En este sentido, cita “cuestiones como las relacionadas con la llamada ‘salud reproductiva’, con el recurso a técnicas artificiales de procreación que comportan la destrucción de embriones, o con la eutanasia legalizada”.
“El amor a la justicia, la tutela de la vida desde su concepción hasta su término natural, el respeto a la dignidad de todo ser humano, deben ser apoyados y testimoniados, incluso a contracorriente”, afirma el Papa en el texto.
“Los valores éticos fundamentales son patrimonio común de la moralidad universal y base de la convivencia democrática”.
Para defender estos valores, subraya el Papa, “es necesario el esfuerzo conjunto de todos, pero también y sobre todo una profunda conversión de la mirada interior”.
“Sólo si se mira al mundo con la mirada del Creador, que es mirada de amor, la humanidad aprenderá a vivir en la tierra en paz y justicia, destinando con equidad la tierra y sus recursos al bien de todo hombre y de toda mujer”, señala.
En ese contexto, concluye citando su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2010, en el que auspicia “un modelo de desarrollo basado en el papel central del ser humano, en la promoción y participación en el bien común, en la responsabilidad, en la toma de conciencia de la necesidad de cambiar el estilo de vida y en la prudencia, virtud que indica lo que se ha de hacer hoy, en previsión de lo que puede ocurrir mañana”.