CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 8 octubre 2010 (ZENIT.org).- El presidente de la República Francesa, Nicolas Sarkozy realizó este viernes una visita a Benedicto XVI con el objetivo de confirmar una colaboración, constructiva con la Iglesia católica, tras divergencias surgidas en meses pasados.
Un comunicado emitido por la Santa Sede explica que en la audiencia «se ha confirmado la recíproca voluntad de mantener un diálogo permanente a diferentes niveles institucionales y de continuar colaborando constructivamente en cuestiones de común interés».
Algunas posiciones asumidas por el gobierno de Sarkozy han ido provocando una cierta lejanía por parte de los católicos franceses que le habían apoyado en las elecciones de 2007.
La chispa que sirvió a Sarkozy para pedir la audiencia, celebrada en la biblioteca del Santo Padre, durante unos 30 minutos, se encendió el 22 de agosto, cuando el Papa exhortó a los peregrinos franceses a «acoger las legítimas diversidades humanas», después de que su presidente anunciara la expulsión de Francia de gitanos que en su gran mayoría son de origen europeo.
Tras la audiencia con el Papa, el mandatario acompañado por asesores se reunió durante alrededor de una hora con el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, acompañado por el arzobispo Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados
Puntos de interés común
Según el comunicado de la Santa Sede, «en el centro de los coloquios han estado temas de política internacional, como el proceso de paz en Oriente Medio, la situación de los cristianos en diferentes países y la ampliación de la representatividad de las diferentes áreas del mundo en los organismos multilaterales».
«A continuación, se ha subrayado la importancia de la dimensión ética y social de los problemas económicos, en la perspectiva propuesta por la encíclica ‘Caritas in Veritate'».
El comunicado revela que el Papa y Sarkozy evocaron el viaje apostólico del obispo de Roma a Lourdes y París, en 2008, y la visita del presidente Sarkozy al Vaticano, en el año precedente, como signos de esa colaboración que ambos buscan promover, en el respeto de las esferas competentes.
Al inicio del encuentro, el Papa reconoció a Sarkozy: «Tengo un gran recuerdo de mi visita a Francia» y evocó inmediatamente después «el alma católica» de ese país.
Sarkozy le respondió asegurando que «esa visita fue un gran éxito»
En el intercambio de regalos, Sarkozy entregó al Santo Padre ediciones originales de los libros «Génie du christianisme» y «Mémoires d’Outre-Tombe» del escritor bretón François-René de Chateaubriand (1768-1848).
El Papa entregó al presidente un gran grabado de la plaza de San Pedro así como una pieza de cerámica que también representaba a San Pedro.
Al final del encuentro, Sarkozy se detuvo unos momentos para pedirle al Papa para su sobrina un rosario como el que había regalado a cada una de las personas que le acompañaban, algo que el pontífice hizo inmediatamente con la ayuda de su secretario, monseñor Georg Gänswein.
Una oración en el Vaticano
Tras la reunión con el cardenal Bertone, Sarkozy y su delegación se dirigieron a las 13.00 horas a la Basílica de San Pedro, que había sido cerrada al público.
El presidente se recogió en oración unos momentos en la Capilla del Santo Sacramento, ante el altar de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y ante el altar de la Confesión, ante la tumba de san Pedro.
Luego fue acogido en la capilla de santa Petronila por el cardenal francés Jean-Louis Tauran, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Intereligioso.
El purpurado elevó una oración a Dios «por el pueblo de Francia y sus dirigentes, de hoy y mañana» pidiendo «valentía y perseverancia para que cada quien considere lo que puede hacer solo o con otros al servicio de su prójimo, por el respeto absoluto de la vida, la justicia, el empleo, la educación, la salud y el ambiente, la seguridad, para acoger a los perseguidos e inmigrantes, y por la verdad de la información, por la paz en nuestra tierra y en el mundo».
Por una nueva laicidad
Tras dejar el Vaticano, Sarkozy presidió un almuerzo en la Villa Bonaparte, sede de la embajada de Francia ante la Santa Sede, en presencia del cardenal Bertone, en el que dirigió un discurso (http://www.zenit.org/article-25643?l=french) que buscaba promover las relaciones con la Iglesia y defender sus posiciones.
«Francia no olvida que con la Iglesia tiene una historia común de dos mil años y que hoy comparte con ella un tesoro inestimable de valores morales, de cultura, de civilización, que se han inscrito en su identidad», afirmó el presidente.
«La Iglesia, con los medios espirituales que le son propios, la República Francesa con sus medios políticos, sirven a muchas causas comunes», añadió asegurando que ambas buscan «justicia», «equilibrio», «paz», «fraternidad».
«Entonces, ¿por qué no se hablan? ¿Por qué no podrían trabajar juntas?», se preguntó.
«Creo en la distinción de lo espiritual y lo temporal como un principio de libertad. Creo en la laicidad como un principio de respeto –subrayó–. Pero la Iglesia no puede quedar indiferente ante los problemas de la sociedad a la que pertenece en cuanto institución, así como la política no puede quedar indiferente ante el hecho religioso y los valores espirituales y morales. No hay religión sin responsabilidad social, no hay política sin moral».
A continuación, Sarkozy expuso algunos «imperativos morales» que deben realizarse sin tardanza como la reforma de «la gobernanza mundial», la reglamentación de las finanzas para evitar «la locura especulativa», estabilizar los mercados para evitar el hambre, regular Internet, y por último «luchar contra la inmigración ilegal», que produce dramas y priva a países pobres de sus fuerzas vivas.
Por Jesús Colina