La Santa Sede, a favor de la energía nuclear con fines pacíficos

Monseñor Balestrero interviene en la 54ª Conferencia General de la AIEA

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VIENNA, miércoles 22 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- La Santa Sede cree que la “aplicación pacífica de las técnicas nucleares” puede generar “muchos beneficios”, y anima a trabajar en este campo.

Así lo afirmó monseñor Ettore Balestrero, subsecretario vaticano para las relaciones con los Estados, interviniendo ayer martes en Viena (Austria) durante la 54ª Conferencia General de la Agencia Internacional para la Energía Atómica (AIEA).

“Desde su fundación, la AIEA ha sido un punto de referencia insustituible para la cooperación internacional en el uso de la energía nuclear con fines pacíficos y para el desarrollo humano integral”, afirmó el prelado.

El programa de Cooperación técnica de la Agencia, reconoció, es “uno de los instrumntos principales para la transferencia de la ciencia y de la tecnología nucleares a los stados miembros para promover el desarrollo integral, social y económico”.

Las iniciativas de la AIEA, “en cuando modeladas sobre las necesidades de los Estados destinatarios y de sus interlocutores en el contexto de las prioridades nacionales, contibuyen a combatir la pobreza y por tanto a una solución más pacífica de los graves problemas que la humanidad debe afrontar”.

Este uso pacífico “puede aportar, de muchas formas, una contribución significativa a la respuesta ante los problemas más urgentes, por ejemplo la gestión de las provisiones de agua potable, la producción de cultivos que den una mejor cosecha o que tengan una mayor tolerancia a la sal en los climas áridos, la eliminación no peligrosa para el ambiente de parásitos que transmiten enfermdades”.

“Entre otras cosas, estas aplicaciones se pueden utilizar de modo eficaz en el estudio de la desnutrición de los niños y en el diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades”, añadió.

En este contexto, mencionó en particular el papel de los radionucleidos usados en el diagnóstico y en la curación de enfermedades malignas.

“La radioterapia es uno de los tratamientos fundamentales del cáncer, y más del 50% de los pacientes afectados por esta enfermedad se beneficiaría de esta terapia, usada tanto sola como con quimioterapia y cirugía”.

“Sin embargo, en el mundo en vías de desarrollo, más de la mitad de los pacientes afectados por cáncer no tendrá acceso a la radioterapia a causa de la falta de aparatos adecuados y de personal suficientemente formado con experiencia en medicina clínica y en fisiatría”.

La Santa Sede aprecia “los esfuerzos de la AIEA y de sus interlocutores para la planificación y el progreso de los programas de control del cáncer”, y anima a este organismo “a proseguir y reforzar todas sus importantísimas actividades”.

No a las armas

En su discurso, monseñor Balestrero subrayó que la AIEA debe también comprometerse en reducir la amenaza contra la humanidad que suponen las armas nucleares”.

“La Santa Sede está convencida de que la AIEA puede mirar con satisfacción a lo que ha conseguido desde su fundación, en base a los tres pilares de su mandato: tecnología, seguridad y verificación. Con todo, aún quedan muchos desafíos por afrontar”, afirmó.

Para la Santa Sede, el Tratado de No Proliferación (TPN) es la “piedra angular del régimen global de no proliferación nuclear, la base para perseguir el desarme nuclear, y un importante elemento para el ulterior desarrollo de las aplicaciones de la energía nuclear con fines pacíficos”.

“Dado que el TPN es el único instrumento legal multilateral disponible dirigido a un mundo libre de armas nucleares, no hay que permitir nunca que se debilite”.

De la misma forma, monseñor Balestrero exhortó a promover zonas libres de armas nucleares, sobre todo en Oriente Medio, pues “son el mejor ejemplo de la confianza, de la convicción y de la afirmación de que la paz y la seguridad son posibles sin la posesión de armas nucleares”, constató.

“La humanidad merece no menos que la total cooperación de todos los Estados sobre este importante argumento. Cada elemento del programa de no proliferación y de desarme debe basarse en los principios del valor preeminente e innato de la dignidad humana y de la centralidad de la persona humana, que constituyen la base del derecho humanitario internacional”.

El prelado recordó al respecto una frase del papa Juan Pablo II sobre el concepto de “ecología humana”, “que es otro requisito del desarrollo sostenible”: “Mientras que hay justa preocupación por preservar los ‘habitat’ naturales de las diversas especies animales amenazadas de extinción, hay poco empeño por salvaguardar las condiciones morales de una auténtica ‘ecología humana’”.

“Benedicto XVI ha desarrollado esta afirmación diciendo que cuando la ecología humana es respetada dentro de la sociedad, también la ecología ambiental saca beneficio… el libro de la naturaleza es único, sea respecto al medio ambiente como a la ética personal, familiar y social”, añadió monseñor Balestrero.

“De esta forma – concluyó – la Santa Sede considera, e invita también a los demás a considerar, la contribución de la AIEA a la paz, la salud y la prosperidad”.

Por Roberta Sciamplicotti, traducción del italiano por Inma Álvarez

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ZENIT Staff

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