ROMA, lunes 11 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Con la inauguración de la exposición multimedia “Abana – Padre Nuestro” se abrió ayer domingo 10 de octubre en Roma “Mirada sobre los cristianos de Oriente Medio”, un espacio cultural con debates y análisis sobre la situación de los cristianos en Oriente Medio, que acompaña el desarrollo del Sínodo.
Esta exposición está promovida por la Custodia de Tierra Santa, por las Ediciones Tierra Santa, por la Acción católica italiana y por el FIAC (Forum Internacional de Acción Católica), en colaboración con Pax Christi Italia, UCSI Lazio (Unión Católica de la Prensa Italiana), y CIMI (Conferencia de los Institutos Misioneros Italianos).
«En una habitación oscura, una luz pequeña ilumina toda la sala – afirmó ayer monseñor Nikola Eterović, secretario del Sínodo de los obispos, durante la inauguración –; esto vale también para los pocos cristianos de Oriente Medio, que aún en pequeño número estñan destinados a iluminar toda su sociedad”.
“A menudo – prosiguió – existe la sensación de estar prisioneros en un círculo vicioso d venganza y de violencia, pero los cristianos pueden romperlo”.
Eterović agradeció a los organizadores por esta iniciativa “que favorece el conocimiento de la realidad de los cristianos en Oriente Medio, rica por la presencia de seis Iglesias orientales sui iuris y de la de rito latino”.
“Sin comunión – afirmó el secretario del Sínodo, recordando las palabras de Benedicto XVI – no hay testimonio. El desafío del Sínodo es el de aumentar la comunión en cada una de las Iglesias para después aumentar la comunión entre las distintas tradiciones”.
“Ser minoría en Terra Santa – declaró por su parte monseñor Fouad Twal, patriarca latino de Jerusalén – no determina en nosotros ningún complejo. Hoy dialogar es un problema, sobre todo con los judíos, porque es un diálogo entre ocupantes y ocupados, pero seguimos creyendo en él”.
La de estos días, afirmó, es una ocasión “para contar los aspectos positivos de nuestra realidad, como el centenar de congregaciones religiosas y las catorce casas contemplativas que no hacen otra cosa que rezar por la paz”.
A esto se añade, dijo el Patriarca, “la presencia de los peregrinos, siempre bienvenidos, testigos – para nosotros los cristianos – que alguien está cerca de nosotros y reza con nosotros para obtener la paz, y – para los hermanos judíos y musulmanes – de que nuestra tierra es una casa de oración”.
Para Giambattista Pizzaballa, Custodio de Tierra Santa «son tantas las expectativas para el Sínodo que acabará por haber también muchas desilusiones: debemos acercarnos a la complejidad de las cuestiones con humildad y con la disponibilidad de escuchar”.
«El Sínodo – prosiguió Pizzaballa – es un pequeño ‘concilio’ de Oriente Medio, porque están representadas todas las realidades. Será una experiencia de comunión y de intercambio de experiencias, para descubrir que a pesar de las diversidades tenemos mucho en común”.
Será también, señaló, “una ocasión para dar a conocer a Occidente, además de los aspectos del conflicto existente, también la vitalidad, la pertenencia, la identidad y la fuerza de nuestro testimonio”.
Por su parte, el padre Federico Lombardi, director de la Sala de Prensa vaticana, afirmó quel momento presente supone un hito “importante en un largo proceso de reflexión y comunicación en la Iglesia y para el mundo, que comenzó con el viaje del Papa a Chipre”.
Este proceso “sigue en estos días y proseguirá con el mensaje final y con la exhortación post-sinodal, que será comunicada y explicada a un público lo más amplio posible”.
En esta persepctiva, “la cumbre sinodal no es un momento aislado, sino que se inserta en la misión de la Iglesia de comunicar su mensaje de esperanza».
Por Chiara Santomiero