizos de la residencia pontificia de Castel Gandofo, el Papa aseguró que «la misión del obispo no debe entenderse con la mentalidad de la eficiencia y de la eficacia», que sólo se fija en lo que hay que hacer y no en lo que se es.
«Es necesario tener siempre en cuenta la dimensión ontológica, que fundamenta la funcional», aseguró el Santo Padre.
«El obispo, por la autoridad de Cristo de la que está revestido, cuando se sienta en la Cátedra está puesto ‘por encima’ y ‘ante’ la comunidad, en cuanto que él es ‘para’ la comunidad, hacia la que dirige su solicitud pastoral».
El pontífice dejó a los nuevos obispos un auténtico programa de vida, que dejó el mismo santo Tomás de Aquino.
Comentando la expresión de Jesús en el Evangelio de Juan: «El Buen Pastor da la vida por sus ovejas», el santo teólogo y filósofo observaba: «Él consagra a ellos su persona en el ejercicio de la autoridad y de la caridad. Se exigen ambas cosas: que le obedezcan y que las ame. De hecho la primera sin la segunda no es suficiente».
Custodio de una alianza nupcial
El Papa invitó también a los obispos en las palabras explicativas del rito de la entrega del anillo en la liturgia de la ordenación episcopal, en la que se recuerda que «la Iglesia es ‘esposa de Cristo’ y el obispo es el ‘custodio’ (episkopos) de este misterio».
«Al obispo, por tanto, se le confía una alianza nupcial: la de la Iglesia con Cristo», constató.
El concepto del «custodiar», recordó, no quiere decir sólo «conservar lo que ya ha sido establecido – aunque este elemento no deba faltar nunca – sino que incluye, en su esencia, también el aspecto dinámico, es decir una perpetua y concreta tendencia al perfeccionamiento, en plena armonía y continua adecuación a las exigencias nuevas surgidas del desarrollo y del progreso de ese organismo viviente que es la comunidad».
Retrato robot del obispo
El Papa concluyó ofreciendo un retrato robot del obispo ideal, subrayando que «grandes son las responsabilidades de un obispo para el bien de la diócesis, pero también de la sociedad».
«Está llamado a ser fuerte y decidido, justo y sereno para llegar a un discernimiento sapiencial de las personas, de la realidad y de los acontecimientos, requerido por su tarea de ser padre, hermano y amigo en el camino cristiano y humano», añadió.
«Se trata de una profunda perspectiva de fe y no sencillamente humana, administrativa o de cuño sociológico en la que se coloca el ministerio del obispo, el cual no es un mero gobernante o un burócrata, o un simple moderador y organizador de la vida diocesana».
«Son la paternidad y la fraternidad en Cristo la que dan al superior la capacidad de crear un clima de confianza, de acogida, de afecto, pero también de franqueza y de justicia», indicó.
Una sola fe
En su saludo al Papa al inicio de la audiencia, el nuevo prefecto de la Congregación para los Obispos, el cardenal canadiense Marc Ouellet, dio las gracias en nombre de los obispos ordenados en 2009-2010 «por haber sido elegido para ejercer el ministerio apostólico», bajo la «sabia guía», del pontífice.
«Estoy muy contento de presidir por primera vez y de constatar los beneficios de la comunión fraterna que se establece entre todos –añadió– Somos miembros de naciones y de comunidades culturales muy diferentes, pero una sola fe nos une y nos consagra en el servicio del Reino».
Este congreso de obispos no sólo les permite saludar al Papa al inicio de su ministerio, sino además intercambiar experiencias pastorales con cardenales y arzobispos de la Curia Romana, así como entre ellos mismos.
Por Roberta Sciamplicotti