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Cincuenta años después del primer encuentro de un Papa y un arzobispo de Canterbury en los tiempos modernos –el del Papa Juan XXIII y el arzobispo Geoffrey Fisher, en diciembre de 1960–, Benedicto XVI ha realizado una fraterna visita al arzobispo Rowan Williams.
En la primera parte de su encuentro ambos han dirigido su palabra a los obispos diocesanos anglicanos y católicos de Inglaterra, Escocia y Gales, en la gran sala de la biblioteca del arzobispo, antes de pasar al encuentro privado.
En su conversación privada, han afrontado muchas cuestiones de mutua preocupación para anglicanos y católicos. Han afirmado la necesidad de proclamar el mensaje evangélico de salvación en Jesucristo, de una manera tanto razonada como convincente en el contexto contemporáneo de profunda transformación cultural y social, y con una vida de santidad y de transparencia de Dios.
Han estado de acuerdo en subrayar la importancia de mejorar las relaciones ecuménicas y de continuar el diálogo teológico ante los nuevos desafíos que se plantean a la unidad tanto desde la comunidad cristiana en su interior, como más allá de ella.
El Santo Padre y el arzobispo reafirmaron la importancia de continuar el diálogo teológico sobre la noción de la Iglesia como comunión, local y universal, y sobre las implicaciones de este concepto para el discernimiento de la enseñanza ética.
Juntos reflexionaron sobre la seriedad y dificultad de la situación de los cristianos en Oriente Medio, e hicieron un llamamiento a todos los cristianos a rezar por sus hermanos y hermanas y a apoyar su continuo testimonio de paz en Tierra Santa. A la luz de sus recientes intervenciones públicas, hablaron también sobre la necesidad de promover un compromiso valiente y generoso en el campo de la justicia y de la paz, especialmente las necesidades de los pobres, apremiando a los líderes internacionales a luchar contra el hambre y las enfermedades.
Tras el encuentro, viajaron juntos al Palacio de Westminster y a la Vigilia de Oración en la Abadía de Westminster.