ROMA, martes 14 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI sorprenderá a los ciudadanos británicos al presentar «de corazón a corazón» la relación entre fe y razón, considera una de las personas decisivas en la realización de este viaje, el embajador del Reino Unido ante la Santa Sede.
En medio de los frenéticos preparativos para la llegada del Papa este jueves a Edimuburgo, Francis Campbell ha ofrecido en un encuentro con ZENIT un detallado análisis del impacto que tendrá la primera visita de Estado de un Papa al Reino Unido.
Campbell, nacido en 1970, en Irlanda del Norte, ha sido secretario privado de Tony Blair, cuando era primer ministro, y es representante de la Reina ante el Papa desde 2005.
–¿Por qué va el Papa al Reino Unido?
–Francis Campbell: Creo que hay dos razones de fondo: una religiosa y la otra de Estado o diplomática. La religiosa es primaria, pues beatificará al cardenal John Henry Newman, gran figura de la Iglesia en Inglaterra y universal. La contribución de Newman a la enseñanza cristiana es inmensa.
Y luego está el carácter de Estado de esta visita, pues el Reino Unido tiene una relación internacional muy intensa con la Santa Sede, que se concentra en una amplia serie de cuestiones, desde el desarrollo internacional hasta el cambio climático. En los últimos seis años hemos tenido cinco visitas de primeros ministros. Creo que probablemente sólo Washington o Bruselas han tenido tantas visitas de primeros ministros británicos. Esto se debe a que la relación se concentra en muchas cuestiones de importancia fundamental para nosotros. Hay dos maneras de ver a la Santa Sede. Algunas personas restringen su mirada a una pequeña Ciudad Estado en Europa. Pero nuestras relaciones no son con esa pequeña Ciudad Estado, sino con la Santa Sede. Nuestras relaciones diplomáticas son con esa presencia global que tiene la Santa Sede y que afecta al 17,5% de la población mundial. Por tanto, toca muchas cuestiones globales, como el desarrollo internacional, el desarme, el cambio climático, la resolución y prevención de conflictos.
–Los medios de comunicación en Gran Bretaña dejan amplio espacio a las críticas contra el Papa y en algunos ambientes del Reino Unido existe una complicada historia de anticatolicismo. ¿Está usted preocupado?
–Francis Campbell: No. Yo distinguiría entre quienes critican a la religión, incluyendo al catolicismo, desde un punto de vista de genuino desacuerdo racional. La religión debe estar siempre abierta a la crítica de la razón. Muchos pueden afrontar esas críticas desde una amplia variedad de perspectivas. Algunos querrían ver un cambio en una enseñanza particular religiosa con la que están en desacuerdo. Otros estarán en desacuerdo con la fe en Dios en su conjunto. En el Reino Unido hay una larga tradición humanista. El desacuerdo con cuestiones religiosas no es algo confinado al Reino Unido. Pero yo distinguiría a esas personas que critican a la religión de una minoría que puede manifestar elevados niveles de esa intolerancia que niega al otro –en este caso, una persona de fe– una voz. Tenemos una tradición de protesta, una tradición democrática de personas que son capaces de protestar y de gritar su punto de vista, pero tenemos también una tradición de respeto para permitir que el otro sea escuchado.
Creo que fuera de Gran Bretaña los periodistas tienen el riesgo de pensar que quienes gritan más fuerte son aquellos a los que más se les escucha. Sería un error pensar que las voces que gritan representan a toda la población. Aveces la gente dice que Gran Bretaña es un país laico. Yo diría que es un país pluralista. Más del 70 por ciento de las personas en el último censo se identificaron como cristianos. Cuando la gente dice que somos un país laico, creo que tienen que analizar el papel de la Reina, pues la Reina es la gobernadora suprema de la Iglesia de Inglaterra. El cristianismo forma parte del tejido del Estado, y la Iglesia de Inglaterra en Inglaterra es la Iglesia de Estado oficial. En Escocia es diferente, pues está la Iglesia de Escocia. Y si luego seguimos descendiendo a ilustraciones prácticas descubrimos que casi un cuarto de los niños británicos van a escuelas religiosas, que son escuelas estatales. Son pagadas por el Estado. Siguen el «ethos» de una Iglesia particular. El 10 por ciento de todas las escuelas británicas son católicas. Por tanto, nos encontramos ante uno de los sistemas escolares más favorables a las escuelas religiosas en el mundo. Si una persona, si un cristiano, un anglicano, un católico, o incluso alguien de otra religión, quiere educar a sus hijos en esa fe, tiene la posibilidad de hacerlo en el «ethos» de esa fe, dentro del sistema estatal. Creo que estos argumentos son suficientemente fuertes para mostrar que el Reino Unido es una sociedad pluralista, en la que personas de fe desempeñan un papel activo en la sociedad y que la fe es valorada por el gobierno y por la sociedad en general.
–¿Cómo es la relación personal de Benedicto XVI con Gran Bretaña?
–Francis Campbell: Me ha planteado esta pregunta la prensa británica, y creo que es quizá el Papa de los últimos siglos que conoce mejor Gran Bretaña desde un punto de vista cultural. ¿Por qué? Porque muchos de sus predecesores proceden de una sociedad en la que todos eran católicos. Sin embargo, Benedicto XVI procede de una sociedad en la que católicos y luteranos viven codo a codo. Además, buena parte de su vida enseñó en una universidad que tenía una Facultad de Teología luterana y católica. Creo que es un Papa que viene a Gran Bretaña con un profundo conocimiento del protestantismo. En Escocia tenemos el presbiterianismo, la figura de John Knox y sus relaciones con Ginebra; y en Inglaterra tenemos a la Iglesia de Inglaterra que es una combinación de tradición apostólica y tradición de la Reforma. Conoce muy bien estos asuntos, pues forman parte de su gramática. Se trata de una dimensión ligada a su propia cultura.
La segunda dimensión, y la utilizo con mucha precisión, tiene que ver con su famosa expresión: «minorías creativas». ¿Sabe usted de dónde la ha tomado? Lea sus escritos. Lea su libro sus escritos sobre Europa, que versan sobre el futuro de Occidente. Hace una crónica del fascinante debate en el período de entre guerras entre Oswald Spengler y Arnold Toynbee. Toynbee fue una de las grandes figuras de la vida británica del siglo XX, que escribió volúmenes sobre la historia de la civilización y Benedicto XVI se pone del lado de Toynbee en su debate con Spengler. Este último dice: Occidente, como cualquier otra civilización, tiene sus momentos de crecimiento, su zenit, y su ocaso. Toynbee dice: «no»; Occidente es diferente a causa del cristianismo. En Occidente está presente el cristianismo y el cristianismo es un factor de renovación, un manantial constante de renovación. Y el cristianismo es esa minoría creativa en el corazón de la civilización. Benedicto XVI ha retomado este argumento. Esto puede darle una idea de alguien que ha entrado en una experiencia cultural británica.
La tercera dimensión, y quizá la más importante, es ésta: una de las grandes prioridades del papado de Benedicto XVI y de su teología es la relación entre fe y razón, y en relación con esto, el lugar de la religión en la vida pública. En Francia y en los Estados Unidos tocó esta cuestión y habló de la separación Iglesia y Estado, por qué es diferente en diferentes lugares, por qué la Iglesia y la religión deberían tener una voz, no una voz preferencial sino una voz que no debería ser marginada. Analicemos el caso de Gran Bretaña. Si usted piensa en las tres grandes figuras del catolicismo inglés, Tomás Beckett, Tomás Moro y John Henry Newman, puede ver que su tema es la razón y la fe. Son muy diferentes a algunas de las grandes figuras del catolicismo en el continente europeo
, como Juan de la Cruz, Teresa de Ávila, Teresa de Lisieux, donde son mucho más místicos. Este es el hogar intelectual de Benedicto XVI, en términos religiosos, pues la Ilustración en los Estados Unidos ha basado la separación de la Iglesia y el Estado en la visión de la Ilustración tomada de Inglaterra y Escocia. No es el modelo de la Ilustración de Francia. De modo que, por estos tres motivos, creo que nos encontramos con alguien que tiene familiaridad con los fundamentos culturales del Reino Unido.
–Cuál es la verdadera novedad de esta visita de Benedicto XVI?
–Francis Campbell: Algunos piensan que la visita de Juan Pablo II, comparada a la de Benedicto XVI, fue fácil. La visita de Juan Pablo II en 1982 fue como caminar en la cuerda floja desde el punto de vista diplomático. Fue una de las visitas más complicadas que tuvo que afrontar en aquel momento, pues llegó a un país que se encontraba en guerra contra un país mayoritariamente católico. Y esto planteó a la Santa Sede serios problemas, a causa de la neutralidad de la Santa Sede. Visitar un país que estaba en guerra, era un auténtico desafío. El segundo gran desafío para Juan Pablo II fue el conflicto en Irlanda del Norte… La religión era una de las cuestiones. Había cuestiones candentes en la relación entre la comunidad católica del Norte de Irlanda y el gobierno de Londres.
Benedicto XVI afronta una realidad diferente. Él no tiene que atravesar esa cuerda floja diplomática, pero la sociedad es diferente y la gente es diferente. Juan Pablo II comunicaba con acciones; Benedicto XVI comunica con palabras. En muchos sentidos, y luego volveré a tocar este punto, Benedicto XVI es quizá más cercano a la experiencia británica, a causa de su experiencia de fe y de razón, de compromiso intelectual, y Newman es el exponente de todo esto. Al mismo tiempo el panorama de la Iglesia católica en Gran Bretaña ha cambiado en los últimos 28 años, desde que vino Juan Pablo II. Ahora hay un millón más de católicos en Gran Bretaña. La Iglesia tiene una mayor diversidad racial. Los inmigrantes proceden de Asia, la India, del África subsahariana, de América Latina, del continente europeo, en particular de Europa del este. La Iglesia es muy diferente a la de hace 28 años. Y creo que esto tendrá su impacto. La gente dice que hace 28 años no había protestas. Y sin embargo había protestas, quizá otro tipo de protestas, pero había protestas. En esta ocasión, las protestas proceden sobre todo de grupos que se oponen a una parte de las enseñanzas de la Iglesia. Otro elemento es que ahora vivimos en una cultura mediática, las 24 horas del día, y hace 28 años no era así. La visita será muy diferente. Las visitas de los dos papas a los Estados Unidos fueron muy diferentes. La gente se preguntaba en los Estados Unidos antes de la visita de Benedicto XVI: «¿Cómo se las apañará?». Y su visita a los Estados Unidos fue realmente brillante.
–¿Cree que el Papa sorprenderá a los británicos?
–Francis Campbell: Creo que la sorpresa será que ellos verán y escucharán al Papa directamente, sin filtros. Se han atribuido al Papa declaraciones que no ha hecho. Hay mitos sobre lo que el Papa enseña, como que atacó nuestra legislación sobre igualdad para interferir en su aprobación en el Parlamento. No lo hizo. En su discurso a los obispos ingleses manifestó su pesar ante ciertos aspectos que se dieron en un período de tensión. Respondía a las cuestiones que le presentaron los obispos. No se estaba refiriendo a la legislación en curso. No interfirió en el proceso parlamentario. Del mismo modo algunas personas han manipulado algunos de sus discursos para decir que hacía referencia a un tema u a otro, cuando en realidad no lo hizo.
Y creo que la gente descubrirá a un personaje cálido e inteligente, que viene en una histórica visita llena de gestos de acercamiento. Para mí personalmente el momento más emotivo tendrá lugar el viernes por la tarde, a las 5 en punto, cuando tomará la palabra en el Westminster Hall, en el lugar en el que fue condenado a muerte Tomás Moro. Esto muestra hasta qué punto hemos avanzado como país, pues creo que no hubiera sido posible hace 28 años. Creo que todavía será difícil. Pero cuando el pueblo británico escuche al Papa, creo que verá en él a alguien que le hablará sin autosuficiencia de su porvenir. El Papa no renuncia a su compromiso. Está sumamente comprometido. Y esto viene de su infancia. Es un Papa que, en su infancia, fue testigo personal de los peligros de un régimen totalitario, para quien la religión, el cristianismo y el catolicismo constituyen un freno al totalitarismo. Su vida es un ejemplo de la relación entre fe y razón, pues la razón, si no está armonizada por la fe acaba en totalitarismo, y la fe, si no está armonizada por la razón, corre el riesgo de caer en el extremismo y la irracionalidad. Y esta interacción de las dos creo que le llevará a conectar e implicar con él a las personas, pues es una cuestión de palabra, de escuchar esa palabra y de asimilarla. Creo que recibirá una fuerte adhesión.
–El cardenal Newsman abrazó el catolicismo procedente del anglicanismo, y se sabe que los «convertidos» no son bien aceptados por aquellos que se sienten abandonados. Su beatificación, ¿podría ser sin embargo un signo de unidad entre católicos y anglicanos?
–Francis Campbell: Es interesante como pregunta. Una parte importante de las obras de Newman se remonta a la época en la que era anglicano, y de hecho es anglicano y católico. Fundó el Movimiento de Oxford, que sigue teniendo un impacto y fue una voz fuerte en el anglicanismo para recalibrar la tradición apostólica del anglicanismo. Newman pasó una parte importante de su vida en la Iglesia anglicana. No es una fuerza de división. Sus enseñanzas sobre la conciencia se pueden aplicar a los cristianos de todas las confesiones y a las personas de buena voluntad. Creo que Benedicto XVI se interesa por él porque es un pensador posterior a la Ilustración y está resanando la brecha entre la fe y al razón provocada por las Ilustración francesa. Se trata de una figura que se presenta para curar esta ruptura. Por tanto, en este sentido, es una figura, no sólo para la Iglesia católica, sino para el resto de la cristiandad y para las personas de fe.
–¿Qué le dirá al Papa cuando le reciba en su país?
–Francis Campbell: Probablemente le diré: «Benvenuto». Quizá me pregunte si tengo que hablarle en italiano o inglés. Quizá es mejor hablarle en inglés porque estará hablando inglés en los próximos cuatro días. Estoy encantado de que venga. Su visita es importante por muchos motivos. Pero creo que hay una razón de primer orden. Se trata de nuestras relaciones diplomáticas más antiguas. La primera vez que la Corona envió a un embajador al extranjero fue aquí, a Roma, en 1479. Y esta relación, a través de los siglos, ha sobrevivido a la Reforma, a la desconfianza y a las disputas. La Reina ha estado aquí muchas veces. La última en el año 2000. Pero la primera vez que vino fue en 1951, siento todavía Princesa, antes de ser Reina. Ha venido prácticamente durante cada pontificado y es justo que ahora devolvamos la bienvenida que hemos recibido durante años. El honor más grande que puede tributar la Reina al Papa es una visita de Estado y alguno podría decir que tratándose de nuestro amigo más antiguo, de nuestra amistad diplomática más antigua en el mundo, «ha tardado mucho». Estoy encantado de que el Papa haya aceptado la invitación, pues la diplomacia es una cuestión de amistad, y las relaciones entre la Corona y el Papado no deben ser infravaloradas. Los miembros de la familia Stuart Royal están enterrados en la cripta de San Pedro. Los lazos entre la Corona y el Papado reaparecen constantemente. Cuando la Reina supo que el Papa había aceptado la invitación para ir al Reino Unido, escribió una carta, invitándole formalmente a venir, y él aceptó amablement
e. Es muy particular para nosotros el que comience una visita de Estado siendo recibido por la Reina en Edimburgo. Ella tiene 84 años y él 83. Tienen toda una experiencia de vida y vivencias similares. Creo que será un encuentro único.
Por Jesús Colina