La concepción de la Iglesia, cuestión clave del diálogo ecuménico hoy

Habla monseñor Koch, presidente del Consejo para la Unidad de los Cristianos

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes 19 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Después de cincuenta años de existencia del dicasterio vaticano dedicado al diálogo ecuménico, es hora de hacer balance del camino recorrido, y de discernir el camino del futuro.

Lo hizo el arzobispo Kurt Koch, actual presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, durante su intervención en la Asamblea Plenaria de este dicasterio, el pasado lunes.

Este momento, en el que se cumplen 50 años de la creación del Secretariado para la Promoción de la Unidad de los Cristianos -tomó el nombre de Consejo Pontificio en 1988–, es el de «recoger los frutos», en un informe que lleva precisamente este nombre, Harvesting the Fruits.

El primer fruto, constata el arzobispo suizo, que será creado cardenal este sábado, se recoge dentro de la propia Iglesia católica: el ecumenismo «ya no es una realidad extraña» a la vida de las parroquias y de las diócesis.

«Este ecumenismo de vida tiene una importancia fundamental, pues sin él, todos los esfuerzos teológicos dirigidos a alcanzar un acuerdo duradero sobre cuestiones de fe básicas entre las diversas Iglesias serían vanos», constata.

Los pasos dados hacia la unidad, proceso «irreversible» para la Iglesia católica, según recuerda monseñor Koch, son muchos y alentadores, pero después de muchos años el meollo del problema sigue siendo el mismo: la concepción de la naturaleza de la Iglesia, la eclesiología.

En este sentido, explica el prelado, «a pesar de los innegables éxitos del dialogo ecumenico, nos encontramos, en cierto sentido, en el punto de partida del Concilio Vaticano II».

Eclesiología

La cuestión eclesiológica es precisamente uno de los puntos fundamentales del Concilio respecto de la propia Iglesia católica. Ecumenismo y eclesiología están íntimamente ligados: » el ecumenismo era un importante hilo conductor de la propia renovación de la Iglesia católica y de su autocomprensión».</p>

Una de las cuestiones clave del Concilio, explica monseñor Koch, es la relación entre la Iglesia universal y las iglesias particulares, y la cuestión del subsistit in.

Desde el punto de vista ecumenico, con el plural «iglesias» no se entienden las diversas iglesias locales en las que está presente la Iglesia una y universal, sino esas comunidades eclesiales que no están en plena comunión con la Iglesia católica.

El problema ecumenico «consiste en señalar cómo puede y debe la Iglesia católica comportarse ante este plural ‘iglesias’, que existen fuera de ella». Esta cuestión emerge tanto en el diálogo con las Iglesias ortodoxas como, aunque de forma distinta, en el dialogo con las Iglesias y Comunidades de la Reforma.

Ortodoxos

«La definición que más se adapta a la eclesiología ortodoxa es la de ‘eclesiología eucarística’, concepto desarrollado ante todo por los teólogos rusos exiliados en París tras la primera guerra mundial, en clara oposición al centralismo del papado de la Iglesia católico-romana».

Esta concepción «subraya que la Iglesia de Jesucristo está presente y se realiza en cada iglesia particular reunida en torno a su obispo, en la que se celebra la Eucaristia».

Por ello, para los ortodoxos, fuera de un concilio ecuménico, «no puede haber otro principio visible de unidad de la Iglesia universal, al que se atribuyan poderes jurídicos, como los que la Iglesia católica reconoce en el ministerio petrino».

En cambio, según la eclesiología católica, a Iglesia sí que está plenamente presente en las comunidades eucarísticas concretas, pero una sola comunidad eucarística «no es la Iglesia en su plenitud».

«Por esto, la unidad entre cada comunidad eucarística unida a su vez a su propio obispo y al obispo de Roma no es ingrediente externo a la eclesiología eucaristica, sino su condición esencial».

El nudo del problema ecuménico entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa reside en el hecho de que «una eclesiología ligada a la cultura nacional y una eclesiología católica orientada hacia el concepto de universalidad se encuentran una frente a otra, hasta ahora en desacuerdo», subraya monseñor Koch.

No es casualidad que esta cuestión surja de forma aguda cuando se debate sobre el primado del obispo de Roma.

Sin embargo, mientras que para Pablo VI esta cuestión representaba el «mayor obstáculo» para la recomposición de la comunión plena, sin embargo, «a los ojos del actual pontífice, constituye también la mayor oportunidad para la unión».

Según el pensamiento del Papa actual, «sin primado, también la Iglesia católica se habría disgregado desde hace tiempo en iglesias nacionales y sui iuris, que habrían hecho confuso y complicado el paisaje ecuménico».

Ahora, afirma el presidente del dicasterio para el ecumenismo, citando al teólogo italiano monseñor Bruno Forte, sería necesario que «por una parte, la Iglesia católica profundizase más en la idea de que el primado del obispo de Roma no es un simple apéndice jurídico externo a la eclesiología eucarística, sino un elemento que se funda precisamente en ella».

Por otra, «la Iglesia ortodoxa debería afrontar con determinación el problema de la autocefalia, porque es de importancia fundamental para su futuro y para el ecumenismo, y así buscar soluciones adecuadas, con el fin de recuperar su propia unidad interna y su capacidad de actuar de forma concertada».

En este sentido, en el dialogo ecuménico entre católicos y ortodoxos, explica monseñor Koch, sobre la eclesiología en general y sobre el primado del pbispo de Roma en particular, «se han dado pasos alentadores en las últimas décadas», subrayando la importancia del trabajo de la Comisión teológica mixta católica y ortodoxa en los últimos años.

Reforma

Por otro lado, subraya monseñor Koch, el dialogo ecuménico con la ortodoxia «puede tener un impacto positivo también por lo que respecta a la superación de los problemas eclesiológicos ligados a la división occidental de la Iglesia».

De hecho, subraya el prelado, «también la eclesiología de la Reforma gira en torno a la comunidad local concreta, como aparece claramente en el propio Lutero».

Por ello, la eclesiología protestante «encuentra también su punto gravitacional en la comunidad local concreta: la Iglesia de Jesucristo está presente plenamente en las comunidades concretas que se reúnen en la celebración litúrgica».

También en la eclesiología protestante, cada comunidad está en relación de intercambio recíproco con las demás, explica el prelado. «La dimensión trans-comunitaria de la Iglesia existe implícitamente, pero es secundaria, como lo es la dimensión universal de la Iglesia».

Por eso, la mayor dificultad en este punto es «cómo relacionar, por una parte, la eclesiología católica, con su dialéctica entre pluralidad de iglesias locales y unidad de la Iglesia universal, y por la otra, la eclesiología protestante, que ve en la comunidad concreta la más auténtica realización de la Iglesia».

La situación se complica aún más en el caso de los protestantes, explica monseñor Koch, por la controversia sobre la dimensión sacramental de la Iglesia, un tema que marca una profunda diferencia entre la Iglesia católica y las comunidades e iglesias de la Reforma.

Por último, en lo que respecta a la eclesiología, otra cuestión que debe aclararse por parte protestante tiene que ver con el modo en que estas comunidades eclesiales se conciben a sí mismas: como una ruptura con el pasado de los 1.500 años anteriores de la cristiandad o como un desarrollo en continuidad fundamental con ella.

En este debate interno protestante «es deseable que esta segunda orientación teológica consiga imponerse, y que con ello, se pueda encontrar una respuesta satisfactoria, también en previsión del Aniver
sario de la Reforma, que se celebrará en 2017», concluye monseñor Koch.

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ZENIT Staff

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